Muchas familias de Zanzíbar encuentran un hogar inverosímil en Somalia

16/12/2009 | Crónicas y reportajes

Desde la distancia, la ex oficina central de la Water agency (Agencia del agua) en Mogadishu es claramente una pobre sombra de lo que fue. Tiene muros destrozados, estructuras desorganizadas y quioscos desvencijados alrededor de la puerta de entrada.

Sus inquilinos son normalmente somalíes de distintas regiones. Pero la gente que hoy en día acampa aquí cuenta una historia inverosímil sobre Somalia, asolada por los conflictos: ellos son refugiados de Zanzíbar que vinieron a Somalia hace ocho años.

Rashid Abdallah Said, portavoz de los hombres y mujeres que huyeron de Zanzíbar, cuenta una historia muy triste sobre los refugiados. “Llegamos a Mogadiscio en noviembre de 2001 en tres viajes”.

Los ocupantes del campamento viven en las instalaciones de oficinas abandonadas desde hace mucho y almacenes adyacentes, todos ellos medio destruidos durante casi dos décadas de guerra civil.

Según Rashid, en el “campamento” hay 85 familias. Hay varios niños, algunos juegan alegremente.

Los que mejor se ganan el pan

Salim Ahmed Khatib, presidente de los refugiados, percibe bien los signos del desempleo y de la pobreza extrema.

Khatib afirma, “No tenemos gran cosa”, “Los que mejor se ganan el pan de entre nosotros son tres profesores y cuatro peluqueros”.

Los residentes de Mogadiscio están familiarizados con los refugiados de Zanzíbar que mendigan por los alrededores, pero Rashid admite que incluso los mendigos no sacan mucho.

“Como los somalíes están pasando por dificultades, no se puede esperar sacar mucho de ellos, aunque se le extienda la mano con frecuencia”, asegura Rashid.

Aunque el hogar en el exilio gotee efusivamente y los baños sean insoportablemente antihigiénicos, algunas personas todavía cobran el alquiler a los refugiados de Zanzíbar.

El presidente y el portavoz dicen que se ha hecho muy difícil pagar 150.000 chelines somalíes (unos 7 euros) por una habitación al mes.

Este lugar alberga a 60 padres y a sus familias, la mitad de ellos están casados con mujeres somalíes.

“Algunos de nuestros compañeros refugiados se fueron a otras regiones de Somalia mientras que otros cruzaron a la Península Arábiga”, explica Rashid. Veinte volvieron a Zanzíbar.

La gente de Zanzíbar habla con orgullo de las islas de Pemba y Unguja, de donde ellos provienen. Según su vicepresidente Ali Juma Said, “Todos somos de Zanzíbar, en particular de Pemba y Unguja”.

Al hablar sobre lo que forzó a un grupo tan grande a huir de Zanzíbar, Juma está preparado para señalar con el dedo a la política. Juma afirma que “Tuvimos elecciones generales en 2001 y el gobierno nos negó nuestros derechos”.

Violentamente reprimidos

Se reprimió violentamente una protesta posterior y las fuerzas del gobierno mataron a algunos de los manifestantes, “ese fue el motivo por el que escapamos de Zanzíbar a Mombasa en Kenia y luego fuimos al campamento de refugiados IFO en la provincia del norte oriental de Kenia”, cuenta Rashid. “Finalmente continuamos el viaje hasta Mogadiscio, llegamos aquí en noviembre del año 2001.”

Mucha gente no esperaba que los refugiados de Zanzíbar se enfrentaran a tiempos difíciles aquí. Ellos son uno de los pueblos del África Oriental bien relacionados con Mogadiscio, e incluso con la costa sur de Somalia, conocida popularmente como Banadir (una manera de pronunciar la palabra Swahili Bandari-puerto).

Según la gente mayor de Mogadiscio, los sultanes de Zanzíbar también gobernaron Mogadiscio y la costa Banadir. Al gobernante que más se recuerda es a Sayyid Barghash.

Una princesa popular

Shangani es la zona de Mogadiscio donde Sayyid Barghash tenía su palacio y el nombre de Shangani se dice que es muy popular en Zanzíbar.

Muchas empresas en Mogadiscio se llaman Shahrazad, el nombre de una princesa popular en Zanzíbar hace mucho tiempo. La tienda de cosméticos Shahrazad en Mogadiscio, representa este legado.

“Es una pena que los refugiados de Zanzíbar vengan a Mogadiscio en un momento en el que los habitantes de la ciudad apenas pueden alimentarse ellos mismos y mucho menos ayudar a los demás”, declara Sayid Abdurahman Sheikh Mohamud Shacir, uno de los funcionarios de Hamar Boarding y Kindergarten School (parvulario).

El colegio recibió a los refugiados cuando llegaron a Mogadiscio, antes de que se trasladaran a la antigua sede de la water agency.

“Nunca esperé que los refugiados se quedasen demasiado tiempo en Mogadiscio, un sitio asolado por la guerra,” dice Abdurahman Shacir y añade: “Deben estar evitando el retorno a Zanzíbar por una cuestión de principios.”

Los refugiados de Zanzíbar se quejan de que apenas han recibido ninguna ayuda de los benefactores.

“Actualmente sólo el Consejo noruego para refugiados (NRC) está intentando darnos algo”, asegura Rashid.

Asimismo Rashid declara que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) antes ayudaba a los refugiados, pero ya no. “El PMA recortó todo y ahora estamos viviendo con muchas dificultades”, afirma el portavoz. “Necesitamos ayuda de alguna ONG que nos pueda dar lo que sea. No tenemos elección”.

Aunque los somalíes de barrios pobres también acusan a PMA de detener las ayudas, la gente de Zanzíbar cree que los funcionarios de las agencias tienen algo contra ellos. Rashid afirma que “los funcionarios del PMA se niegan a hablar con nosotros en particular, sin dar ninguna razón de por qué nos rechazan”.

Al preguntarle si el gobierno de Tanzania habrá influenciado al PMA para que no dé ayudas al campamento, para hacer que los refugiados vuelvan a casa, Rashid no descarta dicha posibilidad.

Falta de derechos civiles

Rashid declara que “el gobierno en Tanzania quiere que nos vayamos pero sabéis que los gobiernos africanos pueden hacer cualquier cosa”. Rashid señala que los refugiados no pueden volver por los problemas que hay, entre ellos, la falta de derechos civiles que existe allí.

“Por el momento podemos decir que nunca vamos a volver a casa”. Alega que los refugiados que volvieron fueron arrestados y nombra a algunos de los que han sido detenidos, como Kombo Fiki, Mohamed Kassim, Fatma Juma y Mohamed Abdi. “Hasta ahora están teniendo problemas y su caso continua”, declara.

Según los líderes de los refugiados de Zanzíbar, a todos ellos el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) les ha dado carnets.

Sin embargo, el reconocimiento de Naciones Unidas sólo, no es gran cosa, especialmente si no se les da a los refugiados la oportunidad de abandonar Somalia, un país asolado por la guerra, y reubicarse en lugares más seguros.

“Seríamos felices con cualquier país en el que podamos ser libres. Necesitamos asistencia sanitaria, educación y seguridad, ya que nuestras vidas están en peligro constante”, afirma Rashid.

Abdulkadir Khalif

Publicado en Daily Nation, Kenia, el 14 de diciembre de 2009

Traducido por Pilar Maroto Montalvo, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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