Moratinos : la política exterior de la Santa Compaña

26/08/2010 | Bitácora africana

Suponiendo que en el porvenir alguien tuviese que recordar la principal aportación del Ministro de asuntos exteriores, Miguel Ángel Moratinos, al frente de la labor realizada por España en el ámbito internacional, diría que es la de anticipar mediante su discurso el desastre y la desgracia ajenos y el ridículo propio.

En sus intervenciones públicas no acostumbra a referirse a la ley
internacional, ni siquiera menciona la española. A cambio lleva muchos
años exponiendo su única y repetitiva receta para tratar todos los asuntos que caen en sus manos. Según el ministro, para terminar con una grave y continuada violación de derechos humanos lo mejor es «ayudar, acompañar, incentivar, motivar a un país como Guinea Ecuatorial a avanzar en el proceso de democratización y defensa de los Derechos Humanos«.

La misma medida recomienda una y otra vez para terminar con un cruento conflicto que dura más de cien años, el palestino: diálogo entre las partes, esperanza para todos y por supuesto más acompañamiento por su parte.

En un juicio muy misericordioso se podría decir que la mera idea de que un país democrático, que ha conocido sobradamente la dictadura y la guerra, «acompañe los esfuerzos y pasos hacia la democracia» de una dictadura impenitente como la que aterroriza Guinea Ecuatorial, o que anime esperanzado unas conversaciones entre Israel, Estado imperialista nuclear, y los palestinos, población bajo un bloqueo genocida y continuos ataques por parte de aquél, es del todo demencial.

Ahora bien, si se hiciese una valoración de su credo político con criterios basados en la ley internacional y humanitaria o, mejor aún, en el sentir de las víctimas de la dictadura y el imperialismo, es seguro que no saldría tan bien parado.

Así lo indica el último fruto que acaba de conocerse de la política de acompañamiento, que ha tenido lugar dos años después de escucharse una vez más en el Congreso de los Diputados su habitual parecer sobre las actuaciones del gobierno de Guinea Ecuatorial: «no nos queda más remedio que seguir insistiendo en un diálogo constructivo«.

El 21 de agosto pasado cuatro ciudadanos ecuato-guineanos fueron condenados a muerte por un tribunal militar hacia las tres de la tarde y media hora más tarde cada uno recibió veinte balazos más el de gracia.

¡Cómo echarán de menos en Guinea Ecuatorial otras compañías y otras propuestas de actuación! El director regional para África de Amnistía Internacional (AI), ha declarado al respecto que «Guinea Ecuatorial debe poner fin a los secuestros, las torturas y las ejecuciones que actualmente lleva a cabo como si fueran actos de justicia». AI lleva más de treinta años denunciando en sus informes el terror implantado por el gobierno de Guinea Ecuatorial, país que consideró en 1978 «un inmenso campo de torturas cuya única salida es el cementerio»(Boletín de marzo de 1978).

El principal responsable de estas muertes es el mismo que hace unos meses pagó a unos mercenarios nigerianos para que secuestraran a los cuatro en el extranjero, donde se habían refugiado, y los entregaran a las fuerzas de seguridad de Guinea Ecuatorial, donde ingresaron en la prisión de Black Beach, en la que fueron torturados y de donde han salido para ser ejecutados tras un juicio sumarísimo contrario a la legislación del país y la internacional.

Se llama Teodoro Obiang Nguema, que lleva más de treinta años seguidos en la jefatura del Estado, matando y encarcelando a quien se lo discute, con el acompañamiento de Moratinos desde que es ministro de asuntos exteriores.

En una de sus visitas a Guinea Ecuatorial dejó claro qué entraña «acompañar» para el gobierno demócrata de la décima potencia mundial, antiguo poder colonial en aquel país y flamante líder de la «alianza de civilizaciones»:

«Como prueba de la voluntad del país africano de iniciar un proceso de democratización, Moratinos destacó que durante su visita pudiera ‘celebrar una larga entrevista con el principal líder de la oposición’, el dirigente socialdemócrata Plácido Micó, ‘con plena autorización y con plenas garantías por parte de las autoridades guineanas’. ‘Hace más de nueve años, no era posible entrevistarse con las autoridades de la oposición’, subrayó

Con otras palabras: Moratinos se entrevistó media hora con Micó el 28 de febrero de 2005 y luego presentó esta charla ante los diputados como un logro de su teoría sobre el proceso democrático realizado por Obiang.

Pasados otros cinco años de proceso democratizador, los cuatro secuestrados han sido fusilados sin haber recibido beneficio alguno –ni siquiera clemencia en forma de cadena perpetua- de la doctrina política de Moratinos, mientras Obiang es cincuenta veces más rico que en 2005 y Micó está más solo que nunca como único diputado opositor en el circo parlamentario de cien miembros propiedad de Obiang, que cuando no podía charlar con el ministro «con plena autorización de las autoridades guineanas».

Era de esperar esta sucesión de desgracias y vergüenzas con la política de acompañamiento, lo que no se sabe aún es cuándo su autor va a reunir el valor para decir otra vez que «el Gobierno español estaba comprometido a ayudar en esos esfuerzos con el objetivo de ser extremadamente críticos y vigilantes con el Estado de Derecho y con la promoción de aquellos ciudadanos que quieren participar en la vida política y democrática de Guinea Ecuatorial.»

De momento está atareado acompañando y ayudando en las conversaciones entre dos campeones de los derechos humanos: Netanyahu y Abbás. Ya se sabe lo que pasa cuando dialogan estos dos iconos de la democracia apoyados por el gobierno español.

Autor

  • Agustín Velloso es profesor del Dpto. de Historia de la Educación y Educación Comparada de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

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