Micro-créditos y desarrollo

9/06/2008 | Editorial

Los pasados días 4 y 5 de junio, “Casa África” y “Casa Asia”, en colaboración con AECID y Microbank, organizaron unas jornadas internacionales sobre micro-financiación en el Auditorio CaixaForum de Madrid.

Los micro-créditos son una de las más recientes estrategias para el desarrollo, razón por la cual las agencias internacionales están apostando con fuerza en su favor. En teoría, los micro-créditos son unos poderosos medios para el desarrollo y, durante las jornadas, se ofrecieron varios ejemplos de su eficacia, en Asia especialmente. En África existen también experiencias positivas pero está aún por desarrollar.

En los países africanos, la mayoría de la gente paga en efectivo, literalmente al contado. Comprador y vendedor se sientan juntos para contar el dinero de la transacción realizada, incluso cuantías millonarias, pagadas en billetes de banco de 50 y 100 unidades. Existe una gran desconfianza en las relaciones comerciales que se evidencia en particular en la dificultad para obtener créditos bancarios y, cuando estos se consiguen, se les penaliza con un elevadísimo interés y se utilizan métodos contundentes para recuperar el préstamo cuando el cliente no consigue devolver lo acordado en el plazo previsto.

Donde se reduce la posibilidad de crédito, se frena o se impide el desarrollo. Imaginemos qué ocurriría en España si no existiesen las hipotecas para favorecer la compra de pisos, coches, etc., si no hubiera posibilidad de acceso a créditos para desarrollar un negocio o si tuviésemos que utilizar siempre la tarjeta de débito sin posibilidad de recurrir a la de crédito. África necesita ciertamente créditos para su desarrollo.

Durante las jornadas del 4 y 5 de junio, se vio con claridad que la micro-financiación no consiste en proveer de ingresos suplementarios a individuos o entidades, sino en favorecer un cambio de estructura mental y de comprensión del sentido y realidad de la cooperación al desarrollo. Este cambio no sólo tiene que darse en los beneficiarios del crédito, sino también en las agencias que lo posibilitan. La cooperación al desarrollo no es caridad. Se trata de crear las condiciones adecuadas que ayuden a
los ciudadanos de los países en vías de desarrollo a ser ellos mismos los agentes de desarrollo.

A menudo, los procesos de micro-financiación han dado pie a acciones escandalosas y a abusos, conocidos o ignorados, de varias agencias. Necesitamos un sistema de control que disminuya al máximo el riesgo de convertir la micro-financiación en un negocio, aprovechándose de la pobreza y fragilidad de la población. El Sr. Sam Daley-Harris, director de la campaña de la cumbre del micro-crédito, propuso cuatro criterios necesarios para que la micro-financiación sea un instrumento eficaz en favor del desarrollo:

1. Que alcance a los más pobres.

2. Que el proceso esté bien administrado.

3. Que se abra a otras áreas de base del desarrollo, como la educación, la sanidad, la vivienda digna, etc.

4. Que se establezcan criterios de medición del desarrollo social.

A estas cuatro habría que añadir las siguientes:

5. Un código ético que rija cada paso del proceso.

6. Un organismo internacional que asegure el control efectivo de las agencias responsables de la administración de micro-créditos y que garantice la práctica del código deontológico, convirtiéndolo así en un verdadero servicio sostenible a la sociedad, sin ánimo de lucro.

7. Un sistema efectivo de protección al cliente frente a intervenciones poco éticas, en especial a la hora de recuperar los créditos concedidos.

El concepto de micro-financiación es positivo y es capaz de generar estímulos importantes en la cooperación al desarrollo concediendo un papel más activo a los beneficiarios en su propio desarrollo económico y social. Pero hay que seguir trabajando para que llegue a ser un proceso transparente al servicio de los más desfavorecidos.

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