Mensaje para Obama: los ugandeses ansían la expulsión del Gral. Museveni

21/10/2011 | Opinión

[Black Star News – Editorial]

El momento elegido por la administración Obama para enviar a Uganda 100 soldados listos para el combate (hecho que suele anticipar un despliegue de fuerzas adicionales) resulta sospechoso y, de hecho, vuelve más evidente su interferencia en las políticas internas del país.

El Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) ha cometido atrocidades; sin embargo, sus peores abusos quedaron en el pasado. Actualmente, la diezmada fuerza se esconde a varios cientos de kilómetros de distancia de Uganda, en algún lugar del África Central. Hoy, el objetivo principal de los ugandeses es la expulsión del dictador que dirige al país hacia un rápido deterioro, el Gral. Museveni. Las estrategias de dilación del ejército guerrillero no funcionarán; eventualmente su jefe, Joseph Kony, enfrentará a la justicia.

Queda claro que el repentino interés de la Casa Blanca por “proteger” al pueblo centroafricano del LRA debe tener otros motivos. Muchos ugandeses creen que se está utilizando un argumento semejante al que ofrecieron las naciones occidentales durante su intervención en Libia. Allí, la supuesta protección a los civiles de las masacres dirigidas por Muammar al-Quathafi fue, en realidad, un ardid para cambiar al régimen. En Libia, los bombardeos de la OTAN mataron, probablemente, a más civiles que los soldados de al-Quathafi —sin incluir las masacres a libios de raza negra perpetradas por “rebeldes” apoyados por la OTAN—.

En la actualidad, los abusos que sufren los civiles en Uganda no dependen de las órdenes del jefe del LRA, Kony, sino de las del Gral. Yoweri Museveni, dictador respaldado por Estados Unidos. De realizarse una encuesta, la mayoría de los ugandeses preferiría deshacerse de Museveni primero; Kony aparece segundo en la lista. Es cierto que, en respaldo de la Casa Blanca, el Gral. Museveni envió más de 8.000 escuadrones ugandeses para apoyar al débil y ficticio gobierno somalí. Pero el pueblo ugandés encuentra inaceptable que, como intercambio, Estados Unidos deba ayudar y amparar a su criminal reinado. Todos los estadounidenses, incluyendo a los patriotas que se manifestaron en la Ocupación de Wall Street, deberían oponerse a esta cínica demostración de poder.

El Gral. Museveni ha “jugado la carta” Kony para perpetuar su “reinado” durante 26 años. La farsa debe terminar, y la Casa Blanca lo sabe mejor que nadie.

Museveni se ha mantenido en el poder durante un cuarto de siglo. Ahora, luego de haber ganado mediante fraude la elección presidencial de febrero, se encuentra entre la espada y la pared.

Momentos como este, en que los ugandeses continúan protestando contra el dictador, buscando su remoción y exigiendo el fin de una corrupción desenfrenada, no son los apropiados para que la Casa Blanca intente extender su capital político mediante una asociación entre el régimen y las tropas norteamericanas.

Es más, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) declaró al Gral. Museveni responsable de crímenes de lesa humanidad (masacres de civiles, violaciones en masa y saqueo de recursos naturales) en 2005, en el Congo. Como compensación, dicho país recibió $ 10 billones. Además, el mismo ejército está siendo investigado a partir de denuncias por crímenes de guerra en Uganda.

¿Por qué los Estados Unidos continúan apoyando a tal régimen, y yendo en contra de los deseos y aspiraciones de la mayor parte de los ugandeses? ¿Por qué la Casa Blanca pretende que los soldados estadounidenses marchen brazo a brazo con los de Museveni?

En tiempos recientes, los soldados de Museveni han sido utilizados para reprimir violentamente protestas populares. Los ugandeses salieron a las calles para manifestarse en contra del rápido declive económico que afecta al país. La hiperinflación de Uganda se desató ante una impresión de billones de chelines —la moneda actual del país— ordenada por el dictador para comprar votos en febrero.

Con anterioridad, los agentes de seguridad del Gral. Museveni habían disparado en la mano al candidato con mayores posibilidades de ganar las elecciones en forma legítima, el Dr. Kizza Besigye, y le propinaron una golpiza que lo dejó inconsciente.

Ahora, el gobierno del dictador se sacude hasta los cimientos. Desde WikiLeaks se dio a conocer un memorando redactado por el embajador de Estados Unidos en Uganda, Jerry Lanier, en el que se acusa a los ministros más cercanos a Museveni de aceptar sobornos por parte de compañías petroleras, a cambio de condiciones favorables. En la semana del 10 de octubre, el legislador ugandés Gerald Karuhanga ofreció nuevas pruebas al exponer documentos parlamentarios en los que, según afirmó, se demuestra la existencia de distintos pagos —de hasta $ 25 millones— en sobornos a altos funcionarios del gobierno.

El Gral. Museveni mismo ha sido acusado de aceptar sobornos, pero ha desmentido dichas afirmaciones.

Las compañías comprometidas son la italiana ENI y la británica Tullow Oil.

El legislador denunciante, Gerald Karuhanga, aseguró que ya ha recibido amenazas de muerte. El Parlamento solicitó que tres ministros de Museveni renuncien a sus cargos en un plazo de 10 días. Uno de ellos ya lo ha hecho: el Ministro de Asuntos Exteriores, Sam Kutesa, quien también fuera acusado de malversar fondos correspondientes a una conferencia de la Commonwealth, de la que Uganda será anfitriona.

Los otros dos funcionarios son el Primer Ministro Amama Mbabazi, y el ex ministro de Energía, actualmente del Interior, Hillary Onek. Todos ellos argumentan que los documentos desplegados por el legislador son “falsificaciones”.

El Parlamento de Uganda está recuperando su voz y enfrenta, por primera vez, a la tiranía y corrupción del Gral. Museveni. Sus integrantes consideran disparatado que la Casa Blanca elija este momento para alentar relaciones militares con el desacreditado régimen.

En un cable dirigido al Departamento de Estado, y filtrado por WikiLeaks, el embajador Lanier afirma que la corrupción ya es una característica inherente al régimen Museveni.

En lugar de mantener relaciones públicas con el dictador ugandés, los Estados Unidos deberían distanciarse del régimen y permitir que el parlamento local investigue en profundidad el escándalo de los sobornos petroleros.

Al tomar partido junto al régimen de Museveni, la administración Obama ampara y colabora con su tiranía, con la malversación de fondos que realizan los funcionarios del gobierno y con el debilitamiento del parlamento ugandés.

En lo que respecta a Uganda, Estados Unidos se encuentra del lado equivocado de la historia.

(Blak Stars News, 17-10-11)

Traducido por Magdalena Saux, para Fundación Sur.

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