Mensaje de la asamblea episcopal de Bukavu a los fieles y a los hombres de buena voluntad

18/06/2007 | Crónicas y reportajes

¿Dónde nos encontramos después de las elecciones?

1. Nosotros, Arzobispo y Obispos de la Asamblea Episcopal de Bukavu, hemos celebrado nuestra reunión estatutaria en la casa Amani, en la Archidiócesis de Bukavu, del 29 de mayo al 1 de junio de 2007. El pueblo tiene aún presente en la memoria la tragedia de Kaniola, ocurrida la noche del 26 al 27 de mayo de 2007. Una nueva masacre, a gran escala, segó la vida de unas 20 personas, la mayor parte mujeres y niños. Se les cortó en pedazos con machetes y hachas y sufrieron tratamientos degradantes por parte de una banda armada que devasta la región desde hace 10 años.

2. Reunidos aquí, rezamos por las víctimas y sus familias implorando la misericordia de Dios sobre nuestro pueblo que continúa siendo sacrificado. Con esta ocasión, compartimos nuestras preocupaciones:
Con las Autoridades que encarnan actualmente las Instituciones republicanas salidas de las urnas.

Con los representantes de la comunidad internacional que tiene un mandato específico de protección a los civiles en territorio congoleño y gozan de los medios procedentes.

Con los hombres de buena voluntad.

3. El lugar de ese drama emblemático es Kaniola, una localidad situada a 55 Km. de Bukavu, y por tanto, a hora y media por carretera del cuartel general de una brigada, con destacamento de unidades de policía y el ejército en los mismos lugares. Sin contar la presencia in situ de la MONUC que, entre otros, tiene mandato de protección de la población civil, como ya hemos dicho.

4. A pesar de esta constelación, a priori más bien favorable, se mata a la gente casi cada día, como corderos llevados al matadero (Cf. Is. 53,7). Sus verdugos se entregan impunemente, a tales prácticas. No se ha cogido in fraganti a ningún criminal y, hasta ahora, no se les ha castigado judicialmente. El silencio y pasividad de los poderes públicos tienen el sabor de un crimen de no asistencia a personas o pueblos en peligro.

5. Pero Kaniola no es un caso aislado en nuestro país. Lo que allí ocurre con frecuencia y de manera especialmente cruel, es sintomático de los tormentos cotidianos y las angustias sin cuento de la población congoleña que, a veces, se preguntan si tienen verdaderas Instituciones republicanas o si, realmente, pueden contar con ellas.

Veamos algunos ejemplos sorprendentes:

El asesinato de estudiantes y motoristas estos últimos meses se ha convertido en hecho corriente en Bukavu y Goma.

Los salteadores de carretera entre Goma y Lubero, roban y matan como les parece, sin que nadie les moleste de verdad, especialmente en el punto caliente de Mabenga, bien conocido por quienes pasan por allí.

Los ataques a domicilio aterrorizan a las familias y comunidades y las fuerzas del orden siempre llegan tarde y, de todas maneras, si hay una investigación, no descubren nada de los criminales: ese fue el caso de Kavimvira, en la ciudad de Uvira y en los alrededores de Goma, durante las noches del 17 y 24 de mayo respectivamente. Pasó lo mismo en Beni.

En otros casos, el asesinato se comete en público. Así fue con respecto al P. Richard Bemeriki, el 9 de marzo de 2007, en Jomba, Diócesis de Goma, cuando le seleccionaron entre otros y le fusilaron, y sucumbió un mes más tarde, el 8 de abril de 2007. Y los culpables siguen estando “ilocalizables”.

Es así respecto a una lista interminable de crímenes sin castigo, que se han convertido en el pan de cada día de nuestros barrios y aldeas.

7. Nuestra preocupación se acentúa cuando consideramos que el delito y el crimen son perpetrados por verdaderas organizaciones bien conocidas y esas posturas sociales de los criminales se utilizan como medio corriente y privilegiado para acceder al poder.

Por ejemplo, los FDLR son una organización político-militar bien conocida. Se conoce bien a sus representantes y están localizados sus campamentos; pero nadie los interpela públicamente para que expliquen los crímenes que se les atribuyen en el Este del territorio nacional.

El Ejército regular, con frecuencia, está al mando de oficiales bien conocidos por los crímenes atroces que cometieron en un pasado reciente y que se les cuenta no como escollos sino como triunfos, como cartas que se juegan.

Pueblos extranjeros irrumpen en el territorio nacional, sin formalidades, molestando a la población local hasta el punto de suscitar un debate encrespado en el Parlamento Nacional. Pero, pasados unos días, no se tienen noticias de los resultados del asunto, que cae en el olvido como si fuera un hecho distinto: es el caso de la ola de pueblos sudaneses Mbororo que hicieron irrupción en Uélé con gran preocupación para nuestros compatriotas de esas circunscripciones.

Parece ser que agentes del orden se han dedicado a masacrar a la población del Bajo Congo. ¿Qué les han hecho los poderes públicos a través de los tribunales? ¿Qué han hecho los poderes públicos en el asunto Kahemba, que podría comprometer el principio inviolable de la integridad territorial y la unidad nacional?

8. Una vez más, la opinión pública acaba por tener la sensación de que nuestro país sigue siendo un Estado de no derecho en el que se permite cualquier cosa y en el que nada es sagrado.

Además, la gente se pregunta si la legitimidad política adquirida a gran precio está a la altura de sus esperanzas. La vuelta a la legitimidad constitucional requirió 5 largos años de diálogo ínter congoleño, 3 años de paciente transición, 450 millones de dólares de gastos electorales, además de esfuerzos gigantescos para volver a equipar al Ejército, después de haberle sometido a un reciclaje intensivo. Todo ello sin contar con la presunta aportación logística de la MONUC, la misión más masiva de las Naciones Unidas en el planeta, que cuesta mil millones de dólares al año.

9. A pesar de todo esto, el estilo del Gobierno no parece que haya cambiado. El período postelectoral se parece, en muchos aspectos, al período preelectoral. Incluso hay un riesgo de regresión hacia una nueva desestabilización ya que los poderes públicos miran y dejan que se pudran las situaciones análogas, a las que condujeron a las guerras de 1996, 1998 y 2004.

10. En ese contexto, denunciamos el silencio y la apatía de nuestras Instituciones republicanas que salieron de las urnas, que son: el Jefe del Estado, el Parlamento Nacional, el Gobierno Central que actúa por nuestro Ejército, los Tribunales, los Gobiernos y Asambleas provinciales. Algo tiene que cambiar en nuestras costumbres políticas.

11. Nosotros, los Obispos, formulamos estos deseos y recomendaciones en estas circunstancias:

Que el pueblo de la RDC redoble la vigilancia como en el pasado: que acompañe activamente a sus elegidos por la vía democrática de la seguridad, el desarrollo y la dignidad humana.

Que los elegidos del pueblo tomen más conciencia de sus responsabilidades políticas, para que merezcan la confianza de sus electores.

Que la MONUC participe, de manera creíble en la protección de la población civil, conforme a su nuevo mandato, que se ha prolongado hasta diciembre de 2007: ha podido acompañar a la transición y puede acompañar la consolidación de la paz y seguridad, condiciones previas a la reconstrucción.

Que la comunidad internacional, ampliamente representada en la RDC no diga en el futuro que no sabía: la tomamos por testigo.

Que el Gobierno tome en consideración el problema de la seguridad como una prioridad y que deje de distraer a la opinión pública con planes de negociación, diálogos, mesas redondas que no desembocan en nada verdaderamente pertinente. Hemos consumido 5 años en el Diálogo inter congoleño que dio lugar a las Instituciones legítimas habilitadas para arreglas este tipo de cuestiones.

Y, sobre todo, que el Jefe del Estado, elegido democráticamente, tome en sus manos las responsabilidades institucionales.

12. “Un Estado que revindique su soberanía (…) solo merece respeto si protege los derechos básicos de sus ciudadanos. Sus derechos emanan de los derechos ciudadanos”. Ese fue el tenor del discurso de Koffi Annan, del 9 de marzo de 2004 (Cf. AFP).

Por el contrario, son parecidas situaciones las que alienan la soberanía de los pueblos y funda el derecho de ingerencia. Si, de nuevo llegamos a eso, la situación constituiría un retroceso insoportable para nuestro país.

13. Nosotros, los Obispos expresamos nuestra compasión por los compatriotas sumergidos en sufrimientos repetidos y compartimos la esperanza de construir juntos un Congo respetuoso de la dignidad humana donde, al fin, sea bueno para todos el vivir.

14. Que Dios, por intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora de la Paz, proteja al Congo y bendiga a sus habitantes.

Bukavu 01 de junio de 2007.

Por la Provincia Eclesiástica de Bukavu

1. Mons. François-Xavier MAROY, Arzobispo de Bukavu

2. Mons. Faustin NGABU, Obispo de Goma

3. Mons. Jean-Pierre TAFUNGA, Evêque d’Uvira

4. Mons. Théophile KABOY, Obispo de Kasongo

5. Mons. Melchisédech SIKULI, Obispo de Butembo-Beni

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