Meles Zenawi: Un mendigo internacional sin escrúpulos

30/03/2009 | Opinión

La participación de Meles Zenawi en la cumbre del G-20 el 2 de abril no servirá más que para reafirmar su estatus como mendigo internacional acreditado. Zenawi es el nombre más conocido en las puertas y los pasillos de los donantes occidentales y sus instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Por consiguiente, el apelativo de mendigo internacional es bastante apropiado para describir el papel que desempeña en sus relaciones amistosas con Occidente.

Varias fuentes apuntan que Occidente ha gastado entre 36.000 y 40.000 millones de dólares en el régimen de Meles Zenawi a través de partidas presupuestarias u otros tipos de apoyo desde que llegó al poder en 1991. Esta es una suma elevada que podría haber tenido un impacto positivo significativo en el país si hubiera habido un gobierno etíope legal para invertirla. De hecho, dado que sus antecedentes demuestran un pésimo respeto hacia los derechos humanos, Zenawi no merece ninguna ayuda occidental.

Meles Zenawi precisa constantemente de ayuda y financiación exterior, al mantener una burocracia cara pero ineficiente cuya función principal es servir de pilar de su régimen de represión y terror. Asimismo, maneja una red de cuerpos de seguridad represivos muy costosa que requiere una cantidad exorbitante de recursos. Por tanto, no es difícil adivinar adónde va a parar la partida presupuestaria que recibe de Occidente. Zenawi tiene que perfeccionar constantemente sus armas y cualidades de mendigo.

El G-20, formado después de la crisis financiera de finales de los 90, incluye las llamadas democracias industriales y las economías emergentes. La crisis ha afectado principalmente a las economías emergentes de Latinoamérica y Asia que aplicaron las normas económicas de las instituciones financieras occidentales como el Banco Mundial. Sin embargo, la crisis actual es global y no se limita a ciertas zonas geográficas del mundo. Los regímenes que dependen de la ayuda exterior no podrán ser inmunes a la crisis.

La invitación de Meles Zenawi a la cumbre del llamado G-20 demuestra la creciente dependencia de ayuda exterior de su gobierno y su papel de mendigo internacional. Por tanto, la participación de Meles Zenawi en la cumbre preliminar y la cumbre anual del G-20 no eleva su estatus al de hombre de estado como su círculo y sus beneficiarios quieren hacernos creer. No es algo de lo que uno puede vanagloriarse, pero Meles Zenawi y sus secuaces no tienen escrúpulos ni vergüenza y presumen de ello como si fuera uno de sus mayores logros. Rechazado por la gran mayoría de los etíopes pero adorado en Occidente, Meles Zenawi no puede representar ni legal ni moralmente a Etiopía, tanto a nivel nacional como internacional.

Al considerar los criterios que se tienen en cuenta a la hora de proporcionar ayuda occidental, podríamos describir la ayuda al desarrollo como una asociación entre políticos occidentales y sus clientes, dictadores o lacayos, en el denominado tercer mundo. Es bien sabido que los países en vías de desarrollo, que quieren forjar su destino con sus propias manos y ejercer sus derechos de independencia y soberanía universalmente reconocidos, no cumplen los requisitos para obtener ayuda y favores de Occidente. Generalmente, mediante esta asociación (ayuda al desarrollo), Occidente puede influenciar y pisotear a los países que reciben la ayuda. Los donantes ejercen una gran influencia en estos países Otra de las características de esta asociación nefasta es la corrupción que explica que se desperdicien recursos considerables. Aunque se defienda que esta asociación sirva para combatir la pobreza, lo que realmente hace es perpetuar las dictaduras impidiendo que la población forme parte de los órganos que deciden cuestiones vitales y los procesos para ello. Un sistema basado en una participación pública amplia y gratuita que garantice la transparencia y la responsabilidad es el prerrequisito necesario para combatir la pobreza y alcanzar el desarrollo económico.

El daño duradero que esta asociación está infligiendo a la democracia, libertad y justicia social queda patente en Etiopía en la actualidad. El régimen ha intensificado sus constantes violaciones de derechos humanos y las penurias económicas. Todavía guardamos en la memoria el reciente el recuerdo del papel escandaloso que algunos diplomáticos o enviados occidentales desempeñaron al sacar al brutal régimen de Meles Zenawi del gran revuelo que causó el robo fraudulento de votos después de las elecciones de mayo de 2005. También es lamentable ver que esta agitación perdió su fuerza en parte por la oposición vacilante e indecisa que no supo aprovechar el momento y seguir hacia delante. Lo que habría que pagar por derrocar a Meles Zenawi es mucho menos que el coste de dejar que continúe en el poder incluso durante unos pocos meses. Después de haber sobrevivido a la agitación potencialmente destructiva, Meles Zenawi simplemente ha acelerado el ritmo de los asesinatos, encarcelamientos y negocios secretos para darles nuestra tierra legal a los vecinos. A pesar de que el régimen de Meles Zenawi haya sobrevivido, cada vez hay más etíopes que están convencidos de la que “la era de las votaciones” ha terminado. Envalentonado por el apoyo incondicional que recibe de Occidente y la falta de resistencia dentro del país, ha decidido consolidar y perpetuar su poder dictatorial en el país como nunca antes lo había hecho.

A pesar de haberlo desmentido repetidas veces, el régimen de Meles Zenawi se está enfrentando a una escasez crónica de divisa fuerte que está obligando a las pocas fábricas de manufactura nacional que dependen del material exterior a detener su producción. La realidad en Etiopía demuestra que el boom económico de Zenawi no es más que una presunción de su círculo y sus beneficiarios. Es un descalabro que ha producido una caída drástica en la calidad de vida de la gran mayoría de la población del país. Como ya se ha apuntado, la ayuda al desarrollo se ha convertido en la droga debilitadora de África que ha atrapado al continente en un círculo vicioso de corrupción y pobreza. Por consiguiente, la economía del régimen de Meles Zenawi, adicta a las ayudas, es muy vulnerable ante la actual crisis financiera global y puede derrumbarse en un período corto de tiempo por la ausencia de las inyecciones financieras que necesita desesperadamente por parte de sus donantes.

Seifu Tsegaye Demissie

Publicado en el Addis Voice, de Etiopía, el 26 de marzo de 2009.

Traducido por Laura Betancort, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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