Mauritania: entre el África blanca y negra, por José Eladio Santacara

8/07/2009 | Bitácora africana

Después de una larga espera en la frontera de Marruecos, hoy 8 de Diciembre entro en Mauritania. En realidad no sé dónde entro, pues no hay ni carretera, ni señales indicadoras: únicamente unos caminos pedregosos rodeados de arena, y me cuesta adivinar cual es el correcto.

En una de estas me equivoco, y para cuando me quiero dar cuenta Ibiletxe está totalmente atascada en la arena. Veo que la única solución es coger la pala e intentar quitarla hasta llegar a suelo firme. El calor es grande y no apetece nada, pero no hay otra solución. Cuando estoy en plena faena aparecen unos Mauritanos con una camioneta, y me ofrecen sacar a Ibiletxe del atasco a cambio de dinero. Me molesta el ofrecimiento pues parece que la falta de señales fuera intencionada para producir situaciones como esta, y les digo que ya me las arreglaré. Mientras yo estoy sudando, ellos se sientan tranquilamente esperando que al final pida su ayuda, y me agitan un billete de 50 Euros. A la tercera intentona, y cuando ya ven que lo voy a conseguir, se levantan y se marchan. No es un inicio muy acogedor que digamos!.

En la frontera es un continuo pedir dinero por todo. Saco la visa (10 E.), y al hacer el Laisser-passer (en lugar del CDP), me piden otros 10 E.

.- No tengo que pagar nada por ello- les contesto un poco mosqueado.

.-Todos tienen que pagar!- me contesta malhumorado y sorprendido. Y es cierto que los anteriores han pagado, pero me consta que no es así.

.- Pues quiero el recibo-

Saca un talonario y me hace uno: me consta que no sirve para nada, y además estoy discutiendo con el ejército. Al final me callo y acepto el chantaje.

Con el seguro lo mismo: tengo que estar regateando y después de un buen rato ya me veo circulando por las carreteras Mauritanas, mientras el desierto me rodea.

Nouadibou

Antes de ir a la capital decido visitar la ciudad costera de Nouadibou. Está en un bonito emplazamiento con la arena llegando hasta el mar, pero más que una ciudad es un pueblo polvoriento y sucio, donde su mayor tipismo es el puerto pesquero y el colorido de su abigarrado mercado.

Entablo amistad con 3 jóvenes de Gambia que como de costumbre vienen a pedirme dinero:

.- Que hacéis por aquí?

.- En nuestro país no hay trabajo, y querríamos ir a Europa, pero no sabemos cómo ni tenemos dinero-.

.- Y dónde vivís?-.

.- Por la noche nos metemos a dormir en el mercado y comemos lo que encontramos; si nos das algo podemos comprar arroz-.

Parecen sinceros, y no se les ve demasiado preocupados por su situación. Les doy algo de dinero y les acompaño a comprar la comida. Les deseo buena suerte y nos despedimos.

A Nouakchott

Cuando salgo de Nouadibou está anocheciendo, y me paro a dormir en un control a la salida de la ciudad. Desde hace 2 años hay una carretera completamente nueva para ir a la capital que se abre camino por el pleno desierto:: procuro no salirme de ella para no correr el riesgo de quedarme atrapado en la arena: todavía ni un sólo bache y totalmente lisa. Veo bastantes beduinos con sus tiendas cerca de la carretera y me pregunto de qué vivirán. Eso sí cada cierto tiempo hay grandes bolsas de plástico con agua a ambos lados de la carretera. La temperatura, aunque va para arriba sigue siendo agradable, e incluso por las noches refresca bastante.

Nouakchott

La entrada en la capital está precedida de muchas chabolas, pues cada vez más gente se instala en ella empujados por la aridez del suelo Mauritano. Sin embargo la capital no fue planificada para albergar tanta gente, y esto está acarreando graves problemas de salubridad. Me dirijo al albergue «Nomades», aparco en su interior, y después de unos cuantos días me puedo dar una buena ducha.

Al atardecer hago mi primera cena Subsahariana en el mismo albergue:: comida de Mali con unas chicas Malienses y unos franceses. La ciudad está rodeada de arena por todas partes, incluso si me descuido podría quedar atrapado, y parece estuviese en la playa. El mercado, o los mercados, están llenos de pequeñas tiendas, hay mucha suciedad por todas partes (me imagino esto será la tónica por todo África), pero están muy animados. Creo ya se ven más negros que blancos, y la lengua peul de los primeros se mezcla con el hassaniya y árabe de los blancos. Todo el mundo me quiere cambiar dinero, y lo necesito, pero mejor dejarlo para mañana después de ver los distintos precios. El agua es un bien escaso y es curioso verlos lavarse con apenas la nada que sale de sus teteras de plástico.
Al día siguiente voy con un Italiano a la embajada de Mali para conseguir el visado, y allá me encuentro la pareja de Catalanes me crucé en el camino. En 2 horas estará hecho y nos vamos a tomar algo. Otro Italiano ha hecho desde Egipto hasta Sudáfrica en moto, y me da valiosa información.

.-Nosotros también nos quedamos atascados en la entrada de Mauritana, y al final les pagué 10 Euros por sacarme de la arena- me dice Jordi el catalán.
A continuación me cuenta una bonita historia sobre la patria de los Beduinos, tan numerosos en este país.

La patria de los Beduinos

A un beduino le dan un papel en el que consta la nacionalidad que tiene. En realidad a el no le importa nada pues su patria está allá donde pone su tienda. Así que no le hace ni caso, el documento va pasando de bolsillo a bolsillo, estando cada vez más arrugado y lleno de grasa, resultando al final difícil de leer si pone que es Mauritano, o Marroquí, a de Mali o de Niger o Argelino. Después de algún tiempo, un día va a hacer sus necesidades, encuentra el inútil documento en el bolsillo, y se limpia con el.

A Senegal

Estoy una noche más en el Albergue, y el 11 de Noviembre, después de cambiar dinero salgo para Senegal, pero antes visito el puerto. El banco de pesca de Mauritania es uno de los más ricos del mundo, aunque el gobierno mauritano ante la falta de dinero está concediendo más licencias de las debidas pescándose casi sin control. Los pequeños barcos de pesca ricamente adornados van llegando al puerto en el que reina una gran actividad, y paso medio desapercibido (o al menos eso es lo que creo), mientras paseo por la arena observándoles. Al salir de Nouakchott me equivoco de carretera y aparezco en un inframundo de chabolas que se prolongan hasta donde alcanza la vista. Saco unas fotos, pero ni siquiera a ellos les gusta que tanta miseria salga a la luz, así que desisto y vuelvo atrás en busca de la dirección correcta. Otra vez estoy en pleno desierto, pues eso es Mauritania casi en su totalidad; exceptuando la capital, Nouadibou y las ciudades santas del desierto, el resto es la nada de donde siguen huyendo a la capital los beduinos, seguramente para llevar una vida peor, pues no hay ni infraestructuras ni viviendas dignas para acogerlos. Según me voy acercando a la frontera de Senegal las escasas lluvias empiezan a permitir que haya cierta vegetación: el desierto comienza poco a poco a dejar paso al Sahel. Cerca ya de Rosso, paro a dormir al lado de la policía, y otra vez debo andar con cuidado para que Ibiletxe no se quede atascada en la todavía abundante arena. Hago te para todos, me ofrecen un cuarto para dormir aunque prefiero hacerlo en Ibiletxe, y al día siguiente me dispongo a entrar en el África negra.

El río Senegal es la frontera entre Mauritania y Senegal, y el delta de su desembocadura ha dado origen a un gran parque nacional que alberga a millones de aves.
Del lado Mauritano, una gran verja da acceso al embarcadero, y una vez en el interior todos los funcionarios se dedican a pedirme dinero por cualquier cosa, y me cuesta quitármelos de encima. Son las 12 del mediodía, y la siguiente barcaza no sale hasta las 3; hace bastante calor y mientras como y charlo con algún camionero que también espera. Cuando voy a sellar la salida de Ibiletxe otra vez me pide dinero, pero estoy más que arto, y según saca el talonario de los recibos me marcho quedándose el funcionario sin saber qué decir.

.- Ya te vamos a acompañar pues los trámites en Senegal son un poco complicados- me dicen 2 jóvenes montándose también en la barcaza.

.- Gracias pero no necesito ayuda- les contesto intuyendo para qué vienen, pero eso será otra historia.

Adiós Mauritania

Hay que reconocer que la naturaleza no ha sido muy generosa contigo precisamente, pues además de momento ni siquiera te ha dejado petróleo o algo parecido. en el pasado parece que tu posición entre el África negra y blanca te trajo bastantes beneficios, pero eso ya es el pasado. Entiendo que quieras sacar dinero rápidamente de donde sea, pero mal negocio estás haciendo con tu rico banco de pesca pues a este paso se te agotará y haber quéhaces entonces. Diles a tus policías que el hecho de que todos los viajeros debamos pasar por tu territorio no les da derecho a hacer y a pedir lo que quieran. Supongo que en tu situación no es fácil encontrar un futuro digno, pero tendrás que hacerlo. Buena suerte.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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