Mandela y otros sujetos , Por Rafael Muñoz Abad * Centro de Estudios Africanos de la ULL

14/01/2013 | Bitácora africana

Hace unos días fue el nonagésimo cumpleaños de mi abuelo y quizás por ello me di cuenta de la fragilidad de la vida y de las consecuencias que el transcurrir del tiempo presenta. El mismo que para Mandela pasa, acercándolo a las frescas y verdes colinas de su poblado xhosa, donde a descansar ansía volver. El abuelo del mundo parece ir apagándose; pero quizás antes debería levantarse y darle un bastonazo al mono de Zuma. Sudáfrica es una de las cicatrices del rostro de la humanidad. Trinchera del dolor cosida con el hilo del perdón y ejemplo fehaciente de que África sí que puede. Zuma, aparte de estar cada día más gordo y haberse convertido en el Berlusconi africano, es un Idi Amín o un Mugabe en potencia. Un megalómano al que solo la entusiasta y joven democracia africana le impide ponerse un gorrito de leopardo y hacerse pasear en un trono a hombros de unos granjeros blancos. La vergüenza personificada de todos los sudafricanos. Este sujeto, envuelto en un escándalo de violación de la hija de un amigo, en la propia casa de este, lo cual es realmente surrealista, reconoció que de inmediato tomó una ducha por miedo a haber contraído el virus del sida. Sin comentarios. Y es que con los serios problemas de salud pública de la población negra a causa del crecimiento desbocado de las cifras de contagiados, lo menos que el inquilino de la presidencia sudafricana debe hacer es ofrecer semejantes espectáculos mediáticos. Zuma, que no es ni la sombra de Mandela, debería haber aprendido algo de su camarada de lucha en el ANC cuando ambos se oponían al régimen segregacionista de Pretoria. Un día de estos, Madiba se irá en silencio; de la misma manera que permaneció encerrado en aquella piedra caliza de Robben Island durante casi veinte años; apiadándose de sus carceleros y a la vez intentando entenderlos; a la espera, de que su liberación no fuese mancillada por el rencor o la venganza; y gracias a eso, cuando de vuelta esté a su choza, Sudáfrica habrá cerrado su círculo. ¿Y Zuma? Zuma es una atracción de feria indigna de haberse sentado en el mismo despacho que Nelson.

cuadernosdeafrica@gmail.com

original en : Diario de Avisos

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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