Mali: la nada y la abundancia, por José Eladio Santacara

29/10/2009 | Bitácora africana

El árido y duro desierto del Sahara, y la abundancia de las tierras regadas por el Niger. Los dos extremos se dan la mano en este país como tantos otros en África hecho con tiralíneas por los colonizadores Europeos. En su interior guarda celosamente grandes tesoros como Tombuctu, el país Dogón o la mezquita de Djenne, y a conocer a sus gentes y verlos he venido. El nombre de Mali se asocia sobre todo con el imperio de Mali, muchísimo más extenso que el Mali actual, y que en su época de mayor esplendor llegaba hasta el mar y la actual Ghana. Entre los Mandingas todavía se recuerdan y cantan las azañas del gran Kanku Musa y sobre todo de Sundiata. A su muerte se convirtió en hipopótamo, y todavía después de 750 años sigue cuidando que el río Niger continúe trayendo la prosperidad a estas tierras: esto lo que dice la historia del África, que al menos oficialmente, ya no existe.

A Bámako

Los pasos fronterizos de Guinea y Mali los hago sin ningún problema. La frontera casi ni existe y son dos pequeños puestos en medio de la carretera. A 100 km. está la capital Bámako, a donde llego casi de noche por una carretera al principio en buenas condiciones, pero los últimos 25 km son un desastre. El tráfico a la entrada de la ciudad se hace bastante denso y peligroso, sobre todo por las innumerables camionetas de transporte público que como de costumbre conducen a su aire y sin miramientos. Paro para llamar a los Salesianos pues según referencias tienen un colegio con un gran patio:

.- Si puedes aparcar en el patio del colegio sin ningún problema-. me dicen.

Me cuesta un buen rato llegar, y ya Tim me está esperando para darme la bienvenida. Me indica dónde aparcar, al lado tengo la ducha y los baños, y me voy a dar una vuelta por los alrededores. Las calles son de tierra, pero veo que estoy en una zona elegante de la ciudad: en uno de los restaurantes cercanos tienen una puerta Dogón ricamente adornada, y mi imaginación ayudada por la oscuridad de la noche vuela hasta allá.

Año Nuevo en Bamako

Al levantarme al día siguiente, último del año, veo que tengo una rueda pinchada:

.- Bueno dentro de lo que cabe no ha sido en la carretera- me consuelo.

.- Tenemos un sistema para llamar por tfno por Internet que es muy barato: puedes hacer a fijos las llamadas que quieras- me comenta Tim.

Sin pensármelo 2 veces acepto la invitación, y me pongo a llamar a las personas más allegadas para felicitarles el nuevo año. Por la tarde me voy al centro de la ciudad haber si tengo la suerte de encontrar algún espectáculo musical de fín de año. El centro tiene alguna amplia avenida, pero después es la nada. Para ir de un barrio a otro se pasa por calles llenas de agujeros, sin la más mínima infraestructura. En la plaza principal va a haber un espectáculo y me quedo 3 horas esperando a que comience. La policía se emplea a fondo para contener las avalanchas de la gente que continúa llegando y a las 23,45 comienza el espectáculo. Me quedo sorprendido, pues a pesar de que todo el mundo habla entre sí en Bambara las presentaciones se hace en francés y no dicen ni una sola palabra en el idioma local. De todas formas no hay nada que me interese, y al cabo de un rato me marcho. La vuelta al colegio es toda una odisea: me meto por calles que no tienen salida, e incluso algunas están cortadas por auténticos barrancos: menos mal que a pesar del día que es la gente está tranquila. Para colmo la policía me para (llevo una bombilla fundida pero eso aquí es de lo más normal), y son más de 20 m. de discusión hasta que consigo marcharme sin pagar nada.

Para cuando llego son las 4 de la mañana, y enseguida a dormir: adiós 2.007 bienvenido 2.008.

Hacia Tombuctu

El primer día del nuevo año me levanto bastante tarde, como dentro de Ibiletxe, me despido y parto hacia esta mítica ciudad. Paro en una de las calles de Bámako pues están celebrando un pequeño festival para festejar el nuevo año: a los sones del halam, flauta y tambores las mujeres ricamente ataviadas bailan en círculo con movimientos pausados y ceremoniosos: bonito espectáculo para iniciar el año.
Mopti

Otra vez voy hacia el noreste por el Sahel que preludia el desierto. Sin embargo el río Niger se encarga de regar y fertilizar estas tierras, viéndose cerca de el cuidados huertos y sobre todo cultivos de algodón. En un recodo del río aparece Mopti con su bullicioso puerto que le da la vida. Bonito espectáculo contemplar los singulares barcos que utilizan el río para transportar todo tipo de mercancías. Dejo Ibiletxe aparcada en el patio de la iglesia, y voy a coger billete para ir a Tombuctu en un todo terreno, pues me consta que la pista no es apta para Ibiletxe. . En África los transportes no tienen hora de salida: lo hacen cuando se llenan, y dado que no hay suficientes viajeros debo esperar hasta el día siguiente. (A Tombuctu también se puede ir en barco, pero en ese caso son 3 días de navegación).

Tombuctu

Los primeros 100 km son por una buena carretera, pero a partir de Douentza todo cambia. Son 200 km por una pista polvorienta y llena de baches, donde todos los huesos del cuerpo van literalmente bailando. Desde muchos km atrás el Niger ha ido extendiendo sus tentáculos de agua a su alrededor formando un auténtico e inmenso delta.. A 25 km de la ciudad hay que atravesar el Niger en Korioume: ya voy pensando en la cama del hotel pero para mi sorpresa me dicen que es tarde y no habrá barcaza hasta mañana. Por la noche refresca mucho y no he traído el saco de dormir! A la luz de la linterna pues no hay electricidad, me acurruco como todos los demás del todo terreno en el suelo de la tienda, y me dejan una mugrienta manta para taparme. Con el ruido del agua a escasos metros de la tienda me duermo pensando en Tombuctu. Antes de que salga el sol ya estamos levantados, tomamos un café y con la primera barcaza cruzamos a la otra orilla. Esta es un amasijo de suciedad, basura, pequeñas casas hechas con barro y plásticos, entre las que rebuscan las cabras y juguetean los muchos críos que se ven. La camioneta circula entre las aguas del original delta, y no parece que estemos a las puertas del desierto. A los 20 km avistamos la ciudad, llegamos a la plaza y nos despedimos hasta dentro de 2 días en que volveremos a Mopti.

La ciudad mítica

Estoy en la ciudad que tantas veces soñé con visitar .alguna vez. Ya no es ni sombra de lo que fue, estaba sobre aviso, pero no importa: es todo un hito en la historia de África y de la humanidad. En su época de esplendor, allá por el siglo X hasta el XVII, muchos estudiosos de Oriente Medio, del Al-Andalus musulmán y de África acudían a ella atraídos por la fama de sus universidades y bibliotecas que todavía hoy se pueden admirar. Tan segura de sí misma se sentía Tombuctu que no se construyó en Korioume, donde ahora está su puerto, sino que se adentro en pleno desierto de donde provenía su riqueza: Por el transitaban las caravanas cargadas de productos que unían el África negra con el norte mediterráneo blanco, y tal vez por eso se dice que Tombuctu tiene la piel negra pero el alma de beduino.

Sin embargo los días de gloria pasaron, y ahora a duras penas consigue defenderse de la traicionera arena que intenta sepultarla para siempre: desde la azotea del hotel se ve una gran nube de polvo que envuelve a la ciudad hasta donde la vista alcanza. No obstante mezquitas como Sankore y Jingaray, el gran castillo o sus bibliotecas nos recuerdan que una vez rivalizó con las mejores ciudades del mundo.

Al país Dogón

Después de un agitado viaje de vuelta, vamos 14 en el todo terreno y a mí me toca viajar en uno de los asientos laterales de la parte trasera, nos juntamos de nuevo Ibiletxe y yo y partimos hacia Bandiagara, punto de partida para visitar el país Dogón.

En los 150 km de la foz de Bandiagara encontró cobijo el pueblo Dogón, que llegó aquí hacia 1500, construyendo sus poblados al abrigo de ella. Al descender a Banani y ver sus casas con sus puertas primorosamente talladas escalando la pared del cortado, no puedo menos que acordarme del valle de Hilara en la Capadocia Turca donde las casas de sus antiguos moradores estaban literalmente colgadas de la roca. Aquí las casas alternan con los graneros, y en medio hay un lugar especial donde sólo pueden entrar los mayores de 60 años que se encargan de resolver los conflictos del pueblo. No hay ni electricidad ni agua corriente, y el dinero que se cobra a los turistas por visitar los poblados les ayuda a seguir viviendo en este duro lugar. El poblado que más me impresiona es el de Teli: en lo más alto del acantilado están las diminutas casas de los que se supone eran los anteriores moradores a la llegada del pueblo Dogón, los Tellem. Si no fuera por los caza-turistas a los que es difícil quitártelos de encima, es una zona encantadora para sumergirse en su mundo y quedarse unos días, tal vez semanas.

Datos Prácticos sobre Mali

Visado 25 E. en la embajada de Nouakchot. En un par de horas hecho.

Paso de Frontera Sin problemas.

Tasa de Salida : No hay

Automóvil No hace falta CDP pero se agilizan los trámites. Seguro el mismo de zona Cefa. La policía suele pedir el seguro.

. Carreteras : Las generales bien. Las demás son pistas que pueden estar más o menos bien.

Otros: Es un país con cierto turismo y hay que andar con cuidado con los que se mueven alrededor de ese mundo. Internet barata pero lenta. Comida en la calle muy barata: en restaurantes no tanto. La gente es amable. Tomando las debidas precauciones se puede aparcar para dormir sin problemas. La policía suele incordiar pidiendo papeles pero sin mayores problemas (pide dinero pero eso ya habilidad de cada uno).

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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