Lucha contra la corrupción y la impunidad en Mali

8/06/2011 | Opinión

Burkina debería aprender.

¡Ah, ojalá Mali pudiera ser musa para Burkina! Entonces acabaría escribiendo con los más bellos versos y declamaría bonitas estrofas sobre las páginas de la lucha contra la corrupción y la impunidad.

El régimen de Amadou Toumani Touré –ATT– no ha vacilado en echar a un ministro y a continuación a un oficial del ejército ya que habían “distraído” dinero de las arcas públicas. El presidente maliense viene a demostrar, por necesario, una vez más su compromiso con la transparencia en la gestión de lo público, y por tanto, de la democracia. Cuestión que solo puede darse con el fruto de la alternancia, esta hidromiel que numerosos dirigentes y gobernantes rehúsan beber pero cuyos efluvios serían capaces de conseguir grandes acciones por el bien del pueblo.

En efecto, un director general, sabiendo que no estará más de cinco años en su puesto y que su reemplazo podría dejarle en evidencia por su dudosa gestión de los fondos públicos deberá ir con cuidado. Normal entonces que ATT al fin del mandato deba cuidar la imagen de su paso por la cabeza del Estado y velar por su reputación en el panteón de grandes hombres de Estado malienses. Especialmente encomiable que los grandes actos de lucha contra la corrupción y la impunidad se hayan establecido antes que su solemne e histórica declaración al no tener más ambición por el sillón presidencial. Aunque todo esto sucede como si en Burkina nos amparasen ángeles y santos. Sin embargo artículos de prensa, informes y ciertos acontecimientos demuestran cada día que asuntos turbios suceden en la administración del estado.

Pero ¿por qué raramente se escucha la noticia de que algún dirigente ha metido la mano en el cazo? En Burkina se tomaría a este semejante por un idiota de remate si lo hiciera sin el apoyo de altas personalidades cuyos actos no están a la altura de su estatus.

Y son numerosos los países africanos que tienen bien ganada su fama de corruptos, que hacen pocos esfuerzos para combatir esta lacra. Cierto que cuando los regímenes duran y se incrustan, todo se esclerotiza y los delincuentes de cuello blanco se burlan de cualquier amenaza de sanción. Tanto peor si las ONG se quedan exhaustas y terminan por salir del país debido a la malversación de fondos que las ahoga. “A quien le importa” por decirlo en su expresión popular, si los investigadores extranjeros vacilan, y finalmente renuncian a sustentar al país con sus aportes económicos debido a que el sistema judicial, garante de la seguridad y de la ejecución de sus transacciones está ligado a la corrupción.

Al final tanto peor para la gente si su economía se hunde y sus condiciones de vida empeoran. Y sólo es una cuestión de voluntad. Sólidas instituciones deberían poder articular sus mecanismos bien engrasados, expulsar de su seno a hombres y mujeres poco recomendables. Sería un ejemplo el Interventor General de Mali, equivalente a la Autoridad superior de control del Estado de Burkina, pero que funciona sin ningún tipo de intervención del poder e independiente de los ministerios.

Aunque por encima de todo está la cultura de la alternancia que nace y se engrandece. Ya que la calidad de sus acciones es la que da hoy en día un tono brillante a la gobernanza de Mali. La receta es de lo mejor para involucrar a los hombres que se dicen íntegros.

Abdou Zoure

Publicado en “Le Pays”, Burkina Faso, 6 de junio de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander, para Fundación Sur.

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