Los niños perdidos de Gao, Por José Naranjo

11/03/2013 | Bitácora africana

Son adolescentes. Tienen doce, catorce, dieciseis años. Uno de ellos se abalanzó, subido en una moto, contra un control militar en Gao con un cinturón de explosivos oculto bajo sus ropas y murió en el acto sin causar víctimas mortales inaugurando una macabra lista. Ocurrió hace ahora un mes en lo que fue el primer atentado suicida en el norte de Malí. Muchos han sido vistos por los alrededores de Gao llevando armas y explosivos tras la recuperación de la ciudad por parte del Ejército francés y algunos han participado en recientes enfrentamientos. Son niños que fueron reclutados por el grupo terrorista Muyao para luchar en esta guerra a cambio de 400 euros al mes, a quienes ahora prometen el Paraíso si mueren por el Yihad. Son la nueva y dramática cara de este conflicto.

El jardín de N’jawa se encuentra a las afueras de Gao, junto al río. Se trata de una finca propiedad del empresario local Mahamoud Che Meïga. Desde el pasado mes de julio era el campo de entrenamiento y adoctrinamiento de los nuevos reclutas del Movimiento por la Unicidad del Yihad en África del Oeste (Muyao). Aquí hacían sus prácticas de tiro. Muchos de ellos eran niños de 14 ó 15 años. “Les ofrecían sueldos de entre 300 y 500 euros al mes, gente que no tiene nada y que de repente cobraban lo que podía ganar su padre en un año”, asegura Malick Ibrahim, abogado designado por la Corte Penal Internacional (CPI) para investigar los abusos cometidos en el norte de Malí.

Unos 500 reclutas pasaron por estas instalaciones. Muchos procedían de los pequeños pueblos de los alrededores de Gao, donde la miseria castiga con más fuerza y donde había logrado echar raíces una comunidad religiosa wahabita llamada Ansar Sunna. “Estos integristas promovían desde hace tiempo la separación de mujeres y hombres o que las mujeres fueran totalmente cubiertas por la calle. Fueron reprimidos por el Estado por su radicalismo, pero muchos se quedaron en los pueblos promoviendo estas prácticas. Cuando llegaron los terroristas se apoyaron en ellos para el reclutamiento de jóvenes y para la extensión de sus ideas”, explica Ibrahim.

El jardín de N’jawa está hoy destrozado. Dos de sus construcciones fueron alcanzadas por los bombardeos de la Aviación francesa y entre los escombros aún se pueden ver las ropas que usaban los yihadistas y restos de comida. Todos los vehículos fueron robados. Sólo dos blindados del Ejército maliense que fueron capturados por los radicales durante su avance el año pasado siguen ahí, bajo unos árboles. De esos cientos de niños no queda ni rastro. Pero la mayoría no están lejos, no pudieron huir.

“Les lavan el cerebro, les drogan, les prometen primero dinero y luego el Paraíso, pero en realidad lo que están haciendo es aprovecharse de la miseria y la ignorancia”, añade el abogado de la CPI. Las organizaciones de Derechos Humanos ya han advertido del uso de niños soldado en este conflicto, tal y como contaba hace un mes Chema Caballero en este mismo blog, y la presencia de menores de corta edad entre los grupos armados era algo más que evidente. Su uso como suicidas de una manera más bien desesperada no es más que una nueva vuelta de tuerca. Un portavoz de Muyao lo dijo hace unas semanas: “Vamos a crear una nueva zona de conflicto (…) y vamos a utilizar kamikazes en ella”, aseguró.

l primer terrorista suicida procedía de la carretera que une a Gao con Bourem. Esta zona sigue siendo muy peligrosa. “Por esta pista huyeron muchos terroristas, unos en coches y otros a pie o en moto, estos últimos no pudieron ir muy lejos, toda la zona está llena de gente armada”, asegura Moussa, vecino de Gao, quien hace poco se topó de frente con un joven con un kalashnikov, granadas de mano y varios fajos de billetes en el bolsillo. “Me dio 10.000 francos CFA (unos 15 euros) porque quería que fuera a la ciudad a comprarle algo para comer. Pero yo avisé a la Gendarmería”, añade.

El periodista maliense Cheikh Diouara sabe bien de la existencia de estos niños soldado. Es uno de los pocos que logró colarse en el norte de Malí durante la ocupación yihadista y grabó a estos menores llevando armas y haciendo tareas de vigilancia para Muyao. Estas imágenes fueron luego difundidas por el programa Envoyé Special de la cadena de televisión France2 el pasado mes de diciembre.

Por otra parte, la investigación abierta por Malick Ibrahim para la CPI sobre los abusos cometidos en el norte de Malí durante los diez meses de ocupación por parte de los rebeldes tuaregs y los yihadistas empieza a dar sus frutos. El balance provisional es de una lapidación en Aguelhoc a una pareja por tener hijos sin estar casados, 120 violaciones a mujeres (un centenar en Gao y 20 en Tombuctú), 26 ejecuciones, la mayoría en la región de Gao y por decapitación, 16 amputaciones de manos o pies a presuntos ladrones (13 en Gao y 3 en Tombuctú), más de 400 flagelaciones (prácticamente a diario) y saqueos y pillajes por todas partes.

“El MNLA (rebeldes tuaregs) y los grupos yihadistas son, desde nuestro punto de vista, una misma identidad terrorista, aunque con nombres distintos. En una primera fase, el MNLA lanzó su ofensiva mediática en Europa, sobre todo en Francia, para asegurarse ciertas simpatías hacia su causa, engañando a todos sobre la situación de los tuaregs. En una segunda fase, comenzaron su ofensiva de la mano de los yihadistas, pero era el MNLA quien cometía los abusos. Poco después el Muyao se presentó como salvador de la población frente a los tuaregs para ganarse su confianza y poder llevar a cabo sus actividades delictivas, sobre todo tráfico de drogas”, asegura Malick Ibrahim, quien también es presidente de la comisión jurídica del Colectivo de Ciudadanos del Norte de Malí.

El uso de niños soldado es uno de esos crímenes que ahora intenta perseguir la CPI. En una comisaría de Sevaré, cerca de Mopti, me encuentro con uno de estos niños. Se llama Adama Drabo y ha sido detenido en Douentza. Él asegura que sólo ha sido cocinero de Muyao y, tras unos días de detención, es liberado en Bamako. Ahora se encuentra con su familia. Ha tenido suerte. Probablemente no sabremos nunca cuántos han muerto y están muriendo en este momento en esta guerra de Malí con pocas imágenes y menos certezas.

Original en : Blogs de El País – África no es un país

Autor

  • Naranjo, José

    José Naranjo Noble nació en Telde (Gran Canaria) el 23 de noviembre de 1971. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en 1994, ha seguido profesionalmente el fenómeno de la inmigración africana hacia Canarias, tanto desde la óptica de las Islas como desde los países de origen y tránsito de los irregulares. Así, para elaborar sus reportajes, publicados en diversos medios de comunicación, ha viajado por el sur de Marruecos, el Sahara, Argelia, Malí, Senegal, Gambia, Cabo Verde y Mauritania, donde ha recogido los testimonios de centenares de personas. Por este trabajo le fueron concedidos los premios Antonio Mompeón Motos de Periodismo 2006 y el Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española 2007, en este caso junto al también periodista Nicolás Castellano.

    Buena parte de su trabajo está recogido en los libros Cayucos (Editorial Debate, 2006), con el que fue finalista del Premio Debate, y en Los invisibles de Kolda (Editorial Península, 2009). Además, es coautor de los libros Inmigración en Canarias. Procesos y estrategias (Fundación Pedro García Cabrera, 2008) y Las migraciones en el mundo. Desafíos y esperanzas (Icaria, 2009).

    Es redacror de la revista digital de información sobre África Guinguinbali donde tiene su blog Los Invisibles , que reproduciremos en Bitácora Africana

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