Los musulmanes deben ignorar estas ofensas

28/09/2012 | AfroIslam

Los musulmanes deben olvidar estas ofensas

21/09/2012

Le Monde

por Tariq Oubrou*

La libertad de conciencia y de expresión es algo que hace parte de su patrimonio de manera indudable. Un avance y un progreso filosófico-moral reales de nuestra humanidad. Su impulso es irreversible. El derecho a la creación artística e intelectual participa de esta libertad. Cualquier arreglo en esta cuestión no haría ningún bien a lo que es lo más profundo de la humanidad: la libertad. Por eso, todos debemos defender y universalizar este valor cardinal.

Pero el resto del mundo no es occidental, ni tampoco muy democrático. Muchas civilizaciones no ven la libertad con los mismos ojos de un Occidente secularizado. La libertades individuales no incumben más que a las personas que les conciernen, y ni siquiera a su gobierno ni a su Estado. Cosa que muchos que están manifestando en el mundo musulmán no lo saben. En este universo cultural, el totalitarismo del Estado había reemplazado el espíritu tribal de antaño (la assabiya de Ibn Jaldún) y donde el “yo” del individuo se queda diluido todavía en un “nosotros” comunitarista flotante. A pesar de la “primavera árabe”, esta mentalidad persiste. La confusión entre el Estado y el ciudadano es total, y el video difundido por Internet se comprende por lo tanto como una expresión del Estado americano.

Esta lectura del mundo justifica a los ojos de algunos que se pueda atacar al embajador americano en Libia, por ejemplo, y que era un gran amigo del pueblo libio. En este caso no se trata solamente de un crimen y de una transgresión del derecho internacional, sino de la transgresión de un mandamiento del Profeta que prohibió atacar a los emisarios y embajadores. Esta prohibición, como lo explica el Profeta, es el respeto de un derecho internacional que existía ya en su época. Asistimos sobre este punto a una ironía de la historia, cuando los musulmanes matan en nombre del Profeta contra los designios del Profeta.

La vulnerabilidad de ciertas culturas musulmanas se vuelto un pretexto para reforzar o reivindicar leyes liberticidas y aumentar los extremismos y la intolerancia contra las enseñanzas de la religión misma. Porque en el fondo se trata en todo esto más de una frustración que de una espiritualidad clarividente. Esta tentación está ganando incluso a los musulmanes que viven en Occidente. El mundo musulmán, sin llegar a esencializarlo, debe ir más allá de su susceptibilidad hacia el Occidente y romper con un espíritu que ve por todas partes complots hacia ellos y que le está carcomiendo. Porque sencillamente la libertad y la creatividad son lo propio del Hombre. Ninguna religión digna de este nombre ni ningún sistema cultural o filosófico no puede negar este principio.

Y es que el hombre es responsable porque es libre. En efecto, una libertad mal gestionada puede engendrar desorden, de donde la necesidad de una ética universal capaz de armonizar las libertades. ¿Qué podemos hacer entonces delante de una humanidad tan compleja y complicada? ¿Cómo podemos sobrepasar esta paradoja?

Nuestra humanidad está unificada por una mundialización que le compromete en un destino casi común. Así los medios de comunicación y los transportes tan sofisticados han favorecido el nacimiento de un fenómeno de imbricación y de intercomunicación de las culturas y de las civilizaciones que revela a la humanidad a sí misma, a veces con una gran brutalidad. Esta situación crea choques de ignorancias y de emociones más que de ideologías, de racionalidades y de convicciones. Esta mundialización coincide con la llegada de la post-modernidad que se caracteriza por dos aspectos entre otros: la crisis de lo racional y como consecuencia la emergencia de un paradigma de lo emocional y de lo irracional por una parte; y la tecnología de punta, por otra parte.

En este contexto podríamos leer la reacción violenta de una parte del mundo musulmán al la película americana. No voy a entrar aquí en consideraciones ligadas a la identidad religiosa, étnica o filosófica de los autores ni a sus motivaciones. Pero una cosa es cierta, y es que la obra es artisticamente mediocre y el contenido insultante para millones de musulmanes. Se ve claramente que hay una voluntad clara en ello de querer ofender.

Actualmente, este asunto toca ahora a Francia con las caricaturas publicadas por Charly Hebdo, gesto que viene a echar aceite sobre el fuego. No nada que justifique la violencia para poner en entredicho la libertad de expresión, por muy insultante y blasfemo que sea. Los textos y el derecho canónico musulmán prohíben el uso personal e individual de la violencia, porque esto es del orden del derecho penal, ejecutado por el Estado. Es lo que Max Weber ha calificado de “violencia legítima” del Estado.

En cuanto a la contestación y a la crítica, son legítimas. Deben ser un ejercicio civilizado. La crítica del arte se hace a través del arte, la filosofía por la filosofía, las ideas por las ideas. El hecho de responder a estas provocaciones gratuitas constituye una publicidad para obras que de otra manera serían totalmente desconocidas. El problema del islam es ante todo los musulmanes. Y como dice el proverbio árabe, el ignorante es más peligroso de sí mismo que su peor enemigo exterior.

Tariq Oubrou, Rector de la mezquita de Burdeos.

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