Los movimientos migratorios durante guerra de independencia en Angola del Norte (1961-1974)

31/07/2019 | Opinión

captura_de_pantalla_2019-07-12_a_las_13.53.16.pngUna de las razones por las que 1961 representa un punto de inflexión en la historia angoleña es el alzamiento que tuvo lugar en el norte del país, que comenzó en marzo de ese año. En unas semanas, miles de personas habían sido asesinadas, tanto por insurgentes, en su mayoría operando bajo el nombre de la Unión de las Poblaciones de Angola (UPA), como por grupos paramilitares portugueses y por el ejército portugués. Conforme el conflicto iba a más, los portugueses se retiraron hacia las ciudades principales de la región o huyeron hacia la capital, Luanda. En un par de semanas, toda la provincia, a excepción de los principales centros poblacionales, había quedado libre del control colonial y pasado a ser gobernado por los locales. En este contexto, varios miles de angoleños huyeron a las zonas rurales y, si bien algunos decidieron unirse a las guerrillas de la UPA, la mayoría trató de cruzar al recién independizado Congo.

Los refuerzos del ejército portugués llegaron al área en mayo de 1961, y a finales de este año los portugueses habían ya recuperado el control sobre la mayor parte de la región. Durante los meses siguientes las fuerzas coloniales llegaron a implementar una acción militar efectiva en las áreas forestales, haciendo que las milicias independentistas tuviesen que emigrar al Congo. De la población que se mantuvo en Angola, la mayoría trató también de cruzar al país vecino, siendo una minoría la que decidía pasarse a las zonas controladas por los portugueses o continuar con las incursiones guerrilleras. Hasta 1970, la región de Angola del Norte puede ser caracterizada por tratarse de una zona militar. Tras el golpe de estado de Portugal en 1974 que provocó la caída de la dictadura salazarista, en Angola se firmó un alto el fuego, y en 1975 el país africano alcanzó la independencia.

La historia de Angola del Norte está particularmente bien documentada. El Reino del Congo se mantuvo en contacto desde muy temprano con los portugueses y, ya en el siglo XVI, existía una élite cristiana alfabetizada, especialmente en los centros urbanos de la región. Mientras la influencia portuguesa continuaba expandiéndose, el contacto directo con los europeos decayó. En el momento de la partición colonial alrededor de 1880, la influencia portuguesa en la región era mínima, por lo que el proceso para que la potencia europea pasase a tener el territorio bajo un control efectivo llevó bastante tiempo. El hecho de que la frontera internacional con el Congo Belga fuese finalmente acordado en 1935 es un ejemplo claro de lo despacio que la conquista colonial tuvo lugar en la práctica.

El contacto entre Angola del Norte y el Bajo Congo siempre había sido intenso. Antes de la época colonial, el área al completo formaba parte del Reino del Congo, e incluso con la separación formal a través de la frontera entre el Congo Belga y la Angola Portuguesa no frenó esta interacción. Las relaciones comerciales se mantuvieron muy intensas, y muchos habitantes de la zona tenían familiares al otro lado. Las migraciones hacia el Congo se explican por los intentos de los angoleños de evitar los trabajos forzosos de los portugueses, y por los salarios más altos en el país vecino. Episodios como el caso Buta en 1913-1914 o la apropiación de tierras por propietarios portugueses en los años 50 derivaron también en un aumento de la emigración de angoleños al Congo. Mientras bailundos del sur del país fueron llevados a Angola del Norte, las comunidades de esta región trabajaban en compañías dedicadas a la plantación de azúcar en el Congo (Sabakinu, 1976; Kouale, 1974: 32-33; Grenfell, 1998).

Si bien esta tradición de movilidad y contacto fue crucial durante la guerra que empezó en marzo del 61, se trata de un aspecto que a menudo se pasa por alto. Las conexiones entre la guerra y el movimiento de poblaciones demuestra la importancia que tiene este factor en el desarrollo de un conflicto armado. Los cambios de tendencias de esta naturaleza no tienen únicamente consecuencias prácticas. También afectan a las percepciones y al imaginario cultural de la sociedad afectada. La guerra altera la forma en que el panorama se interpreta. Un enfoque militar y tradicional no ofrece todas las respuestas ante un evento de este tipo. Tal y como señalaba Kurt Lewin en un artículo escrito durante la Primera Guerra Mundial (1917), un escenario de guerra, en oposición a uno de paz, se caracteriza por la división entre áreas que pertenecen tanto al bando de uno como al enemigo, y estas están en constante enfrentamiento. Estos “escenarios orientados” hacia el otro y separados por el frente representan espacios similares y a la vez desconocidos con respecto a su homólogo.

Otros factores obtienen también nuevos significados. Los pueblos, las casas, las calles y los bosques no se mantienen iguales durante la guerra, sino que se militarizan. En estos periodos, las funciones tradicionalmente asociadas como la de proveer de un espacio y lugar seguro a una familia son sustituidas por otras orientadas a una dimensión bélica. Además, mientras en una guerra convencional el frente se mantiene más o menos fijo y localizable, cuando se trata de incursiones guerrilleras el frente está en muchos espacios a la vez, y nunca se queda fijo.

Uno de los aspectos clave de la guerra en esta región es que tanto el ejército tradicional como las guerrillas dedicaron mucho tiempo a expandir sus propias redes de transporte mientras trataban de echar a perder la de sus enemigos. La capacidad de transporte es en la mayoría de guerras un factor fundamental a la hora de determinar el resultado final. Por supuesto, estos aspectos de movilidad afectaron a la vida de los civiles en múltiples formas.

La emigración en tiempos de guerra requiere no solo un análisis de la situación en los lugares de origen y destino, sino también del proceso intermedio. Para estos angoleños que se fueron al Congo, el retorno a su país de origen tras el conflicto representaba una preocupación mayor. De hecho, mucha de la propaganda emitida por la UPA presentaba a través de una metáfora que el camino de vuelta a Angola es equivalente a la carrera por conseguir la independencia.

Por supuesto, las rutas migratorias entre estos dos países no fueron inventadas en 1961, sino que la historia juega un papel fundamental en estos casos. La relación histórica entre estas comunidades facilitó los movimientos de población del siglo XX, si bien el contexto de guerra de los 60 alteró la naturaleza de los patrones tradicionales. Así, la diversidad en los medios de transporte para emigrar se convirtió en una de las características principales de estos procesos: la huída a pie a través de matorrales, el uso de vehículos motorizados o de animales tienen diferentes significados.

El problema de la emigración está estrechamente ligado a la coerción y falta de consentimiento. Durante la guerra de independencia en Angola del Norte mucha gente se vio tanto forzada a trasladarse como a mantenerse en sus localidades en condiciones muy desfavorables. En este sentido, las relaciones de poder fueron las que finalmente determinaron no solo las rutas disponibles para emigrar, sino también qué parte de la población tendría acceso a ellas. La paradoja en esta región es que lo que para un bando representaba una posibilidad y un activo importante, para la otra emergía como un obstáculo importante. Las carreteras portuguesas eran utilizadas por el ejército colonial, y representaban una traba para las guerrillas y los civiles. La construcción de estas carreteras se percibía como una victoria sobre las guerrillas, y era un signo de progreso y civilización para los grupos coloniales. Sin embargo, estas requerían una conservación para evitar volver a ser absorbidas por la maleza. En muchas áreas, pese a que los trabajos forzosos estaban prohibidos por ley, la falta de mano de obra y medios económicos para pagar a los trabajadores implicaron que esta práctica se mantuviese vigente.

En el sentido opuesto, los bosques para los portugueses implicaban peligro y dificultades, mientras que para las comunidades locales eran las zonas donde buscar refugio para los civiles y para transportar mensajes y mercancía para los miembros de la guerrilla. Los peligros para los civiles y las guerrillas eran en cierto modo similares: los intentos del gobierno colonial a la hora de mantener a la población bajo control pasaba por impedir a los civiles su huída hacia el Congo, lo que, a la par con la lucha contra las guerrillas, representaba una de las principales misiones de los equipos gubernamentales.

La presencia de la guerrilla era per se un obstáculo muy grande para el transporte de las fuerzas coloniales. Áreas muy vastas se mantuvieron fuera del control portugués durante largos periodos de tiempo, si bien a partir de 1962, cuando la UPA fue renombrada Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) tras juntarse con el Partido Democrático de Angola (PDA), la extensión de las “zonas liberadas” no era particularmente grande (Marcum, 1978: 44). Pese a esta presencia limitada, la metáfora de la realidad salvaje en oposición a la civilización —que formó parte del discurso colonial desde el principio de la guerra (Wirz, 1994, 15-36)— contribuyó a la asociación continua de los bosques con la violencia y el “enemigo asesino” (Cardoso, 2000: 126).

Estas rutas, los transportes utilizados y el hecho de la emigración en sí deben ser entendidos como parte de una práctica cotidiana que se ve reflejada en el lenguaje y el imaginario cultural de la población. En el contexto de esta guerra, todos los elementos que entran en juego en un proceso de este tipo adquieren un significado nuevo, por lo que los efectos a la larga en el comportamiento sociopolítico de un determinado sector de angoleños fue marcado de forma profunda durante estos años de guerra.

Bibliografía

Brinkman, Inge, 2006, Routes and the War for Independence in Northern Angola (1961-1974), in Canadian Journal of African Studies, 40(2), pp. 205-234.

Cardoso, Silva. 2000. Angola: Anatomía de una tragedia. Lisbon: Oficina do Livro

Grenfell, Frederick James. 1998. «History of the Baptist Church in Angola, 1879-1975.» BMS archives, Oxford, Th 87A

Kouale-Yaboro, Jules. 1974. «Problèmes posés au Zaïre par la guerre de libération nationale en Angola.» Thèse de Mémoire, ULB, Brussels.

Lewin, Kurt. 1917. «Kriegslandschaft», Zeitschrift für angewandte Psychologie 12: 440-47.

Marcum, John A. 1969. The Angolan Revolution: The Anatomy of an Explosion (1950-1962). Cambridge and London: The MIT Press.

Sabakinu Kivilu. 1976. «Quelques aspects de l’immigration angolaise au Bas-Zaïre.» Likundoli, Série C 1, no.2: 201-218.

Wirz, Albert. 1994. «Die Erfindung des Urwalds oder ein weiterer Versuch im Fährten lesen.» Periplus 4, 15-36.

[Edición: Álvaro García López]

[Fundación Sur]

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