Los grupos radicales islamistas operan con gobiernos africanos débiles o corruptos.

9/06/2014 | Editorial

Si Nigeria, Centroáfrica, Sudan, Chad, Camerún, Mali y Níger sufren la violencia armada de grupos radicales islamistas, no es pura casualidad. Los problemas locales degeneran en conflicto, debido a la negligencia, impunidad y a la corrupción de los propios gobiernos locales. Los grupos armados se aprovechan de esa fragilidad.

Según la opinión de varios expertos, una acción conjunta de la comunidad internacional será necesaria para liberar y estabilizar dichos países “ocupados”.

La autora del libro Désamorcer l’islam radical, Dounia Bouzar, afirma que las técnicas de los grupos islamistas han cambiado “El islam radical utiliza ahora internet para convencer a muchos jóvenes que los males de la sociedad son la señal de que Dios les ha elegido para pertenecer a un grupo superior con la misión de salvar al mundo que se desmorona”.

No se trata de formas de reclutamiento convencionales. Se hace un discurso que da confianza a los jóvenes, se les da un sentido en la vida y se les motiva para que se radicalicen en pequeños grupos, a los que pertenecen. Estos jóvenes ya no pertenecen a sus familias de origen.

Dichos jóvenes ya no quieren a sus antiguas amistades. Ni buscan los conciertos ni les interesa el deporte, y afirman que esta forma de vida tan relajada es del diablo. Ya no piensan en estudiar y cuestionan la autoridad de sus propios padres. Su autoridad reside ahora en el grupo islamista radicalizado”.

Para ayudar a los padres que constatan como sus hijos se van radicalizando, Dounia Bouzar ha abierto un centro de prevención de la radicalización del islam.

Otra cuestión seria: ¿de dónde sacan fondos tan abundantes estos grupos islamistas? Naturalmente existen corrientes del islam, como los sunitas, que constituyen el mayor grupo islámico del mundo, con un 85% de los musulmanes (a veces vinculados a Al Qaeda), y los chiitas, que son numerosos en: Irán, Irak, Líbano etc. Estos grupos mantienen un enfrentamiento feroz en países como en Irak y Siria, etc.

Existen gobiernos muy ricos como Arabia Saudí que apoyan generosamente a sus grupos radicales de vanguardia, para intentar imponer su versión del islam.

Con más del 50% de los jóvenes en paro, en África y en algunos países de Europa, nadie se debería extrañar que estos jóvenes se sientan atraídos por grupos radicalizados.

Estas son consecuencias de un sistema económico capitalista, que solo favorece a unas minorías, empobreciendo a la inmensa mayoría. Va siendo hora de que la sociedad despierte y se organice para crear pacíficamente alternativas sociales nuevas, centradas en la dignidad humana y en el Bien Común.

Podemos, solo nos falta quererlo de verdad.

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