Los demócratas musulmanes ganan las legislativas de Túnez

10/10/2019 | Crónicas y reportajes

imagen_tunez_rached_ghannouchi.jpgEl partido Ennahdha ha ganado este domingo las elecciones legislativas tunecinas de 2019 con un 17,5% de los votos. Ha logrado 52 de los 217 escaños de la Cámara, lo que le sitúa muy lejos de los 109 votos que requeriría para formar gobierno por sí mismo. Por ello se augura un proceso de formación de gobierno largo y complejo.

Qalb Tounes, el partido encabezado por Nabil Karoui, ha quedado en segundo lugar y contará con 38 escaños. La situación no ha sido sencilla con este partido, especialmente después de que su candidato presidencial fuese encarcelado, acusado de evasión de impuestos y lavado de dinero. Durante su estancia en prisión no hizo campaña, aunque eso no impidió que fuera elegido diputado por Bizerte. El pasado miércoles, ante el descontento que precedió a las elecciones, Karoui fue liberado de la cárcel para que pudiera hacer campaña para la segunda vuelta de las presidenciales en “igualdad de condiciones” que su principal contrincante, Kais Saied.

En tercer lugar, quedó el Partido Socialdemócrata Attayar («corriente democrática») del activista Mohammed Abbou, que ganó 22 escaños. Por detrás, con 21 escaños, quedó Karama, movimiento populista islamista recientemente formado por Seifeddine Makhlouf, un abogado conocido por defender a los presuntos salafistas. Por su parte, el Partido del Destino Libre, de la antiislamista Abir Moussi, ganó 17 escaños mientras que otros partidos, como Errhama, no lograron ningún escaño. Estos resultados confirman la fragmentación del Parlamento, con formaciones profundamente divergentes, anunciando negociaciones difíciles para formar un gobierno y poder legislar.

El partido ganador ha sufrido importantes cambios desde las elecciones de 2014, en las que, pese a quedar en segundo lugar, logró 17 escaños más que en esta ocasión. Cabe recordar que en 2016, durante el décimo congreso del partido Ennahda, Rachid Ghannouchi anunció la separación religiosa y política del partido. Así, su partido, antaño islamista moderado se alejó del islam político. Una de sus principales consecuencias es que los funcionarios que participan en actividades religiosas no pueden ocupar simultáneamente cargos en Ennahda.

Durante el segundo día del congreso Mehrezia Labidi, vicepresidenta del partido y ex vicepresidenta de la Asamblea Constituyente de Túnez, declaró: «Ahora somos demócratas musulmanes». Este importante cambio no ha sido bien acogido por todos los votantes religiosos de Ennahda, lo que ha repercutido en la disminución de votos al partido en las elecciones del domingo. Sin embargo, la alienación por parte de sus votantes ha podido ser inferior a la esperada por el propio movimiento porque los votantes religiosos siguen viendo que en cierto modo la cultura interna del partido sigue teniendo una base de tradición islamista. Algo que ya preveía en 2016 Mónica Marks, miembro visitante del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Ahora, lo que preocupa a los tunecinos es la formación del Gobierno en un momento en el que las divisiones parlamentarias se suman a un panorama político ya febril que agota a la ciudadanía. De hecho, solo el 41% de los votantes registrados se presentaron en las urnas. Basma Zoghbi, un trabajador del municipio de Túnez, hablaba con tristeza de esta cuestión: «Después de la revolución, todos éramos optimistas y nuestras esperanzas eran altas. Pero la esperanza ha disminuido enormemente ahora como resultado del desastroso desempeño de los gobernantes y el antiguo parlamento». Y es que ya han pasado ocho años desde que los tunecinos pusieran fin a décadas de gobierno autocrático y trajeran la democracia. Por lo que muchos se han desilusionado por la incapacidad de las repetidas coaliciones de gobierno para abordar una economía débil y servicios públicos deficientes.

Se espera que se pueda formar pronto una Gobierno que pueda ayudar a Túnez a crecer. Cualquier gobierno que emerja tendrá que enfrentarse a los mismos desafíos que han afectado a sus predecesores: alto desempleo, inflación y deuda pública y un poderoso sindicato que se resisten a los ajustes estructurales que los prestamistas extranjeros demandan.

Fuente: La Presse, VOA & Al Jazeera

[Traducción y edición, S. Ruiz Mínguez]

[Fundación Sur]


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