Los conflictos sobre los recursos naturales y el desgobierno del sur de Sudán

29/04/2009 | Opinión

Para aquellos que siguen habitualmente los sucesos políticos en el Sur de Sudán no les cogerá por sorpresa el conflicto étnico sin sentido que se ha extendido entre las tribus de Jonglei y el estado de los Lagos. Muchos renombrados analistas políticos y de seguridad de instituciones de prestigio (incluido el personal de la ONU, activistas de derechos humanos y sudaneses en la diáspora) llevan hablando de este tema desde 2006. Esta rivalidad inter-étnica no es una cosa nueva en estos estados, aunque estas comunidades han vivido en armonía muchos siglos y han tenido modos tradicionales de resolver las disputas.

Aunque los asaltos no son un nuevo fenómeno en la región, el incremento en los últimos años se puede atribuir a la lucha por los recursos naturales, a causa de la escasez de comida, la disparidad de acceso a la tierra y al agua y últimamente el fin de las reglas tradicionales y una mala política étnica.

Así que la gente no debería prejuzgar. Estas tribus aman la paz como cualquier otro. Debemos entender antes cuáles son las causas del robo de ganado o los asaltos, que provocan los conflictos. Después de todo, sus modos de vida han estado trastocados por intervenciones gubernamentales, que supuestamente se creía que era para dar seguridad y proveerles de servicios que les ayudasen a salir a flote. Pero el gobierno les falló enormemente.

Sería comprensible si nuestros cargos públicos, especialmente los políticos, actuasen y pensasen de una manera que satisfaga a la multitud que dicen gobernar. Me refiero a que gobernasen para proteger la vida y regular los comportamientos de los individuos para que se llegue a la coexistencia pacífica y el respeto mutuo de las tribus. Esto es para lo que fueron creados los gobierno en un primer momento. Sino, la gente se hubiese quedado en ese desafortunado estado -caótico, bárbaro, ingobernable e inhabitable- al no tener un gobierno que les proteja a ellos y a sus propiedades, como Tomas Hobbes profetizó hace 400 años.

No quiero recurrir a teorías históricas, políticas y filosóficas de conflictos o guerras, para comunicar mi punto de vista porque no tendría sentido, pero me gustaría enfocarme en los asuntos prácticos. El país entero, el Sur de Sudán, como sabemos, es ingobernable. Y de hecho, la firma de los acuerdos de paz ha dado a la gente falsas esperanzas. Todos piensan que teniendo al gobierno emplazado en Juba podría cambiar las cosas, opuestamente a lo que hicieron los sucesivos regímenes políticos y militares que estuvieron en el Norte de Sudán. Para nuestra consternación, no ha pasado nada todavía. Nuestro propio gobierno ha traicionado a su gente.

Cuando leo las noticias sobre escaramuzas contra ciertas comunidades, particularmente en los estados de Lagos y Jonglei, me recuerda a lo que decía Darwin en el Origen de las Especies de que “la comida, el tiempo y los animales tienen relaciones complejas que perfilan la lucha por la existencia”. También me recuerda a otra cita suya “cada hombre vive por una lucha en algún periodo de su vida una fuerte destrucción que inevitablemente atañe o a los jóvenes o a los viejos, durante su generación, o a intervalos recurrentes”.

Por ejemplo, Joglei es un lugar ambientalmente desfavorable, debido a la complejidad de sus condiciones sociales y ambientales. Las tribus que viven allí han tenido organizaciones políticas y sociales muy complicadas, dictadas e influidas por las condiciones del entorno.

Los Nuer (Lou, Laak and Gawaar) y los Dinka Bor en Jonglei tienen muchas cosas en común pues ambas son comunidades agrícolas. Sus migraciones estacionales ocurren sólo durante un corto otoño, invierno y primavera. Esas son las estaciones críticas donde vienen los conflictos con otros por los recursos naturales. Como el caso del acceso al agua y a los pastos para su ganado, además del acceso a pozas para la pesca y la caza. Hay que resaltar que estos pozos y lagos son propiedad, tradicionalmente, de determinadas comunidades y esto lo reflejan los nombres de los lugares. Quien entre en el territorio de otros debe adaptarse a las leyes y reglas fijadas por las comunidades locales. Esto incluye leyes para la pesca, caza o acceso a zonas de cultivo. Incluso, algunos ríos necesitan rituales a cargo de líderes espirituales antes de que los recursos se puedan explotar. Si alguna de estas leyes locales se viola, comienza el conflicto. Los Nuer y los Dinka Bor saben el significado de estos símbolos, pero las actuales generaciones parecen desafiar estas reglas comunitarias y las mezclan con su orgullo de juventud y el poder de sus pistolas. Además, la propiedad de estas tierras y fuentes de agua comunitarias están amenazadas porque son propiedad del estado y los gobiernos federales, sin darles alternativas a estas comunidades. Por eso las comunidades sin posesiones son empujadas al abismo, al limitarles el acceso a unas pocas tierras y puntos de agua, en una población muy masificada.

¿Como podemos entonces encontrar la solución a estos problemas causados por asaltos de ganado (que en mi opinión tiene que ver con recursos inadecuados)? Parece que la intervención del gobierno es la única solución. Pero pensemos un momento.

Primero. El gobierno de Juba es ingobernable. Segundo, las fuerzas armadas y policiales (SPLA), que deben proporcionar seguridad, son débiles y con poca o ninguna financiación, y lo peor de todo, son indisciplinados, corruptos, poco profesionales y tribales. En tercer lugar, los legisladores (o sus excelencias como les gusta que les llamen) no sólo son corruptos, sino también incompetentes para trazar estrategias y planes que ayuden a salvar vidas. Cuarto, los farsantes de nuestras autoridades estatales y federales, están socavando y debilitando el conocimiento tradicional ecológico de los ancianos, las autoridades y leyes de la costumbre. Por último, no se tiene en cuenta la voz de los grupos de derechos humanos en el Sur del país y en el exilio. Y lo que es peor, los sudaneses de la diáspora son a menudo amenazados, intimidados, chantajeados y desmoralizados, hasta el punto que han dejado de escribir sobre los asuntos que afectan a nuestro país. ¿Han oído ustedes hablar de lo que hizo el popular y admirado Mr Pagan Amum Okiech [el Secretario General del Movimiento para la Liberación del Pueblo de Sudán, SPLM] ordenando cerrar los foros que llevaban el nombre de SPLM? Es un asunto controvertido. Algunos lo consideran una forma de autoritarismo, otro una protección para los derechos de propiedad intelectual del SPLM. Juzgue usted mismo. Cualquiera sea el caso, si se cierran estos foros o equivalentes en la diáspora, como ha ordenado el señor Pagan, el partido se privará el mismo de seguidores, de un modo u otro.

Deng Yiech Bachech Deng

Publicado en SudanTribune, el día 13 de abril de 2009.


Traducido por Arantxa Freire, para Fundación Sur.

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