Los blancos en Sudáfrica siguen teniendo el control del capital

28/04/2017 | Opinión

sd.jpgEl papel del «capital monopolista blanco» en la Sudáfrica postapartheid ha estado en las noticias ultimamente. En el contexto de Sudáfrica, puede entenderse como el control practicamente total de la economía del país por parte de la población blanca.

El debate refleja una visión rota del sueño de una nación arcoiris que se vendió cuando la nación ganó lalibertad política hace 22 años. La idea es que el capital monopolista blanco es el origen de muchos de los problemas que actualmente tiene la economía de Sudáfrica.

La respuesta ha sido un coro de negacionistas de la existencia del capital monopolista blanco que acusan al gobernante Congreso Nacional Africano (ANC) de usar el concepto como un escudo contra cualquier crítica qué se les dirige. En vez de reconocer que han fallado en areas como una economía en decadencia, desigualdad en crecimiento, un desempleo masivo y una corrupción e incompetencia extendida por el sector público, los críticos argumentan que el gobierno quiere evadir cualquier culpa echando las culpas a un imaginario monopolio blanco del capital.

Algunas personas de este bando argumentan que Sudáfrica ha realizado avances significativos en la redistribución de la riqueza en el país a traves de la asignación de empresas estatales antes dirigidas por blancos a grupos negros, citando los niveles crecientes de propiedad negra en las empresas que cotizan en la bolsa de Johanesburgo.

Pero al confiar en un solo indicador, ignoran otros baremos claves que son imprescindibles para entender el dominio que el capital blanco tiene sobre la economía sudafricana. El argumento de la bolsa de Johanesburgo pasa por alto que el mercado de valores es solo una forma del capital. Si tenemos en cuenta el resto como la tierra, las viviendas, el capital humano, social y cultural, no hay duda que el capital blanco continúa dominando la economía.

Rechazar esta realidad demuestra una falta de comprensión de la naturaleza del capital y del vínculo entre la historia y las formas contemporaneas de acumulación de capital. Esto significa que el legado histórico del apartheid y el colonialismo, que crearon una transferencia masiva de los recursos del país a los inmigrantes europeos, continúan transformando la vida social,política y económica del país.

El privilegio blanco sigue existiendo y es facilmente reconocible en la diferencia de pobreza y desempleo, que acosan de forma desproporcionada a las comunidades negras. Esta desigualdad también es evidente en los patrones de la propiedad. Un nuevo estudio demuestra que solo el 23% de las acciones que cotizan en el mercado de valores tienen a sudafricanos negros como propietarios.

Además, las otras formas capital como las tierras y las propiedades de vivienda siguen estando dominadas de forma muy sesgada por la minoría blanca. La tierra es particularmente importante en el contexto sudafricano, pues se puede ver a flor de piel las cicatrices coloniales. El régimen colonial, y posteriormente el del apartheid, expulsó a los dueños originales de la tierra y se la vendió a los inmigrantes blancos, que usaron esta tierra robada para acumular capital mediante la minería y la agricultura.

Al final del apartheid en 1994, más del 80% de la tierra estaba en manos de la minoría blanca. Datos del Instituto de Pobreza, Tierra y Estudios Agrarios sugieren que solo 60,000 granjas controladas por los blancos tenían el 70% de la tierra. Las reformas agrarias para redistribuir la tierra han sido lentas; algunos estudios sugierien que solo el 10% de la tierra ha pasado de manos blancas a negras desde 1994.

Otra piedra angular de los diseñadores del colonialismo y apartheid era negar a todos los negros el acceso a las oportunidades económicas, así como limitar sus oportunidades tanto en la educación como en el empleo. Estos desarrollos han tenido consecuencias secuenciales y efectos generacionales. El resultado es que las desigualdades raciales siguen siendo reproducidas. Hay muchos ejemplos que se pueden citar para demostrar esto. Por ejemplo, los blancos siguen teniendo mejores habilidades y alcanzan niveles educativos más altos que sus homólogos negros. Por lo tanto, es más probable que alcancen posiciones más altas en el mercado de trabajo y, en promedio, ganen salarios más altos.

Los sudafricanos negros siguen estando muy poco representados en el mercado de trabajo cualificado porque son en gran parte no cualificados y por lo tanto más afectados por el alto desempleo del país.

El legado colonial y del apartheid también puede verse en la propiedad de activos. Las personas blancas poseen casas, hoteles, centros turísticos, tiendas, restaurantes, ahorros, dinero en efectivo, activos extranjeros y otras formas de productos financieros complejos. Ellos aprovechan su control para cobrar los alquileres y aumentar su riqueza, mientras que la mayoría de los negros siguen siendo pobres.

La adopción de las reformas basadas en el mercado en la Sudáfrica posterior al apartheid hizo que empeorara la distribución de la riqueza en el país, que ya estaba sesgada. Los blancos continuaron cosechando las recompensas de su privilegio anterior bajo el nuevo sistema económico.

No hay duda de que la nueva élite del partido gobernante del país también se ha beneficiado del sistema político, muchos a través de acuerdos económicos para empoderar a los negros. La alianza entre el capital monopolista blanco y el corrupto gobierno de la ANC inflige consecuencias devastadoras para los pobres.

El gobierno sudafricano debe hacer más para hacer frente a la creciente desigualdad, al desempleo desenfrenado y cumplir las promesas de desarrollo para todos y no sólo para unos pocos. Necesita demostrar que sus detractores están equivocados, que su búsqueda de lo que denomina «transformación económica radical» cumple la promesa de abordar los esquemas de propiedad económica sesgada del país.

Mohammad Amir Anwar

Fuente: The Conversation

[Traducción y edición, Fernando Martín]

[Fundación Sur]


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