“Los alemanes del Camerún : implicación de España en la Gran Guerra (1914-1918) . por Carlos A . Font Gavira

22/09/2016 | Cultura

«Su sepultura solitaria en la costa de Bata será conservado como recuerdo para los muchos indígenas del Camerón que habiendo seguido de su propia voluntad a los alemanes a país extraño, y que les habían conservado una fidelidad hasta la muerte, pasando por infinidad de penas y privaciones.» Epitafio al jefe de la tribu de los Ekaba. José Vicent.

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El presente trabajo de investigación pretende acercarse a un tema poco investigado y tratado por la historiografía: el refugio en la Guinea Española de los soldados alemanes derrotados en la vecina colonia del Camerún. Esta frase sencilla encierra una gran historia por su contenido y por las variantes en que discurrió. La Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la cual España mantuvo una posición de neutralidad, está asociada en el imaginario popular a los combates en la Vieja Europa donde se desarrolló el infierno de la guerra de trincheras. La devastación de la guerra europea alcanzó las colonias africanas convirtiendo el conflicto en universal.

Mi interés se centra en los avatares que vivió la colonia española de Guinea (Río Muni y Fernando Poo) al iniciarse las operaciones militares en África debido a que, geográficamente, se encontraba en una posición muy delicada. Si en algo coincidían Alemania y España era en la conveniencia de no trasladar la guerra a territorio africano. La guerra se decidiría en Europa y no era prudente involucrar a la población nativa de las colonias en la guerra entre europeos. Un motivo era evitar la imagen que se proyectaría de vulnerabilidad al enfrentarse entr ellos los dominadores coloniales. El territorio de Camerún había sido testigo de varias revueltas (Martin-Paul Samba) contra el poder colonial alemán poco antes de 1914 mientras que en el Muni la colonización española era endeble y poco asentada.

El Camerún alemán cubría toda la línea de frontera con las posesiones españolas y los ejércitos aliados pronto invadieron las posesiones alemanas en su proyecto de una conquista fácil y rápida. Nada más lejos de la realidad pues las colonias alemanas, dispersadas en el continente e incomunicadas con su metrópoli, resistieron más tiempo del previsto. La superioridad aliada, tanto en hombres como en material, se impuso a la larga y a principios de 1916 ya era un hecho evidente que las tropas alemanes en el Camerún no resistirían mucho tiempo y decidieron refugiarse en el territorio neutral español de la Guinea.

Ángel Barrera, gobernador español de la Guinea, pensaba que las tropas alemanas se rendirían ante el ejército aliado y jamás abrigó la posibilidad de que los alemanes traspasaran la frontera y se refugiaran en territorio español acogiéndose a su estatus de neutralidad, como así ocurrió. La sorpresa que supuso para los guardias españoles destinados en su puesto vigilando la frontera debió ser mayúscula al ver a unos destartalados alemanes entrar en territorio español tras una fatigosa retirada y tras ellos, acompañándolos, una oleada de refugiados cameruneses. A pesar de que España se había declarado oficialmente como un Estado neutral en la guerra europea, el acoger a unos soldados de una de las potencias beligerantes la situación diplomática se tornó muy delicada. Los alemanes podrían reorganizarse en territorio español y contraatacar y, en respuesta, era factible alguna represalia militar de los aliados.

Surgió la problemática de la definición legal de los prisioneros alemanes en territorio español. Los alemanes derrotados ante ojos españoles qué eran: ¿prisioneros de guerra?, ¿refugiados militares?, ¿soldados cautivos? El hecho fue que unos soldados se habían entregado y rendido oficialmente ante el ejército español. Era un problema complejo con una solución sencilla. El presidente del Consejo español, el conde de Romanones, se consumía internamente en su despacho buscando una solución y la encontró revisando el Tratado Internacional de la Haya (1907), que España había suscrito, referente al apartado sobre los derechos y deberes de los neutrales. Los alemanes serían internados bajo la protección española.

El problema más grave, por supuesto, fue de índole humanitario. ¿Cómo mantener y alimentar a una masa humana de casi 45.000 cameruneses leales a los alemanes a quienes habían seguido en su retirada a través de la selva? No sólo hay que contar a los soldados cameruneses (askaris) al servicio de los alemanes sino también a sus familias, sirvientes, intérpretes, exploradores,… prácticamente toda el edificio político y administrativo del Camerún alemán se encontraba de pronto bajo el amparo español. El gobernador Barrera, literalmente, se vio desbordado por la situación. El dominio español sobre Río Muni estaba poco asentado y las estructuras coloniales eran débiles. No todo el territorio estaba sometido y las revueltas nativas estaban a la orden del día. El acogimiento de todos estos refugiados añadía una inestabilidad creciente con peligro de colapsar el funcionamiento de la colonia provocando una situación de imprevisibles consecuencias. Después de unos caóticos meses en la parte continental se decidió trasladar a los alemanes y a los askaris a la isla de Fernando Poo donde fueron alojados en los llamados “campos de internamiento.” La organización de los campos de internamiento fue satisfactoria a largo plazo (aunque los primeros meses fueron difíciles) y no se produjeron revueltas de relieve.

Después de tensas discusiones en Madrid, de un gran nerviosismo en Santa Isabel y de superar las suspicacias de los gobiernos de París y Londres se decidió trasladar a los llamados “internados alemanes” a territorio peninsular español. A partir de aquí la historia de los “alemanes del Camerún” se bifurca entre los que fueron trasladados a España y los que se quedaron en los campos de internamiento de Fernando Poo. Los alemanes al pisar suelo español crearon una expectación entre la población increíble. El recibimiento prestado por la población a los alemanes en las distintas ciudades de acogida fue muy similar: curiosidad, exclamación y buen trato. La mayoría de alemanes tuvo una existencia discreta y correcta en España en ciudades como Zaragoza, Alcalá de Henares o Pamplona, salvo algunas excepciones notorias de alemanes implicados en desórdenes públicos e, incluso, en fugas de prisioneros. Algunos alemanes llegaron a estar tan integrados en la sociedad española que rehusaron volver a Alemania tras el fin de la guerra cuando expiraba el compromiso contraido por ellos de no abandonar España. Un país derrotado y humillado no era el mejor porvenir que se les presentaba a estos alemanes que habían creado negocios, fundado comercios e incluso formado familias en su patria adoptiva. Los descendientes de estos alemanes refugiados , protegidos de la neutralidad española, siguen viviendo en algunas ciudades españolas donde su apellido alemán delata su origen.

El gobierno español, con más determinación y voluntad que medios, supo estar a la altura del peligro y protagonizó una empresa intachable. Acoger unos soldados derrotados en la guerra ecuatorial y tenerlos bajo su protección aún riesgo de represalias y peligros mayores. Los españoles, tan desmemoriados para recordar su Historia, no han hecho una excepción con esta actuación sucedida en tan lejanas tierras. La sociedad española hizo un favor a la paz en medio de la más terrible de las guerras.El gobernador Barrera demostró, con su actuación, ser un hombre justo y humanitario, en el trato a estos refugiados pues no dudó en acogerlos, asentarlos y alimentarlos con los escasos medios que tenía a su alcance. El objetivo de prestar ayuda humanitaria lo cumplió sobradamente pese a no contar con el apoyo explícito del gobierno de la Nación que se limitó a contestar con excusas más que enviar alimentos y transportes que era lo que se necesitaba en la colonia.

Finalmente abogamos por colocar en la Historia de España en su justo capítulo el papel jugado por nuestro país en la contienda que pese a ser neutral participó un protagonismo más allá de la pura neutralidad. Un papel activo y comprometido, sorteando numerosos obstáculos, por parte de todos los beligerantes en la guerra. Una historia que merece ser investigada y escrita.

El presente trabajo de investigación pretende acercarse a un tema poco investigado y tratado por la historiografía: el refugio en la Guinea Española de los soldados alemanes derrotados en la vecina colonia del Camerún. Esta frase sencilla encierra una gran historia por su contenido y por las variantes en que discurrió. La Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la cual España mantuvo una posición de neutralidad, está asociada en el imaginario popular a los combates en la Vieja Europa donde se desarrolló el infierno de la guerra de trincheras. La devastación de la guerra europea alcanzó las colonias africanas convirtiendo el conflicto en universal.

Mi interés se centra en los avatares que vivió la colonia española de Guinea (Río Muni y Fernando Poo) al iniciarse las operaciones militares en África debido a que, geográficamente, se encontraba en una posición muy delicada. Si en algo coincidían Alemania y España era en la conveniencia de no trasladar la guerra a territorio africano. La guerra se decidiría en Europa y no era prudente involucrar a la población nativa de las colonias en la guerra entre europeos. Un motivo era evitar la imagen que se proyectaría de vulnerabilidad al enfrentarse entr ellos los dominadores coloniales. El territorio de Camerún había sido testigo de varias revueltas (Martin-Paul Samba) contra el poder colonial alemán poco antes de 1914 mientras que en el Muni la colonización española era endeble y poco asentada.

El Camerún alemán cubría toda la línea de frontera con las posesiones españolas y los ejércitos aliados pronto invadieron las posesiones alemanas en su proyecto de una conquista fácil y rápida. Nada más lejos de la realidad pues las colonias alemanas, dispersadas en el continente e incomunicadas con su metrópoli, resistieron más tiempo del previsto. La superioridad aliada, tanto en hombres como en material, se impuso a la larga y a principios de 1916 ya era un hecho evidente que las tropas alemanes en el Camerún no resistirían mucho tiempo y decidieron refugiarse en el territorio neutral español de la Guinea.

Ángel Barrera, gobernador español de la Guinea, pensaba que las tropas alemanas se rendirían ante el ejército aliado y jamás abrigó la posibilidad de que los alemanes traspasaran la frontera y se refugiaran en territorio español acogiéndose a su estatus de neutralidad, como así ocurrió. La sorpresa que supuso para los guardias españoles destinados en su puesto vigilando la frontera debió ser mayúscula al ver a unos destartalados alemanes entrar en territorio español tras una fatigosa retirada y tras ellos, acompañándolos, una oleada de refugiados cameruneses. A pesar de que España se había declarado oficialmente como un Estado neutral en la guerra europea, el acoger a unos soldados de una de las potencias beligerantes la situación diplomática se tornó muy delicada. Los alemanes podrían reorganizarse en territorio español y contraatacar y, en respuesta, era factible alguna represalia militar de los aliados.

Surgió la problemática de la definición legal de los prisioneros alemanes en territorio español. Los alemanes derrotados ante ojos españoles qué eran: ¿prisioneros de guerra?, ¿refugiados militares?, ¿soldados cautivos? El hecho fue que unos soldados se habían entregado y rendido oficialmente ante el ejército español. Era un problema complejo con una solución sencilla. El presidente del Consejo español, el conde de Romanones, se consumía internamente en su despacho buscando una solución y la encontró revisando el Tratado Internacional de la Haya (1907), que España había suscrito, referente al apartado sobre los derechos y deberes de los neutrales. Los alemanes serían internados bajo la protección española.
El problema más grave, por supuesto, fue de índole humanitario. ¿Cómo mantener y alimentar a una masa humana de casi 45.000 cameruneses leales a los alemanes a quienes habían seguido en su retirada a través de la selva? No sólo hay que contar a los soldados cameruneses (askaris) al servicio de los alemanes sino también a sus familias, sirvientes, intérpretes, exploradores,… prácticamente toda el edificio político y administrativo del Camerún alemán se encontraba de pronto bajo el amparo español. El gobernador Barrera, literalmente, se vio desbordado por la situación. El dominio español sobre Río Muni estaba poco asentado y las estructuras coloniales eran débiles. No todo el territorio estaba sometido y las revueltas nativas estaban a la orden del día. El acogimiento de todos estos refugiados añadía una inestabilidad creciente con peligro de colapsar el funcionamiento de la colonia provocando una situación de imprevisibles consecuencias. Después de unos caóticos meses en la parte continental se decidió trasladar a los alemanes y a los askaris a la isla de Fernando Poo donde fueron alojados en los llamados “campos de internamiento.” La organización de los campos de internamiento fue satisfactoria a largo plazo (aunque los primeros meses fueron difíciles) y no se produjeron revueltas de relieve.

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Después de tensas discusiones en Madrid, de un gran nerviosismo en Santa Isabel y de superar las suspicacias de los gobiernos de París y Londres se decidió trasladar a los llamados “internados alemanes” a territorio peninsular español. A partir de aquí la historia de los “alemanes del Camerún” se bifurca entre los que fueron trasladados a España y los que se quedaron en los campos de internamiento de Fernando Poo. Los alemanes al pisar suelo español crearon una expectación entre la población increíble. El recibimiento prestado por la población a los alemanes en las distintas ciudades de acogida fue muy similar: curiosidad, exclamación y buen trato. La mayoría de alemanes tuvo una existencia discreta y correcta en España en ciudades como Zaragoza, Alcalá de Henares o Pamplona, salvo algunas excepciones notorias de alemanes implicados en desórdenes públicos e, incluso, en fugas de prisioneros. Algunos alemanes llegaron a estar tan integrados en la sociedad española que rehusaron volver a Alemania tras el fin de la guerra cuando expiraba el compromiso contraido por ellos de no abandonar España. Un país derrotado y humillado no era el mejor porvenir que se les presentaba a estos alemanes que habían creado negocios, fundado comercios e incluso formado familias en su patria adoptiva. Los descendientes de estos alemanes refugiados , protegidos de la neutralidad española, siguen viviendo en algunas ciudades españolas donde su apellido alemán delata su origen.

El gobierno español, con más determinación y voluntad que medios, supo estar a la altura del peligro y protagonizó una empresa intachable. Acoger unos soldados derrotados en la guerra ecuatorial y tenerlos bajo su protección aún riesgo de represalias y peligros mayores. Los españoles, tan desmemoriados para recordar su Historia, no han hecho una excepción con esta actuación sucedida en tan lejanas tierras. La sociedad española hizo un favor a la paz en medio de la más terrible de las guerras.El gobernador Barrera demostró, con su actuación, ser un hombre justo y humanitario, en el trato a estos refugiados pues no dudó en acogerlos, asentarlos y alimentarlos con los escasos medios que tenía a su alcance. El objetivo de prestar ayuda humanitaria lo cumplió sobradamente pese a no contar con el apoyo explícito del gobierno de la Nación que se limitó a contestar con excusas más que enviar alimentos y transportes que era lo que se necesitaba en la colonia.

El libro será presentado por su autor carlos A Font Gavira el 29 de septiembre a las 19:00 horas en Fundación Sur C/ Gaztambide, 31 de Madrid

Finalmente abogamos por colocar en la Historia de España en su justo capítulo el papel jugado por nuestro país en la contienda que pese a ser neutral participó un protagonismo más allá de la pura neutralidad. Un papel activo y comprometido, sorteando numerosos obstáculos, por parte de todos los beligerantes en la guerra. Una historia que merece ser investigada y escrita.

Carlos A . Font Gavira

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