Lideres con inteligencia y corazon

19/09/2011 | Editorial

La crisis socio-económica actual es en el fondo una crisis de HUMANIDAD. Esta falta de líderes íntegros es notable a nivel global y en los ámbitos culturales, políticos, económicos, científicos, sociales y religiosos. Pienso que dos campos manifiestan con singular crudeza esta crisis: el mundo político y el económico.

La mayoría de los líderes políticos, en todos los Continentes, muestran visiones de limitada inspiración e inteligencia y repletas de egoísmo e intereses personales. El movimiento social mundial de los “Indignados” muestra claramente que sobre todo los jóvenes han perdido fe en la clase política mundial. Piden una nueva forma de hacer política y llevar la economía. Nuestros líderes políticos, salvo honrosas excepciones como Mandela, y algunos más, han perdido su credibilidad. Esto se puede aplicar a todos los partidos políticos, pues para todos ellos, lo primero no es el bien común, aunque lo repitan en tiempo de elecciones, sino el poder personal y del partido. Sencillamente nos faltan líderes políticos del calibre e integridad de Nyerere, Mandela o Ghandi. Necesitamos políticos que sean humanos, educados y no solo instruidos, ricos en valores, capaces de trabajar solo por el bien común con cabeza y corazón.

Esta grave crisis se palpa diariamente también en la esfera económico-social. Esta forma de economía mundial no es sostenible y pone en peligro la mera subsistencia de millones de personas. Los “arreglos” financieros no solucionan nada a largo plazo, porque la raíz del mal sigue intacta que es el espíritu humano Solo tratamos los síntomas. Jacques Delpelchin subraya que “la inconsciencia del capital es comparable a la radiactividad nuclear: inodoro, incolora, invisible” Cuando se miden sus efectos destructores, son ya irreversibles. ¿Cómo hemos llegado los humanos a esta situación en la que casi mil millones de seres humanos se mueren de hambre? Creo que no estamos ante una fatalidad, como tampoco lo estamos en el caso del cambio climático, pero si ante un reto urgente e histórico. ¿Prevalecerá nuestra inteligencia y nuestro corazón, nuestra Humanidad?

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