Las vicisitudes del periódico ‘The Inquirier’ de Liberia durante los últimos 17 años – mis recuerdos

29/01/2008 | Crónicas y reportajes

Hoy es realmente un hito indeleble en la crónica del periódico ‘The Inquirier’, el más antiguo superviviente de los periódicos surgidos en la pos guerra, cuando cumple 17 años. El periódico empezó a existir el 15 de enero de 1991, de la mano de un grupo de jóvenes reporteros y redactores, muchos de los cuales se habían formado en el periódico ‘Daily Observer’.

La idea del ‘Inquirier’ fue concebida por unos cuantos jóvenes reporteros, entre los que estaba Togba Slewion, Grody Dorbor, Gregory Stemn y el difunto Emmanuel Nah, al dejar su trabajo en el ‘Torchlight’ (luz de linterna), el primer periódico de la posguerra en Liberia. Antes del establecimiento del tabloide, la mayoría de los periodistas, antes bajo el control del antiguo mal llamado Frente Nacional Patriótico de Liberia, INPFL, del general Prince Johnson, ahora senador de la región de Nimba, formaban parte de lo que se conocía como el diario ‘Torchlight’, el primer noticiario de Monrovia, en aquel tiempo. Pero un día el miedo cundió entre el personal del periódico cuando se supo que el veterano Rufus Darpoh, que junto con otros padres del periodismo liberiano, como Weade Kobbah-Wureh y el difunto Frank Teah, estaban detenidos en la sede del INPFL por una historia que publicaba el periódico, sobre algunos combatientes del INPFL acosando a civiles en un centro de distribución de arroz. Al final, los veteranos fueron liberados, disipando así el miedo.

Como resultado de la detención de estos veteranos, algunos de los trabajadores del ‘Torchlight’ previeron que era peligroso trabajar para ese periódico con la implicación del INPFL y su liderazgo. Así que Slewion Togba, Grody Dorbor, Gregory Stemn y el difunto Emmanuel Nah, un día al volver a sus casas, mientras discutían sobre el futuro de los medios de comunicación en Liberia, concibieron la idea de establecer un periódico independiente, ya que los que veníamos del ‘Daily Observer’ no teníamos la autoridad de volver a lanzar el periódico, porque el que tenía dicha autoridad, el entonces director general, Kenneth Y. Best, estaba fuera del país por la situación de seguridad inestable.

Con la concepción de la idea, estos caballeros compartieron con algunos de nosotros los días posteriores la necesidad de publicar un noticiario independiente. Ahora, la tarea era conseguir un espacio para las oficinas y reclutar a otros para comenzar a trabajar en el primer periódico independiente de la posguerra en Liberia. La primera persona con la que se contactó fue el difunto T. Max Teah, al que se pidió dirigir la junta directiva. El siguiente paso era encontrar un Director General. Mientras se consideraba quién debería dirigir el diario, surgió el nombre de Gabriel Williams, un antiguo reportero del ‘Daily Observer’ y antiguo trabajador del Sindicato de la Prensa.

Después de más discusiones de ideas, el grupo decidió por unanimidad que él dirigiría el periódico. También surgió para dirigir el departamento financiero el nombre de Roger Seton, ya que sabía cómo hacer el trabajo en esa área, por su larga relación con el ‘Daily Observer’. Al tener completado el personal, el grupo empezó a buscar una oficina. El edificio del actual Ministerio de Juventud y Deportes fue seleccionado como oficina temporal del periódico porque estaba ocupado sólo por gente desplazada, así que los trabajadores empezaron en el mes de enero de 1991 a llevar algunos materiales que pudieran permitir la realización del periódico. En aquel tiempo no había mercado, legalmente, así que decidimos comprar que provenían de saqueos para empezar a trabajar. Como el entonces gobierno interino de Amos Sawyer, no controlaba la zona donde operaba el grupo de control de la paz de ECOWAS, el ECOMOG, empezamos a buscar oficina en esa zona, con la ayuda del jefe Williams, que conocía al propietario de un local en la calle Carey.

El personal original del periódico incluía a Gabriel Williams, Director General, Sam van Kesselly, Director asociado, Philip N. Wesseh, redactor de noticias, Roger Seton, director financiero, S. Togba Slewion, reportero jefe, Reverendo Amos Bryant, director de internacional, Bana Sackie, redactor de deportes, Gregory Stemn, director de fotografía, H. Wantu Major, director de distribuciónTimothy Pyne, asistente de distribución, Doe S. K. Davies, director de programación, Jacob Doe, Director de producción y Stanley George, como ayudante de oficina. Algunos de los reporteros eran los difuntos Emmanuel Nah e Ignatius Roberts; Budu Kaisa, Nyanti Allison y el difunto Bobby Tapson. Otros que se unieron a nosotros después son Edwin Fayiah, Sayon Kieh, J. Burgerss Carter, Kwanue James Fasuekoi, James Momoh, Massa Washington (que ahora trabaja en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Liberia), Mark Freeman, ahora abogado, Yadeh Chea, que corregía los textos a la luz de las velas; Albert Pyne, asistente de distribución, Agustine Choloply, que entro a formar parte del periódico en el último momento. Agustine se acaba de licenciar en la Universidad de Liberia en Ciencias Políticas.

Desde el principio del periódico, decidimos hacer el sacrificio de no recibir ningún tipo de salario hasta que las cosas no mejorasen. Y la verdad es que cuando las cosas mejoraron, lo que normalmente recibíamos como dinero suelto, se convirtió en nuestro salario. Antes de eso, ni siquiera abrimos una cuenta porque todo el dinero que se recaudaba era de la circulación, que entonces era el 90 %, ya que no había negocios activos, excepto el mercado negro de productos procedentes de los saqueos. Hoy, la situación ha cambiado con el 80 % de los ingresos provenientes de la publicidad y el 20 % restante de la circulación.

Los altos y bajos

Como muchas instituciones, el ‘Inquirier’ también tuvo que enfrentarse a sus propias vicisitudes. Los años de conflicto habían afectado el funcionamiento de los periódicos. El primer reto para el diario fue poder funcionar durante la ‘Operación Pulpo’ que fue lanzada por el entonces Frente Patriótico Nacional de Liberia, NPFL, de Charles Taylor. La operación convirtió en desplazados a nuestros trabajadores. Como resultado de ello, inventamos un sistema de prepararles comida.

Pero el peor incidente fie el del 6 de abril de 1996, con los enfrentamientos internos entre las partes antes enfrentadas en la guerra. Ese conflicto causó un inimaginable saqueo y destrucción de la ciudad. Nuestras oficinas en la calle Carey, fueron destruidas por el fuego. Pero con resistencia y determinación, volvimos al trabajo unos días después de que el conflicto remitiese, y comenzamos a trabajar en el edificio quemado, al que nos referíamos entonces como ‘La oficina quemada del Inquirier’. Volver a trabajar tras el incidente del 6 de abril, fue como empezar de cero otra vez, porque nuestras máquinas y el resto del equipo habían sido destruidos por el fuego. Debido a eso, fuimos al Mercado de “compra tus propias cosas”, un acrónimo dado a los mercados de variedades de artículos robados, donde nadie podía reclamar la propiedad de sus cosas.

Desde el principio del periódico, un visitante frecuente, sin aviso previo, del periódico era el antiguo general, Prince Johnson. Algunas veces era para elogiarnos, otras para arremeter contra nosotros o denigrarnos por haber publicado cierta historia que no le hubiese gustado. Era impredecible. Pero en definitiva, seguimos trabajando.

También, durante el régimen del antiguo Presidente Charles Taylor, fueron a buscar a alguno de nuestros empleados a la oficina y llevado a la mansión presidencial, en relación con alguna historia sobre un hombre desaparecido, que supuestamente se habían llevado algunos oficiales de las SSS. Tras retenerles durante horas, fueron liberados más tarde. El reportero Slewion también fue detenido por la policía por una historia que había firmado. Su detención fue una bendición de las de no hay mal que por bien no venga, porque tras su liberación escribió sobre las terribles condiciones de la prisión. Eso ayudó a que se hiciesen algunas mejoras.

Y siguiendo con las dificultades de la producción del periódico, eso no era una tarea fácil. Con maquinas de escribir Olivetti, a veces ocupábamos habitaciones de hotel o centros de entretenimiento para mecanografiar las historias. Una señorita muy agresiva, pero una gran trabajadora, Vilda Johnson, era una experta en la utilización de la máquina con rapidez y eficacia. Pero que ni se te ocurriera interrumpirla, porque te arrepentirías de haberlo hecho ya que te cargaría a ti con el trabajo. Otra plano de duro trabajo era la de corrección de textos, porque en aquel tiempo se hacía cortando y pegando totalmente a mano, nada parecido a lo de hoy en día, donde la tecnología lo ha hecho tan fácil, con su corrector automático y la manera tan fácil de cortar y pegar, para hacer correcciones.

Misiones arriesgadas

Durante el curso de las operaciones del periódico, durante los pasados 17 años, sus reporteros se aventuraron a entrar en muchas zonas peligrosas. Uno de los riesgos que corrió el periódico fue la visita a Gbarnga, después de que fuese capturado del NPFL, por el ULIMO de Alhaji Kromah. Decidimos aceptar esa misión por la controversia que había sobre quién tenía realmente el control de la zona. Muchos no podían creer esto porque se trataba de la fortaleza de Charles Taylor en aquel tiempo y por tanto, la noticia de que el ULIMO había tomado el mando era como un cuento de hadas. La otra misión peligrosa fue aventurarse a entrar en la Casa Presidencial, el 15 de septiembre de 1994, cuando Charles Julu anunció su golpe de estado, para derrocar al Gobierno interino de David Kpormakpor. Nuestros reporteros fueron allí para asegurarse de lo que estaba pasando en realidad. Gracias a Dios nuestros reporteros se habían ido antes de que las tropas de mantenimientos de la paz comenzasen a echar a Julu y a sus colaboradores.

Una historia que publicamos y que generó gran preocupación entre el público fue el reportaje sobre el entonces Presidente interino, Amos Sawyer, que se estaba comprando una casa en los Estados Unidos. Sawyer, en aquel entonces, amenazó con emprender acciones legales contra el periódico, pero el periódico mantuvo su postura y respondió que seguiría apoyando la historia. La historia fue escrita por el entonces redactor jefe, Togba Slewion, que acababa de volver de los Estados Unidos.

El secreto de su éxito

Muchos se preguntan por qué el ‘Inquirier’ es el único periódico independiente que sobrevivió, con la desaparición de otros. El primer secreto es el compromiso y la dedicación del personal que trabajaba en él. Muchas veces algunos miembros atravesaban condiciones muy difíciles para lograr que el periódico saliese adelante. Pero el aspecto más importante de esto era la cordial relación de trabajo que había entre nosotros, la cual hacía que cada uno tuviese esa sensación de unicidad para el crecimiento y desarrollo de la institución. En otras palabras, el periódico funcionaba como una cooperativa, y así cada uno daba lo mejor de sí mismo para mantener el periódico. Pero sobre todo, a lo largo de estos años nos hemos mantenido fieles al principio básico de los periodistas de la precisión, equilibrio y objetividad. Otra razón de nuestro éxito es que hemos informado siempre responsablemente. En breve, nuestro éxito puede atribuirse a la aritmética periodística que dice, precisión más objetividad, igual a credibilidad.

Como editor jefe de este periódico durante años, una de las experiencias que he tenido ha sido que la motivación es muy importante para maximizar la productividad. Cuando los líderes dan ejemplo ellos mismos con buenos hábitos de trabajo, los empleados indudablemente les emulan. Esto es por lo que el liderazgo es tan importante en cualquier organización. Como cualquier ser humano, tengo mis “peros”. Pero hay algo que sé y es que siempre es bueno poner por delante el interés de la institución o compañía.

Hoy, los que forman parte de esta institución tienen mil razones para regocijarse, porque 17 años de funcionamiento con éxito es un gran logro. Al ser el único periódico de la posguerra que ha prosperado y que todavía está en el mercado, es de verdad, un punto a favor del mundo empresarial de Liberia, especialmente lo que fue puesto en marcha por liberianos jóvenes y decididos, sin capital inicial, merece la pena imitarse. Para terminar, déjenme agradecer al señor Kenneth Best, del Daily Observer, mi formación en esta profesión, al señor Stanton Peabody por entrar a formar parte del grupo de jóvenes del ‘Inquirier’ en cierto momento en el tema de las editoriales y también al señor Willis Knuckles, un antiguo editor del ‘Daily Observer’ por haberme dado la primera idea sobre el periodismo de investigación. Igualmente, déjenme felicitar a Isaac Thompson por ser un director fuerte y al difunto T-Max Teah, por su paciencia con los principiantes en la profesión.

¡Que Dios siga bendiciendo al ‘Inquirier’ y a sus trabajadores!

Philip N. Wesseh,

El autor es el actual editor jefe del periódico ‘The Inquirier’, de Monrovia. Liberia.

Artículo publicado en 15 de enero de 2008, con motivo del 17 aniversario del rotativo.

Traducido por Rosa Moro, del Departamento África de la Fundación Sur.

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