Las “donaciones” de las grandes fortunas están condicionando las políticas de desarrollo en África y en todo el mundo.

14/11/2016 | Editorial

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Según el Informe d “Global Policy Forum”, los filántropos súper ricos y sus Fundaciones influyen cada vez más en la toma de decisiones y están diseñando los programas agrícolas y de salud pública de los países en desarrollo.

Algunas Fundaciones, como las de Bill Gates, Rockefeller, y otras, también españolas, se valen de sus grandes fortunas y su influencia sobre las elites políticas y científicas para promover sus soluciones interesadas, a los problemas mundiales, dificultando así la labor de la ONU y otros Movimientos, que no buscan controlar y crear dependencia, sino una gestión más justa de los recursos.

Las 27 principales fundaciones del mundo destinan unos 15.000 millones de dólares a casusas benéficas. De las 27, 19 son estadounidenses. Los gobiernos y organizaciones internacionales dicen ahora que esta influencia está distorsionando la agenda de prioridades de los pobres.

El Informe también cuestiona los motivos por los que la Fundación Gates invierte en compañías como Monsanto y Bayer. Gates ha destinado 93.000 millones de dólares al apoyo de 680 proyectos agrícolas y varios cientos de millones de dólares a proyectos entorno a la nutrición. Pero el 80% de todos los millones destinados a ONG fueron para Organizaciones con sede en EEUU, que así consiguen también salarios y nuevos mercados.

Semejante filantropía es denigrante para las personas empobrecidas que solo recogen las migajas de esas donaciones y permanecen siempre dependientes. Es también vergonzosa para los donantes, pues delata la injusticia, blanqueo de capital y manipulación del sistema financiero especulativo.

Las personas empobrecidas solo necesitan medios y estructuras para vivir dignamente de su trabajo. Solo necesitan tierra, medios, infraestructuras, respeto, colaboración y paz, para poder trabajar y vivir con dignidad de su trabajo.

Los poderosos, cegados por diversas ideologías, con diferentes artimañas y Fundaciones, buscan siempre controlar y acaparar poder y recursos, con buena imagen, no el desarrollo integral y sostenible de las personas.

Cuando visitamos los campos de refugiados en Lesbos, Lampedusa, Uganda, Tanzania, RDC, Kenia, etc. somos más conscientes de la “bancarrota” de la humanidad. Los medios de comunicación tienen su buena parte de responsabilidad. ¡Cómo nos cuesta a los seres humanos aprender de la historia!

Entre todos estos “parches” que ponemos a la pobreza, a través de algunas de las grandes Fundaciones, la situación real de millones de refugiados en África, en la UE, y el mundo desenmascara la ideología y la hipocresía de muchos gobiernos y multinacionales, a través de algunas de sus Fundaciones.

Con el creciente número de desempleados, desterrados y marginados, que no pueden acceder a Tierra, Techo y Trabajo dignos, constatamos que este sistema político-económico actual sigue esclavizando a gran parte de la humanidad.

Los empobrecidos no necesitan “limosnas”, sino respeto, justicia solidaria y oportunidades.

Colaborar con los Movimientos Sociales que siguen tomando fuerza en África, con los Movimientos Populares que siguen creciendo en los cinco Continentes, y con todas las iniciativas por una Economía del Bien Común y Comercio Justo, no es hoy día algo opcional sino la responsabilidad de toda persona responsable y creyente.

Trabajamos por un mundo sin miedo, odio o xenofobia. Promovemos justicia, solidaridad, igualdad y esperanza. No permitimos que los que buscan atemorizarnos, debiliten o destruyan nuestro compromiso por un mundo con más puentes, y menos divisiones y muros. Juntos podemos superar cualquier dictadura que quiera seguir esclavizándonos con su gestión egoísta del poder.

A veces, triunfan los eslóganes populistas y soluciones simplistas a retos complejos, o el patriotismo sentimental y excluyente cuando la sociedad está frustrada por no llegar a cubrir sus necesidades básicas, y por la hipocresía de tantos líderes políticos.

Cuando una parte creciente de la sociedad está excluida del empleo digno, de los servicios sanitarios adecuados y de oportunidades para el futuro de sus hijos-as, es normal que la gente se sienta explotada por los impuestos y engañada por líderes corruptos e irresponsables.

Resulta indignante, el ver cómo en los peores momentos y tiempos de penuria para la gran parte de la sociedad, con tantas personas oprimidas, desempleadas y refugiadas, una minoría de bancos, políticos y empresarios siguen amasando sus escandalosas fortunas, y presumiendo impunemente de sus lujosos palacios, yates y aviones particulares.

La esperanza reside como siempre, en la mayoría de la gente buena, sobre todo en las mujeres y jóvenes africanos marginados, que se movilizan y trabajan para ser los protagonistas de su propia liberación.

La familia humana, en África y en todos los Continentes, no necesitan más “limosnas” de los súper-ricos, ni más “muros y vallas” del miedo o del racismo de los dictadores, sino tierras, trabajo digno, techo y oportunidades, para construir, junto con líderes más íntegros y responsables, puentes de acogida, justicia social y de solidaridad.

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