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Inicio > Bitácora africana > ![]() ![]() WIRIKO “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org ![]() ![]() ![]() Bajo Erro, Carlos Encargado de comunicación en la asociación Wiriko. Artes y culturas africanas en Wiriko. Artes y culturas africanas Encargado de la sección Letras Africanas en el portal www.wiriko.org en Wiriko. Artes y culturas africanas Responsable de comunicación 2.0. en CEA (Centre d’Estudis Africans i Interculturals) Editor de la edición digital de la revista Nova África en Centre d’Estudis Africans i Interculturals (Barcelona) Colaborador con Africaye ![]() Las cartas desde la prisión de Mandela, por Carlos Bajo Erro (Wiriko) 14 de mayo de 2020. Veintisiete años de encierro, cuatro cárceles y dos hospitales fue un periodo en el que Nelson Mandela tuvo tiempo para una prolija producción epistolar. Amigos, colegas de profesión, compañeras de lucha, aliados en sus reivindicaciones, familiares, adversarios políticos o cargos del régimen segregacionista fueron los destinatarios de estas misivas que no siempre llegaron a salir de los muros de las correspondientes prisiones. Las férreas condiciones impuestas al preso de conciencia más conocido del mundo, el celo de los censores y, seguramente, en muchos casos, el desprecio de los mismos funcionarios, hizo que las cartas no llegasen a entregarse, pero Mandela mantenía un escrupuloso control de su comunicaciones que ha permitido recuperarlas. La editorial Malpaso nos trae la más concienzuda recopilación de la producción epistolar en cautiverio de Mandela, traducida por Júlia Ibarz, en Cartas desde la prisión. Se trata de 654 páginas de un volumen que nos acerca las cartas con una mínima edición, pero acompañadas de todos los elementos necesarios para llegar a comprender el sentido de los mensajes. Además de las imprescindibles notas al texto que ofrecen algunas aclaraciones evidentes como nombres o sobreentendidos, cada una de las cartas incluye las notas que aparecen en los originales, las calificaciones que introducían los censores o las valoraciones hechas por los destinatarios cuando se trataba de personal del sistema de prisiones. Por grupos de mensajes, esta recopilación también incluye algunas indicaciones contextuales, en qué marco Mandela había escrito las cartas o a qué acontecimientos se refiere la correspondencia. Los apoyos se completan con un apéndice histórico y biográfico en el que se apuntan algunos los hechos fundamentales, campañas, manifestaciones, reuniones o pactos entre partidos y los papeles de los personajes clave; con una cronología detallada del periplo judicial y penal de Nelson Mandela; y con un glosario de los términos que en las cartas aparece en lenguas nacionales de Sudáfrica, fundamentalmente, en xhosa, afrikáans, sesotho o setsuana. Se trata de todos los instrumentos que ayudan a entender esa extensa producción epistolar del líder sudafricano y a rellenar los huecos que en ocasiones quedan en este recorrido por sus cartas. Este repaso por los mensajes que Mandela escribió y transmitió durante su cautiverio permite una nueva aproximación a su figura y a su personalidad. Permite acercarse a su dimensión más personal asomándose a la forma en la que se relacionó durante ese tiempo con sus hijos o con su mujer. Ofrece una visión de su faceta política y militante, cuando podemos hacernos una idea de la manera en la que mantuvo las relaciones con sus aliados o en la que cumplidamente y a pesar de las limitaciones, intentaba reconocer el esfuerzo de quienes le apoyaban. Y al mismo tiempo, nos ofrece un apunte nuevo sobre su resistencia, su compromiso por hacer valer sus derechos y, por tanto, de contestar un sistema injusto y desigual desde la base, en las continuas y testarudas reclamaciones a la administración penitenciaria. De hecho una buena parte de las cartas recogidas se enmarcan en esta línea y pueden llegar a resultar tediosas. Las quejas constantes de Mandela en relación con los cuidados sanitarios de los presos y sus condiciones de vida, que en algunos momentos de la estrategia de represión empeoraban considerablemente, pueden llegar a hacerse repetitivas. Sin embargo el tono que utiliza, siempre correcto y respetuoso, dice mucho del personaje y de la filosofía que fue modelando durante su encierro:
También acaban haciéndose pesadas las gestiones sobre los estudios de Mandela en la cárcel, los continuos mensajes pidiendo libros, solicitando aplazamientos de exámenes, o requiriendo gestiones para sus matrículas. Sin embargo, ese flujo constante de mensajes también ayuda a entender algunos de los rasgos de la personalidad o al menos la estrategia del líder sudafricano. La constancia y la reclamación de unos derechos con los que nadie contaba. En un régimen en el que se institucionalizaba la discriminación, Mandela sabía que tenía derecho a estudiar estando en prisión y no renunciaba a él, cuando su recorrido académico se veía entorpecido porque un funcionario había “olvidado” introducir en un sobre la cuantía de una tasa administrativa, Mandela volvía a escribir reclamándola. Año tras año. La monotonía de la vida en la cárcel permitió al referente antiapartheid convertirse en una especie de ruido sordo para la administración. Sus cartas personales estaban limitadas, pero no así las que podía dirigir a los miembros de las instituciones penitenciarias, algo que seguramente también explica su constancia y su perseverancia. La dimensión personal que se puede destilar de la lectura de las cartas también resulta interesante, siempre teniendo en cuenta el contexto excepcional en el que se escriben y la conciencia de la cantidad de ojos que hay clavados en sus palabras, antes incluso de que el destinatario o la destinataria sepan de su existencia. Algunos de los momentos dramáticos vividos por Mandela durante su encarcelamiento, como la muerte de su madre, ofrecen pistas de su manera de enfrentar la adversidad, pero también de su esfuerzo por mantener lazos sociales.
Tal vez el Mandela más desconocido que desvelan las cartas es el marido/amante/compañero en las que dirige a Winnie Mandela, siempre, de nuevo, teniendo en cuenta las circunstancias especiales y sin una excesiva voluntad de espiar a través de la cerradura de una puerta que está cerrada voluntariamente, esa sensación que podemos tener al asomarnos a unas cartas personales e íntimas, más allá de censura.
En otra carta escrita siete años después con un tono dramático porque transmite una intensa preocupación por el estado de salud de su mujer, Mandela le dice:
Más allá de los matices, es indudable pensar en la importancia histórica de los documentos que recoge este Cartas desde la prisión, de la misma manera que es fundamental la aproximación, desde una perspectiva poco habitual, que ofrece al personaje. Original en: wiriko
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