Las ayudas que mantienen la industria de los combustibles fósiles a flote deberían ser destinadas a otros usos

25/07/2019 | Opinión

captura_de_pantalla_2019-07-16_a_las_14.46.35.pngEl capitalismo ha sido identificado a menudo como la causa subyacente de la crisis climática. Una voz líder en el tema es Naomi Klein, una de las pensadoras más influyentes de los movimientos climáticos, cuyo primer libro sobre el cambio climático se tituló Capitalism vs. the Climate. Ella es una de las muchas personalidades que identifican al capitalismo como la causa del cambio climático.

A menudo, la idea de que la ideología capitalista, el fundamentalismo del libre mercado, ha alimentado la crisis climática es central dentro de este marco de estudio. Pero esta línea argumental a menudo pasa por alto el hecho de que los mercados energéticos no están libres de la intervención del gobierno. De hecho, la industria de los combustibles fósiles depende cada vez más del apoyo gubernamental para sobrevivir.

Muchos autores se han esmerado en demostrar que la industria de los combustibles fósiles depende de una cantidad atroz de ayudas públicas, lo que hace que la población general pague la factura de una industria dañina y cada vez menos competitiva.

En este sentido, muchos de los gobiernos de todo el mundo favorecerían los intereses de los combustibles fósiles a través de la financiación pública, los subsidios financieros y los rescates, a menudos salpicados por casos de corrupción. En general, esto conformaría un cierto sistema de bienestar y proteccionismo de los combustibles fósiles.

Para ocultar esta realidad, esta industria habría invertido en una estrategia masiva de relaciones públicas (léase: campaña de propaganda) para pintarse a sí misma como la defensora del libre mercado.

Por ejemplo, Sudáfrica, el mayor contaminador de carbono del continente africano, solía ser el hogar del sector de energía renovable de más rápido crecimiento del mundo, pero la intervención del gobierno para proteger los intereses del sector retrasó estos avances. Bajo la presidencia de Cyril Ramaphosa, el gobierno está tomando medidas para permitir la entrada en el mercado de pequeñas cantidades de nuevas energías renovables. Pero las acciones del gobierno siguen frenando el inmenso potencial que tiene Sudáfrica para una revolución de energía renovable de bajo costo.

Un estudio reciente señala que Sudáfrica subvenciona el carbón con 56.600 millones de rands al año, apoyando a una industria contaminante con dinero de los contribuyentes. Sudáfrica sigue subvencionando el carbón a pesar de que los estudios demuestran que la energía renovable está ayudando a prevenir apagones mientras promueve el ahorro de miles de millones de dólares en energía.

Al otro lado del Atlántico, un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) demostró que Estados Unidos, el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero del mundo, destina diez veces más subsidios a los combustibles fósiles que a la educación. Sin estas subvenciones, la mitad de la producción de petróleo en los EE.UU. no sería rentable.

En cuanto al sector del carbón, incluso el Wall Street Journal admite que simplemente no puede competir en igualdad de condiciones. Varios estudios revelan que sin una regulación que los proteja de las fuerzas del mercado, cerca de la mitad de las plantas de carbón en los Estados Unidos estarían en bancarrota.

El FMI estima que la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles podría liberar anualmente 2.9 billones de dólares en ingresos del gobierno. Esa cantidad es más del doble de la inversión anual de 1.25 billones de dólares que la Agencia Internacional de la Energía estima que se necesitará para 2035 en energía limpia y eficiencia energética para detener el calentamiento del mundo en 2°C.

Lejos de que la acción climática sea demasiado costosa, el status quo contaminante está costando al mundo más que un futuro de energía limpia, incluso si sólo observamos los subsidios otorgados a la industria de los combustibles fósiles e ignoramos la asombrosa cantidad de daños que causan.

Es hora de que nos deshagamos de la noción de que lo que subyace a la crisis climática es el funcionamiento de los mercados libres. Los mercados que impulsan la crisis climática están lejos de ser libres. Más bien, la mano dura del gobierno está llevando al mundo al borde del caos climático.

En lugar del capitalismo de libre mercado frente al clima, tenemos el bienestar de los combustibles fósiles frente al clima. Y si reinvirtiéramos el bienestar de los combustibles fósiles en bienestar social y ecológico, podríamos crear un futuro mucho más próspero desde el punto de vista social y ecológico.

Fuente: The Conversation

[Traducción y edición, Álvaro García López]

[Fundación Sur]

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