La verdadera tragedia de Costa de Marfil es que ya hemos visto esto demasiadas veces antes

15/12/2010 | Opinión

La tragedia en que se ha convertido Costa de Marfil es, desafortunadamente, una de esas situaciones déjà vu que continúan atormentando al continente africano.

Ya hemos vivido esta situación antes en Zimbabue, Kenia, Zanzíbar y muchos otros lugares donde las estoicas sociedades sufren sin explotar.

La manipulación de las elecciones no es nada nuevo; casi todos los países cometen fraude electoral, unos de manera más discreta y otros de manera más grosera.

Los ejemplos más flagrantes se han dado en ciudades como Harare, Nairobi, y ahora en Abiyán, donde las trampas se han vuelto más transparentes y “a la cara”.

Y es este descaro en el fraude electoral, lo que realmente le preocupa a uno.

Es como si hubiéramos desarrollado una especie de seres humanos, que a pesar tantas discusiones para acabar con la impunidad y la amenaza de sanciones internacionales, todavía creen que pueden hacer lo que los venga en gana.

Los ladrones de votos lo han hecho de distintas maneras. Están aquellos que simplemente han retirado votos a favor de un candidato y los han puesto a favor de otro, bastante simple.

Están aquellos que lo han hecho a gran escala, eliminando estratégicamente a poblaciones enteras del proceso electoral, anulando los resultados de centros electorales al completo, confiscando cientos de urnas y actuando de noche, etc.

Después, están aquellos que realizan el recuento de los votos, observan los resultados, no les gusta lo que ven, toman un nuevo trozo de papel y garabatean los números que más les convienen, para más tarde proceder a anunciar sus “resultados” y su “ganador”.

En el caso de Zimbabue lo que hicieron fue simplemente no anunciar los resultados.

Para un continente que no es reconocido por su creatividad, en esto somos grandes inventores.

Ciertamente, no hay nada de africano en este tipo de trampas, ¿recuerda las papeletas mariposa en Florida? La diferencia es que los africanos lo han adoptado con entusiasmo.

Pronto podría estar escrito en nuestras Constituciones, que cualquiera que esté en el poder podrá robar los votos de la misma manera que ha robado el Tesoro Público.

Incluso tenemos un guión que ya se ha probado, listo para lo que pase, golpe a golpe: se celebran elecciones; el actual titular pierde; es declarado “vencedor”; la población protagoniza disturbios; la comunidad internacional protesta enérgicamente; salen a la palestra las niñeras, enviadas a limpiarlo todo detrás de los mocosos traviesos de cada momento; reúnen a los bebés y les repiten como loros lo de la formación de un gobierno de “unidad nacional”.

De esta manera, el ladrón y el legítimo propietario se dan la mano y se convierten en socios, ahora libres para pelearse más de cerca.

Medio siglo después de la independencia putativa seguimos siendo niños dependientes de niñeras que parecen estar en las listas de la UA, UE y UN: Kofi Annan, Thabo Mbeki, Joachim Chissano, Graca Machel.

En Haití, otro mísero país africano, se intenta tranquilizar a los niños traviesos por la noche diciéndoles que Tonton (el tío) Macoute vendrá de las montañas y se los levará.

Macoute, el mítico ogro, encontró su personificación en la terrorífica policía secreta de Papa Doc.

Aquí y ahora, el tío Macoute ha adoptado la forma de Luis Moreno Ocampo, de la Corte Penal Internacional.

Pero este tío Macoute nuestro no está interesado todavía en los ladrones de votos, que, pensándolo bien, podrían estar en el corazón mismo de todos los demonios que Ocampo quiere exorcizar.

Ya va siendo hora de que se reúnan el comité de niñeras y Macoute Ocampo y comparen sus notas, para resolver su problema de raíz.

En el caso de Kenia, por ejemplo, sería inútil llevar a juicio a aquellos que incitaron a la violencia sectaria, sin, a su vez, juzgar a los autores del fraude electoral, que fueron el verdadero “casus belli” [causa de la guerra] del altercado.

Mientras tanto, podemos al menos felicitar a la Unión Africana y a la Comunidad Económica del África Occidental por su posición ante el fiasco de Costa de Marfil.

Hubo un tiempo en el que el organismo continental y sus socios regionales observaban estos eventos impotentes, considerándolos asuntos internos de peleas de niños, actitud esta que ayudó a fomentar la cultura de impunidad.

JENERALI ULIMWENGU

Jenerali Ulimwengu es presidente de la junta directive del periódico Raia Mwema, comentarista político y activista de la sociedad civil, que vive en Dar es Salaam.

Publicado en The East African, Kenia, el 13 de diciembre de 2010.

Traducido por Alicia Roca Canales, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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