La verdad en el punto de mira

5/11/2010 | Opinión

Se trata de la investigación que puede establecer la verdad sobre un drama nunca aclarado desde hace 16 años o que puede chocar, una vez más, con las razones de Estado. Por extraño que parezca no se ha llevado nuca a cabo investigación material alguna sobre el atentado contra el avión presidencial ruandés, que el 6 de abril de 1994 desencadenó el genocidio que causó 800.000 víctimas.

Un juez de instrucción francés, acompañado por un equipo de expertos, acaba de pasar una semana en Kigali para tratar de hacer luz sobre los disparos de misiles que derribaron el avión del presidente Habyarimana e hicieron que Ruanda basculara en el horror.

¿Quién disparó? ¿Los extremistas hutu hostiles a las concesiones hechas por Habyarimana a los tutsi? Es la tesis del régimen actual. ¿O más bien soldados a las órdenes de Paul Kagame, cuyo ejército rebelde buscaba hacerse con el poder, tal y como concluyó el juez Bruguière en 2008? Cada una de estas hipótesis nos lleva sea al campo militar de Kanombe, bajo mando de las FAR, lo que culpabilizaría al régimen de Habyarimana o bien a la colina de Masaka, donde elementos del FPR se habrían infiltrado, como sostiene Bruguière.

“La verdad surgirá de la balística”, insiste uno de los protagonistas del dossier. Esta verdad interesa a las familias de las víctimas francesas. La culpabilidad de Kagame significaría que el actual jefe de Estado asumió los riesgos de una masacre de su pueblo en aras a conquistar el poder.

La estancia del juez Marc Trévidic marca un giro en esta investigación. El juez Bruguière, encargado del asunto en 1998, no visitó Ruanda, por temor o por estar convencido de la obstrucción a su trabajo por parte de las autoridades ruandesas, como opinan sus partidarios, o por un sentimiento anti-Kagame. Sus acusaciones se fundamentan en testimonios convergentes, pero varios de sus testigos se han retractado, haciendo más necesaria aún la colecta de pruebas materiales.

El restablecimiento de relaciones entre Francia y Ruanda ha hecho posible el viaje. El juez Trévidic no puede fallar. Sus investigaciones en Kigali deben ser incontestables. A fin de atenuar el riesgo de una futura «batalla de expertos», ha aceptado la presencia de expertos británicos, que en su día acreditaron la tesis que incrimina a los hutu extremistas. Para aproximarse a la verdad, el magistrado francés se ha hecho acompañar por 5 expertos civiles: un geómetra, un cartógrafo, un especialista en misiles y otro en explosivos, así como por un especialista en el pilotaje de los Falcon 50. “Hemos esperado a la noche para ver pasar los aviones y verificar las hipótesis, estudiando la propagación de los sonidos. Hemos llevado a testigos de la época y les hemos interrogado para confrontar sus palabras con la realidad del terreno”. La posición del aparato en el momento en el que recibió el impacto de dos misiles debe ser fijada y cruzada con la localización de los restos del avión que siguen sobre el terreno a fin de concluir sobre el lugar desde donde se realizaron los disparos.

La posición del aparato debería permitir la identificación del tipo de misil utilizado y esta información ayudaría a determinar si quien disparó era o no profesional. “Derribar un avión en vuelo no es tarea fácil”.

Ya se han descartado algunos testigos, ya que el lugar donde dicen que estaban no permite físicamente distinguir las dos zonas posibles de tiro.

“Los expertos no dirán quién realizó la operación; determinarán los escenarios más probables”. Se espera su informe de aquí a marzo de 2011.

(Resumen del artículo de Philippe Bernard en Le Monde, 3.11.2010)

Traducción de Ramón Arozarena.

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