La Unión Africana y el drama de su nueva sede

6/02/2012 | Opinión

El 28 de enero de 2012 la posición de los países africanos en el índice mundial de soberanía estatal, integridad territorial e independencia real de las naciones alcanzará su punto más bajo. Ese día, el presidente chino Hu Jintao estará en Adís Abeba (Etiopía) para inaugurar la nueva sede de la Unión Africana, construida y donada al continente por China, y que ha costado 124 millones de dólares. Este edificio, bautizado como “el regalo de China para África”, fue construido por la China State Construction Engineering Corporation [empresa estatal china de la ingeniería de la construcción], que empleó para ello a más de un 90% de mano de obra china.

Según Zeng Huacheng, consejero especial del Ministerio de Comercio chino para el proyecto de la sede de la Unión Africana, “la vista panorámica del centro de conferencias se asemeja a dos manos estrechándose, que simbolizan la creciente amistad entre China y África”.

El hecho de que en 2012, un edificio tan simbólico como la sede de la Unión Africana sea diseñado, construido y mantenido por un país extranjero, sin importar cual, supone un descrédito para la Unión Africana y, en consecuencia para cada una de las personas y países que se enmarcan dentro de esta organización.

Un recorrido por la historia, moderna y antigua, nos muestra cómo la donación de construcciones e instalaciones de un país hacia otro está repleta de intrigas, subterfugios, conquistas, tejemanejes diplomáticos, espionaje y contraespionaje, manipulaciones económicas, afirmaciones políticas y dominaciones. La construcción del caballo de Troya por Odiseo y su “donación” resultó en la conquista griega de la antigua ciudad de Troya, tras diez años de interminables escaramuzas.

Para la construcción de la Basílica de Roma- considerada “la mayor de todas las iglesias de la cristiandad”- se apostó más por las contribuciones de los fieles que por las donaciones de naciones amigas. Incluso la Estatua de la Libertad, regalo de Francia a Estados Unidos con ocasión de la independencia de este último país, resultó de un esfuerzo conjunto. Más de 120.000 americanos, encabezados por Joseph Pulitzer, participaron a través de aportaciones económicas en la construcción, en 1885, del pedestal de la Estatua.

Partiendo de una singular perspectiva, el libro Arquitecture of Diplomacy [Arquitectura de la diplomacia], de Jane C. Loeffler, desvela las maniobras diplomáticas y las ramificaciones políticas subyacentes a la construcción de las embajadas norteamericanas en el mundo. La autora afirma que el levantamiento de una embajada requiere “tanto diseño como diplomacia”. Loeffler enumera una serie de factores que son tenidos muy en cuenta para la construcción de los edificios de las embajadas norteamericanas. Entre ellos se incluyen “la política mundial, la agenda americana, las políticas arquitectónicas, consideraciones culturales, la seguridad”, entre otros.

En un momento de creciente explotación de los recursos naturales africanos por las potencias extranjeras, incluida China, el sentido común nos dice que la Unión Africana será una organización defensora de la justicia en las relaciones entre el continente y las grandes potencias, más allá de la aparente sumisión derivada de haber aceptado que China construya su sede.

No obstante, si tomamos en cuenta las cuestiones de seguridad, surge la pregunta de cómo pueden los jefes de Estado y de gobierno africanos mantener reuniones confidenciales en un edificio del que no tienen ni idea de cómo fue cableado. ¿Qué seguridad tienen los gobiernos africanos de que cada palabra que pronuncian en la sede de Adís Abeba no está siendo escuchada en Beijing? ¿Existe alguna garantía de que las actividades que se desarrollen en el recién construido edificio no serán reproducidas en una gran pantalla en Beijing bajo la atenta mirada de los agentes del servicio secreto chino?

La cultura indígena bantú detesta la dependencia en el otro como sostén. Uno de los proverbios swahilis favorito del Mwalimu [profesor, en swahili] Julius Nyerere era aquel que decía ““Mgeni siku mbili; siku ya tatu mpe jembe”, que significa “trata a tu invitado como tal durante dos días; al tercer día dale una azada”. La tradición indígena africana rechaza la dependencia, sea del tipo que sea. No está bien visto que un hombre no cubra su techo antes de la estación lluviosa, o que se quede mientras los otros van a la granja, salvo que por algún motivo se encuentre postrado en cama. Si a esto añadimos la lógica expuesta en Architecture of Diplomacy, puede llegarse a la conclusión de que es inadmisible para los africanos recibir de China un edificio que albergará lo que debería ser el símbolo de los logros del continente y sus aspiraciones futuras.

Está claro que hubo una falta de juicio por parte de los dirigentes de la Unión Africana al aceptar la oferta china de una nueva sede. De este modo, la Unión Africana se ha apartado de los ideales de sus padres fundadores. En los años sesenta Kwame Nkrumah y otros grandes líderes africanos buscaron establecer una organización que protegiera la contigüidad geográfica y la integridad territorial de los países africanos. El emperador Haile Selassie, en su histórico discurso de 1963 afirmó claramente que la Organización había sido fundada porque “África ha vuelto a nacer como un continente libre y los africanos han renacido como hombres libres. La sangre que fue derramada y los sufrimientos que fueron soportados son hoy los defensores de la unidad y libertad africanas”.

Al contrario que su predecesor, comprometido con el mantenimiento de la libertad del continente frente a las potencias imperiales, el presidente etíope Meles Zenawi,- al que actualmente se acusa de vender vastas extensiones de territorio etíope a países extranjeros- en una visita de las instalaciones, presumía de cómo él, sin necesidad de ayuda, presionó a los dirigentes chinos para que construyeran la nueva sede y de la exención de impuestos que aplicó a todos los materiales de construcción importados desde China.

Satisfecho de que los dirigentes africanos puedan mantener durante las reuniones y cumbres su estilo de vida de consumo ostentoso, el director de proyectos de la UA, Fantahun Hailemikael cuenta que, entre las diversas comodidades con las que cuenta el edificio está “una pista de aterrizaje para helicópteros, que permitirá que los dignatarios visitantes vuelen allí directamente desde el aeropuerto”. Por supuesto, se les ahorrará la vista de los suburbios que ocupan buena parte de Adís Abeba. Serán trasladados desde el aeropuerto hasta el edificio de la UA, y de allí hasta el Sheraton Addis, considerado el mejor del mundo de su categoría.

Puede que la Unión Africana piense que al mudarse a sus nuevas y ultramodernas instalaciones obtiene de China un beneficio. La realidad es, sin embargo, que el continente ha salido perdiendo en todos los sentidos. Los intentos por acabar con la percepción negativa que los no africanos tienen de África y sus habitantes han sufrido otro importante revés. El resultado de todo esto será la persistencia de la manipulación política y económica, así como de la dominación de la región por Occidente, ahora también China y pronto por el resto del mundo no africano.

Escrito por Chika Ezeanya

Tomado de Nigerian Village Square, el 24 de enero de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Horacio López Molina.

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