La Unión Africana está fallándole a África

11/07/2008 | Opinión

La Unión Africana, UA, está fallando al continente. Todas las esperanzas en un sucesor de la antigua organización de la Unidad Africana, OAU, más democrático, parecen desvanecerse, cuando una y otra vez dan muestras de que nada ha cambiado en el club de élite de aliados del pasado.

La división política entre las filas no es el verdadero problema.
Uno, difícilmente podría esperarse que hubiera consenso en un grupo tan grande de líderes africanos.

Ni la diversidad de opiniones es algo malo.

Pero lo más horroroso es que los llamados estados democráticos del continente, no pueden encontrar un manifiesto común sobre Zimbabue, con algunas notables excepciones, como el Primer Ministro de Kenia, Raila Odinga.

El que la cumbre de Egipto de la UA finalmente emitiese una resolución favorable a un gobierno de unidad nacional en Zimbabue, no es más que cobardía y un borrón más en la reputación y la credibilidad de aquellos gobiernos que dicen que son democráticos.

¿Dónde estaban las voces de Namibia, Suráfrica, y muchos otros del sur del continente, por ejemplo? Sí, algunos de ellos hablaron alto y claro. Kenia, y hasta cierto punto Botsuana y Nigeria, pero por el resto, las voces democráticas fueron silenciadas por la diplomacia.

Los mismos observadores de la Comunidad de Desarrollo del África Austral, SADC, declararon que las falsas elecciones que “legitimaron” la continuación del gobierno de Robert Mugabe, no habían sido ni libres ni justas, y que habían estado plagadas con la intimidación y la violencia.

¿Por qué entonces se molestó la SADC en enviar observadores a Zimbabue, si no estaban preparados para refrendarles? África todavía tiene esa pandilla de Presidentes de por vida, en la que se incluye Mugabe, entro otros.

Omar Bongo de Gabón, por ejemplo, insiste en que África debería aceptar la victoria de Mugabe. “fue elegido, juró su cargo y está aquí con nosotros [en la cumbre de jefes de estado y de gobierno] así que es Presidente y no podemos pedirle más”, dijo el jefe de estado de África que más tiempo lleva en su cargo.

Este tipo de comentarios del “viejo orden” no sorprenden a nadie.
Pero, el por qué las democracias siguen cediendo y acceden ante una resolución como potencial solución tan inadmisible como la posibilidad de que Mugabe dimita voluntariamente, es lo que ha dejado atónito al mundo en gran medida.

Menos mal, Morgan Tsvangirai del Movimiento para el Cambio Democrático, de la oposición, MDC, ha rechazado la propuesta, alegando que eso simplemente acomoda a Mugabe, después de que la mayor parte del mundo haya calificado su régimen como ilegítimo.

“Un gobierno de unidad nacional no se ocupa de los problemas a los que se enfrenta Zimbabue o reconoce la voluntad del pueblo zimbabuense”, asegura Tsvangirai, mientras que señala que la misma resolución no asume la ilegitimidad de las elecciones del 27 de junio, ni reconoce al MDC como ganador de las elecciones del 29 de marzo, que debería ser reconocido como el Gobierno de Zimbabue.

Después se dijo en la reunión de la UA que el mismo Mugabe había desdeñado la idea de compartir el poder con el MDC.

África debería haber aprovechado esta oportunidad de oro para resolver sus propios problemas sin la interferencia de Occidente, cerrándose en filas y tomando una postura común negándose a legitimizar la victoria ilegal de Mugabe.

Deberían haber pedido una nueva ronda de elecciones, esta vez totalmente libres t justas, y si fuera necesario, enviar tropas de la Unión Africana para asegurarse de ello.

Lo que probablemente han hecho al negarse a enfrentarse a los hechos en África, es posponer una solución a las terribles condiciones de la mayoría de los zimbabuenses, que siguen viviendo bajo el régimen de Mugabe.

Han hecho lo que la OUA hizo siempre antes de ellos: han apoyado a los dictadores y a los déspotas y a los gobernantes de por vida, en detrimento de la democracia en el continente.

Hemos vuelto a perder una valiosa oportunidad, con la UA protegiendo a Mugabe del desprecio y el rechazo de África, que tanto se merece.
Nuestra propia decepción con nuestro Gobierno en Namibia no conoce límites porque han alineado a nuestro país y nuestro pueblo con las fuerzas antidemocráticas del continente, en lugar de defender el cambio alto y claro.

Columna de ‘The Namibian’, publicada el 4 de julio de 2008.

Traducido por Rosa Moro, del Departamento África de la Fundación Sur.

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