La transición se va concretizando en Túnez, por Antonio Molina

16/01/2014 | Bitácora africana

Hace pocas semanas anunciábamos que los islamistas del partido Ennadah, que gobernaban en Túnez, habían aceptado abandonar el poder. El detonante fue el asesinato del líder de la izquierda Chokri Belaid y las protestas populares que provocó esta acción terrorista.


NUEVO JEFE DE GOBIERNO DE TRANSICIÓN

Medhi Jomâa, nacido en 1962, en Bekala, cerca de Mahdia, región del Sahel, se formó en la Escuela Nacional de Ingeniería de Túnez, obteniendo en 1988 un diploma de ingeniero industrial. Dos años después empieza su carrera dentro de la Compañía Hutcchinson, filial del grupo Total. En 2009, es promovido a Director General de la división de Aeronáutica y Defensa. A sus 51 años, Medhi deja a su mujer y cinco hijos en París para proseguir sus estudios, abandona una promoción que le habían propuesto en el grupo Total y regresa a Túnez.

El jefe de gobierno, Alí Larayedh dimite en mayo de 2013. Se forma un nuevo gobierno presidido por Jebali. Ridha Saidi, entonces ministro de Economía, le ofrece la cartera de Industria, que acepta. Algunos miembros de la oposición le reprochan esta participación en el gobierno saliente del islamista partido Ennadah, pero la mayoría reconoce en él las cualidades necesarias para conducir el país a salir de la crisis.

Jomâa es relativamente joven para dirigir un gobierno. Es independiente y tecnócrata. Pertenece a la generación de tunecinos formados en la “meritocracia” del sistema educativo instituido por Burguiba.

Mehdi es el tipo de hombre que necesitaba la oposición. Es un tecnócrata con brillante carrera profesional internacional, es independiente, a pesar de haber sido ministro de Industria del gobierno Jebali. Es un hombre de carácter afable, pero tan discreto, que cuando el 14 de diciembre, después de un Diálogo Nacional maratoniano es designado Jefe del Ejecutivo, muchos se preguntaban de quien se trataba.

Es un hombre aceptado por los liberales y los conservadores. Era uno de los miembros del “cuarteto” que estableció el Diálogo Nacional.
El fundador del partido Afek Tunes, Yassine Brahim lo califica como “un hombre responsable, competente, pragmático, eficaz e íntegro.” Ya ha dicho que una de sus prioridades será luchar contra la corrupción.
A su crédito podemos poner su racionalidad de ingeniero, que evalúa las competencias en razón de los resultados. Su experiencia como alto ejecutivo de una empresa multinacional, su participación en el gobierno de Jebali y su conocimiento de los problemas actuales y de la situación de Túnez. Al tomar posesión de su ministerio ha dado pruebas de independencia, revisando los nombramientos hechos por Ennahdah en el seno de la Compañía de Fosfatos de Gafsa (CPG) y de la Sociedad Tunecina de Electricidad y Gas (STEG).

¿BUENAS PERSPECTIVAS?

Con su red de relaciones en los medios de la energía, Mehdi puede ganar la confianza de los inversores extranjeros. De momento se encuentra ante una herencia pesada, pues los gobiernos anteriores, tanto de Larayedh como de Jebali se ocuparon poco de administrar y mucho de islamizar, pretendiendo imponer la ley islámica: La charía.
Un punto bueno es que los primeros artículos de la Constitución han sido ya aprobados, donde se dice que Túnez es un estado de derecho, donde todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Además se declara la libertad de conciencia y de religión, con mención explícita de la exclusión de la Charía. La Comisión de Revisión de la Carta Magna parece que está haciendo un buen trabajo. Los islamistas de Ennahdah, aunque rechinen los dientes por lo “bajini”, están aceptando estos principios democráticos, pues tienen miedo que les pase lo que a sus hermanos de Egipto.

La suerte de Túnez es que tiene un ejército pequeño, sin ansias de poder. Bastante tiene con frenar el terrorismo que acampa en sus fronteras. Otra de las tareas urgentes de Mehdi es crear un clima favorable a la realización de elecciones libres y mantenerse a igual distancia de todos los partidos políticos. Hucine Abassi, secretario general de la UGTT < Unión General de Trabajadores Tunecinos> dice cual es, según él, la misión del nuevo jefe del gobierno de transición: “Debe cuidar de reanimar la transición democrática para llegar a los comicios en las mejores condiciones.” Su tarea no será fácil, pues la crisis económica tunecina es grave y el peligro terrorista, por la vecindad de Libia es amenazante.

Mehdi tiene un máximo de año y medio para poner a Túnez en la vía democrática. Es poco tiempo para realizar todas las reformas, pero es suficiente para terminar la transición y empezar a regirse por la nueva Constitución.

Jomâa tendrá que apaciguar las tensiones y, a falta de un consenso alrededor de un plan común, aunque moleste a los más ultras de Ennahdah, seguir adelante con sus tres prioridades:

1 – Mostrarse firme ante la violencia política, venga de donde venga.

2 – Aplicar la ley a los miembros de Ansar al-Charia y de las milicias de las Ligas de Protección de la Revolución y

3 – Vigilar a los imanes islamistas de ciertas mezquitas.
Otra labor, que requiere tiempo, es pasar por un filtro severo todos los nombramientos hechos por Ennahdah, para limpiar la administración del Estado de funcionarios islamistas. No se trata de “quema de brujas”, pero sí de una “purga”.


ESPERAMOS AL NUEVO GOBIERNO DEMOCRÁTICO

Cuando conozcamos la composición del nuevo gabinete de transición, podremos apreciar en qué medida Mahdi podrá realizar su misión de dejar un país democrático, con perspectivas de paz y de progreso, en donde podamos decir, que la Primavera Árabe floreció y dio frutos. Inch’ Allah!

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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