La Tierra de los Swazis (y 2), Por Carlos Ordoñez Ferrer

20/10/2008 | Bitácora africana

Tras desayunar, nuestros pies caminaron el Mercado de Mazini. Allí, las mujeres se sorprendían escondiendo sus risas de ver a una blanca embarazada. Se avisaban una a otra y todas miraban con la boca abierta y se reían tapándosela. Yo caminaba detrás disfrutando del espectáculo. Una me señaló como “culpable” del sucedido. Le dije que estaba de cinco meses. Se escandalizó, habló es swazi con sus compañeras. Todas se alborotaron de manera exagerada. Habían entendido que esperaba cinco bebés. Aclarado el malentendido la risa fue general.

En 1867, Swazilandia fue convertido en protectorado británico. Y en el año 1941 fueron reconocidas sus autoridades tribales para utilizarlas como intermediarias con la población local. La oficialización del racismo en Sudáfrica promovió por parte de Inglaterra la descolonización de Swazilandia y Lesotho. Sobhuza II fue nombrado jefe de Estado. En 1973 el rey disolvió el Parlamento, suspendió gran parte de las escuálidas libertades democráticas y anunció un estado de emergencia que nunca se ha derogado. Los partidos políticos pasaron a convertirse en una quimera. Como muchas veces ocurre en la historia, se manipularon las tradiciones en beneficio del poder político.

Decidimos regresar a la naturaleza. Y nos fuimos a Milwane. Allí no había más animales peligrosos que los cocodrilos que se tumbaban junto a la charca, por lo que el paseo estaba permitido. Anduvimos entre cebras, impalas, algunos monos, ñús, kudus y cientos de pájaros de nos acompañaban con sus cantos. Resultaron ser casi tres deliciosas horas. A pesar del dolor de cabeza que martirizaba mis sienes.

En agosto de 1982 murió Sobhuza II, lo que originó el inicio de intrigas palaciegas en la lucha por el trono. Teniendo el cuenta que el rey tiene cuantas esposas desee, y que el trono se hereda por vía materna, esas intrigas constituyeron una complicada pelea de ramas familiares. Ganó la más conservadora, la que se alió con la Sudáfrica del apartheid y se dedicó a detener a militantes del Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela. En el año 1992 surgió el PUDEMO (Movimiento Democrático de Unidad Popular) como aglutinador de la oposición. Hasta el cambio de siglo la situación de Swazilandia giró en torno a tímidas protestas de una población demasiado domesticada y la consolidación del clan Dlamini en el gobierno y de Mswati III en la única monarquía al sur del Sahara.

Cuando el mundo asistía preocupado a la repercusión del cambio de milenio en los ordenadores, en el reino de Swazilandia la libertad de prensa fue la primera víctima. El rey comenzó tímidamente a ser alguien cuestionado. En el año 2004, al tiempo que se vivía una alerta humanitaria debido a la sequía, el caballero solicitaba quince millones de dólares para la construcción de un palacio para cada una de sus once esposas.

La “Ceremonia del Junco” son varias jornadas de baile que se realiza en diferentes momentos del calendario. Sus danzas y sus canciones no puede realizarse fuera de esos días. Por un lado está la “Ceremonia del Junco” o “Umhlanga” de las mujeres casadas. Por otro lado la de los guerreros del rey y por último, la más famosa, la de las mujeres solteras, supuestamente la de las vírgenes. El último año vinieron chicas de todo el país. Llegaron a sumar setenta mil jóvenes. Para ellas parece ser un momento especial porque se encuentran y conviven unos días todas juntas. Hasta el año siguiente no volverá a suceder. Convivir en este caso es sinónimo de cotillear, contarse secretos, intercambiarse información, divertirse. No bailan para que el rey las escoja como a su esposa. Pero sucede. No se hace durante la “Umhlanga”. Si al monarca le ha gustado alguna joven de manera especial, enviará a algún súbdito a informarse de quien es esa muchacha y de proponerle una visita al palacio real. El último año, la elegida fue una joven de dieciséis años. Eso levantó críticas que el rey trató de calmar anunciando que tan sólo pretendía pagar a esa mujer su educación. Seis meses después estaba embarazada.

Una de las empresas pujantes del país es la construcción de velas. Allí nos encaminamos. Sus diferentes colores se consiguen, no por que sean pintadas, sino por la suma de ceras de diferentes colores durante en su elaboración. Según se van consumiendo, la iluminación consigue colores de fantasía siempre diferentes. Estas velas artesanales se exportan y son fuente de orgullo de la población local.

Llegó la noche y con ella un hambre voraz, por lo que fuimos a un restaurante a cenar. Era uno de los más selectos del país. Incluso aprovisionaban de lentes de diferente aumento a los que tenemos que usar la largura de nuestro brazo para enfocar la lectura del menú. Dudaron en dejarnos entrar al ver la indumentaria montañera que traíamos y estar llenos de barro.

Regresamos al logde de nuestros amigos, y siguieron las historias mágicas a la luz de la hoguera.

Antes de la llegada del hombre blanco a esta región, el rey de entonces (alucinado, sabio, o vendepeines) anunció que había tenido un sueño. En breve llegaría un ser de cabello laceo como el de los caballos con un libro en una mano y metal en la otra. Y avisó que sobre todo no deberían combatir contra él. Que deberían aceptar el libro y rechazar el metal. Los swazis nunca combatieron a los colonizadores. Y eso hizo que se respetara la monarquía. Al menos así lo cuenta la leyenda.

Los espíritus de los reyes pasados están encerrados en la roca Sibebe, la segunda más grande del mundo. La que visitaríamos al día siguiente. Allí hay senderos prohibidos al caminante extranjero. El miedo a robar un trozo de uña o de cabello para hacer fetichería lo impide. Existe un clan cuya función en esta vida es exclusivamente esa, guardar los lugares sagrados. Protegerlos del peligro de la manipulación por manos extrañas.

Nos encontrábamos en un país en el que para nada servían las comparativas con nuestras formas de entender la vida. Algunas cosas, evidentemente nos escandalizaban. Un país que en apariencia disfrutaba de mejores infraestructuras que Mozambique.

Swazilandia es un país pequeño con apenas un millón de habitantes. La falta de democracia se confunde con leyes y normas tribales que a su vez son utilizadas por el poder en beneficio propio. La magia o el miedo paraliza el inconformismo. Dinero de la cooperación y capital chino y sudafricano crea esas infraestructuras. La monarquía mantiene prohibidos los partidos políticos y al mismo tiempo está obligada por ley a dar tierra a cualquier persona que lo solicite para cultivar. Se tortura con poco disimulo, según los Informes de Amnistía Internacional y la tercera parte de su población sufre el HIV/sida. El mayor porcentaje del mundo.

Antes de emprender la carretera hacia el este, dirección Maputo, nos detuvimos en el House on Fire. Un curioso recinto que pareciera ideado por un loco iluminado por el espíritu de Gaudí, donde se junta un restaurante, logde, discoteca, varias tiendas de arte, un escenario al aire libre para conciertos, esculturas, etc…

Seguimos por la carretera hacia de Siteki. Giramos a la izquierda y nos dirigimos a la reserva de Hlane. Con ella nos despediríamos del país de los Swazis. Los rinocerontes nos prohibieron salir del coche. Son animales prehistóricos absolutamente espectaculares. Y sin embargo son las jirafas las que más me impresionan en su enormidad y belleza, que junto a las cebras componen un gran equipo. Las primeras son las que las que mejor oyen y las segundas las que mejor ven. Son inseparables. Y qué decir de los elefantes, los más grandes, o de los hipopótamos, los animales más peligrosos cuando están fuera del agua.

Nos despedíamos de este bello país de misterio por la frontera noreste que daba directamente a Mozambique, Lamahasha.

Curioso este país hermoso. Que pareciera extraído de un libro infantil si no fuera por su corrupción institucionalizada, la falta de libertad, y la violación a los Derechos Humanos. A comienzos de mayo fue asesinado en Nelspruit, al parecer por bandidos, Gabriel Mkhumane, líder del PUDEMO. En voz baja se dice que lo mataron por orden del gobierno de este país de cuentos.

Autor

  • Ordoñez Ferrer, Carlos

    Carlos Ordoñez Ferrer como él dice "Antes fui realizador de televisión. Ahora soy activista, viajero y escribidor. Es mejor para la salud" .

    Colaborador de MUGA El Centro de Estudios y Documentación sobre Inmigración, Racismo y Xenofobia, MUGAK, impulsado desde SOS Arrazakeria, Organización que viene desarrollando su labor desde 1995.

    Carlos Ordoñez Ferrer ha pasado nueve meses en Mozambique tiempo en el que ha escrito su blog Mozambiqueando que a partir de ahora podremos encontrar en nuestra página web

    De vuelta a España realizó el Master "Información Internacional y países del Sur" de la Universidad Complutense de Madrid

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