La reconversión de las vendedoras ambulantes

25/10/2010 | Crónicas y reportajes

(Syfia Grands Lacs/Rwanda) Vender en la calle está prohibido en Kigali y las vendedoras ambulantes son expulsadas continuamente. Aquellas que gracias a las asociaciones se han reconvertido en diversas actividades está contentas, pero no todas han tenido esa suerte.

“En el barrio comercial, cada 20 metros hay o un vehículo policial o un policía que nos detiene”, afirma desolada una vendedora de plátanos maduros. Desde 2.000, el pequeño comercio ambulante está prohibido en Ruanda y los vendedores, sobre todo vendedoras, son expulsados. El gobierno quiere incitarlos a trabajar en actividades más productivas y útiles para sus familias y para el país. Sin embargo, son numerosas las vendedoras que tratan de vender sus frutas, legumbres, verduras, tubérculos a los viandantes o haciendo “el puerta a puerta”. “Apreciamos su servicios, traen sus productos hasta nuestros domicilios, y, además venden a buen precio”, atestigua Immaculée M., de Nyamirambo, barrio popular de Kigali. Estas mujeres son a menudo viudas o madres de familia, cuto marido no gana nada, que buscan alimentar a sus hijos y pagar los gastos de la escuela. “Lo hacen porque no tienen otra opción”, señala una representante de una asociación de apoyo a las mujeres.

Sin sitio en el mercado

Algunas dicen que no tienen medios para alquilar un espacio en el mercado, donde, además, venderían difícilmente. “En la carretera es más fácil dar salida a nuestros productos”, explica una. Esta mujer opina que el gobierno debería ofrecerles un lugar apropiado para vender.

Varias asociaciones ayudan a estas mujeres a cambiar de trabajo. Algunas han formado una cooperativa de cestería y logran ganar hasta 75.000 FRW al mes. El problema es que deben esperar a cobrar y a veces un mes y “yo necesito todos los días algo”, dice una vendedora que gana 3 dólares al día de media.

Hay otros organismos que acogen a estas mujeres, pero el número de plazas es limitado. En la asociación Amizero, las actividades son numerosas: reciclaje de desechos, venta organizada de verdura, confección de prendas. Cobran un salario diario y se les paga la cuota de la mutualidad de salud. Deben ahorrar el 15% para cuando vengan días malos. Un miembro de esta asociación opina que las que se han quedado en la calle han salido perdiendo. “Podía ganar 3.000 FRW al día, pero cuando un policía me cogía, pasaba una semana en la cárcel y perdía todo lo ahorrado”, Otras mujeres recogen basura en la calle.

La mayoría de estas mujeres se dirigen a la alcaldía que, según ellas, “no hace más que expulsarnos sin mostrarnos a dónde ir”. “Antes de las elecciones presidenciales de agosto último, la ciudad nos había prometido parcelas en el mercado, pero no ha hecho nada”. “A veces la alcaldía coloca a algunas en un mercado patrocinado, pero no todas son beneficiadas, para la alcaldía n es una prioridad”.

Estas mujeres se hunden en la pobreza. “Es como suicidarse”, dice una representante de una asociación. La alcaldía, a la que se pidió mostrara su punto de vista, no respondió.

Jean de la Croix Tabaro, Djalia Bazubagira

(Agence Syfia 22/10/2010)

Traducción: Ramón Arozarena.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster