La rápida diplomacia de Annan confunde a los escépticos

8/02/2008 | Opinión

¿Puede el antiguo secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, el diplomático más condecorado de África, dar una solución a la crisis de Kenia?

Después de algunos días sentándose a debatir con los implicados, todo indica que las conversaciones de mediación para terminar con el conflicto postelectoral, han empezado de una forma positiva.

Inicialmente, las esperanzas se disiparon cuando se supo que el protagonista había elegido a unos radicales para parlamentar, el hombre fuerte del ODM, (Movimiento Naranja para la Democracia, el partido en disputa por las elecciones desde la oposición), William Ruto y la Ministra de Justicia y Asuntos Constitucionales, Martha Karua, del PNU, (Partido de la Unidad Nacional, actualmente en el poder).

Los expertos predecían entonces que el asunto iría para largo, caracterizado por la intransigencia y las maniobras hostiles de los representantes del Presidente Mwai Kibaki y su rival, el líder de la oposición, Raila Odinga.

Pero al comenzar el proceso de mediación en serio, las sensaciones que se podían percibir de las negociaciones que se mantenían en el hotel Serena de Nairobi, comenzaron a confundir a los escépticos. El signo más significativo de progreso fue el hecho de que Annan se las ha ingeniado para hacer que los dos protagonistas se pongan de acuerdo en concluir el proceso de mediación en siete días.

Fue un gran avance porque, con el país todavía sumergido en la violencia generalizada, un proceso de mediación prolongado, que durase meses, era una perspectiva que la comunidad internacional, que desea restaurar la estabilidad en Kenia, no quería contemplar. Cuando las conversaciones se convocaron el miércoles, 30 de enero, se esperaba que las dos partes pasasen un tiempo desmedido “hablando de hablar” y discutiendo sobre temas mundanos preliminares.

Por ejemplo, los pesimistas predijeron que las conversaciones no pasarían de la disputa sobre las credenciales de algunos de los representantes, especialmente del abogado de Nairobi y del secretario general del ODM-Kenya, Mutula Kilonzo.

Un día antes, Raila Odinga, durante la presentación de las conversaciones, había dicho que su partido sólo reconocía la PNU como el partido de la parte opuesta en esta disputa, y por tanto no estaba preparado para comprometer a otros partidos en estas discusiones.

Así, se esperaba que el día 30, el equipo del ODM empeoraría las cosas con la cuestión sobre la participación del señor Kilonzo en las conversaciones como representante del Presidente Kibaki. También se esperaba que se generasen tensiones en el encuentro sobre si las negociaciones eran un “diálogo nacional” o uno político con “mediación internacional”.

En cuanto al conflicto y debido a él, el argumento estándar de la gente del lado de Kibaki ha sido que lo cuestión a debatir era meramente una discusión sobre la situación de seguridad en el país. Esta actitud se refleja muy bien en las declaraciones del portavoz del Gobierno, Alfred Mutua, cuando en un momento dado, insistió en que el Presidente de la Unión Africana, John Kufuor, Presidente de Ghana, que visitó el país en la segunda semana de enero para comenzar el proceso de mediación, había estado en Nairobi para “tomar una taza de té” con el Presidente Kibaki.

La semana pasada, la preocupación aumentó entre los partidarios del ODM al conocerse que la agenda que Annan había publicado, se refería consistentemente a las conversaciones como un “diálogo nacional”.
“Ahora estamos en condiciones de enviarles a ustedes, para su consideración y acuerdo, un conjunto de documentos para establecer el proceso del diálogo nacional”, había dicho Annan en una carta fechada del 27 de enero, a ambos, tanto a Kibaki como a Raila.

La manera en la que Annan dispuso la agenda y lo que consideró como prioridades del proceso de mediación, también prometía elevar la tensión. Según el borrador de la agenda, la principal prioridad de la lista era terminar con la violencia, seguida de la adopción de medidas para abordar la deteriorada situación humanitaria en el país.
El asunto de la disputa por las elecciones presidenciales y un acuerdo político estaba muy por detrás en la lista de prioridades de la agenda sugerida por Annan.

Hubo fuertes rumores en el ODM, donde los más radicales aseguraban que Annan se había tragado el cebo de Kibaki.

No obstante, nuestra fuente nos contó que cuando las dos partes se encontraron por primera vez, no estaban en disposición de perder demasiado tiempo con los preliminares. El ODM planteó la cuestión de la participación de Kilonzo, pero no insistió en ello. También surgió un desacuerdo sobre si tenía sentido o no que los oficiales de enlace o coordinadores permaneciesen en la reunión, pero, tras horas de debate, Annan no sólo permitió a los partidos volver a designarles como secretarios, sino que también se nombro a un representante más para que cada parte tuviera un máximo de cuatro representantes. El ODM nombró al ministro de Ugenya, James Orengo, como su cuarto representante en las negociaciones.

El único asunto preliminar que ocupó el tiempo de Annan durante la reunión del día 30 fue la participación de Gichira Kibara en las conversaciones, con el equipo del ODM argumentando que era un funcionario y por tanto no estaba cualificado para estar en la reunión.
La cuestión de si lo que estaba en marcha era un diálogo nacional o una mediación fue discutido y despachado sin mayor controversia.

El equipo del PNU también se opuso a la demanda del ODM de celebrar de nuevo las elecciones presidenciales, señalando que de los resultados de las elecciones sólo podían encargarse el Tribunal Supremo.
En el borrador de agenda, Annan había incluido una petición para que se retirase la prohibición por parte del Gobierno de la cobertura en directo de los acontecimientos. El PNU pidió que ese punto se retirase de la agenda puesto que ya era el objeto de un caso judicial.

Los que más elevó la tensión fue la elección del mediador jefe, que continuará dirigiendo el proceso de diálogo cuando Annan se haya ido.
Annan y su compañera de comisión, Graca Machel, propusieron el nombre del importante político surafricano y empresario, Cyril Ramaphosa. Según nuestras fuentes, el PNU se resistió a aceptarlo argumentando que Ramaphosa tenía demasiados estrechos lazos de unión con alguna gente de Kenia como para ser un agente honesto en la mediación del conflicto.

Al parece, el PNU también argumentó que dada la historia y el rol de Ramaphosa en el Congreso Nacional Africano, elegirlo a él era como inclinarse más por la oposición que por el gobierno.

Pero los de la comisión de Annan se mantuvieron firmes, Machel recordó que Ramaphosa tenía unas credenciales de mediación impecables, que le han llevado a nombramientos internacionales, como por ejemplo en el norte de Irlanda.

Merece la pena señalar que al día siguiente, el Ministro de Asuntos Exteriores de Tanzania, Bernard Membe, anunció durante la Cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba, que Ramaphosa había sido nombrado mediador jefe.

De repente, se vislumbraba el progreso en el horizonte, este enorme avance, según los observadores, revelaba la mano de un negociador muy hábil y con mucha experiencia, de un Kofi Annan.

Llegó a Kenia para encontrar un ambiente muy polarizado, donde los principales protagonistas, el Presidente Mwai Kibaki y Raila Odinga, eran presos de los radicales de sus propios bandos.

Kibaki le había dejado bien claro que él era el presidente legítimamente electo y que su prioridad principal era la paz. La parte opuesta quería que se volviesen a celebrar las elecciones o que se volviesen a contar los votos.

Peor, incluso cuando ya había comenzado a actuar la diplomacia, la situación de seguridad en el país se deterioraba con rapidez.
Annan realizó muchas consultas, y se reunió con los líderes políticos, grupos de mujeres, líderes religiosos, grupos de juventudes, organizaciones base de las comunidades, representantes de la comunidad de empresarios y grupos de derechos humanos y legales. “También queremos conocer el punto de vista de la comunidad diplomática, a saber, la Unión Africana, la Unión Europea y los Estados Unidos”, aseguraba en una carta dirigida al Presidente Kibaki y a Raila.
Annan también visitó el valle del Rift para ser testigo de la situación desesperada de miles de familias que se han visto desplazadas por la violencia poselectoral.

Lo que está claro es que Annan reconoció desde el principio que su misión sería imposible si no se ganaba la confianza de las dos partes, especialmente del Presidente Mwai Kibaki.

Por la maneta en la que enfocó la agenda de la reunión, estaba claro que se había dado cuenta de que tenía que moverse con mucho tacto para lograr que éste se comprometiese al proceso de mediación. Y lo consiguió.

Ahora la situación es que si el Presidente Kibaki no cumple con el proceso de mediación, es muy probable que tenga que responder ante el Consejo de Seguridad de la ONU. La visita relámpago del día 1 de febrero a las negociaciones de Nairobi del actual Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, durante la cual aseguró que la situación en Kenia era inaceptable, ciertamente parece así sugerirlo.

Kofi Annan de Ghana, el séptimo Secretario de las Naciones Unidas, es el primero que resultó elegido de dentro del personal de Naciones Unidas. Su mandato de cinco años comenzó el 1 de enero de 1997, y, tras el consiguiente re nombramiento de los estados miembros de la ONU, comenzó un segundo mandato de cinco años el 1 de enero de 2002.
Nacido en Kumasi, Ghana, el 8 de abril de 1938, Annan estudió en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Kumasi y completó su preparación universitaria en Economía, en Macalester, en Estados Unidos, en 1961. Entre 1961 y 1962, se graduó en estudios económicos en Ginebra.

Como estudiante de la Sloan School of Managment, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, Annan recibió la licenciatura de experto en dirección.

Annan entro en Naciones Unidas en 1962, a trabajar para la Organización Internacional de la Salud, en Ginebra, donde después trabajó en la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados. En la sede de Naciones Unidas de Nueva York, Annan tuvo diferentes cargos directivos en varias secciones.

Annan está casado con Nane, de Suecia, una abogada y pintora. Los Annan tienen tres hijos.

Jaindi Kisero

Artículo sacado del semanal ‘East African’, del 4 – 10 de febrero de 2008.

Traducido por Rosa Moro, del departamento África de la Fundación Sur.

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