La presidencia en ejercicio de la Unión Africana: ¡Socorro, llega Obiang Nguema!

9/02/2011 | Opinión

La decimosexta cumbre de la Unión Africana (UA) cerró sus puertas el 30 de enero en la sede de la organización, en Adís Abeba, Etiopía. La finalización de la cumbre marcó el final del mandato del presidente en ejercicio de la organización continental, ejercido durante un año por el presidente de Malaui, Bingu Wa Mutharika. A partir de ahora, este cargo lo ejercerá durante un año el presidente de Guinea Ecuatorial, Théodoro Obiang Nguema Mbasogo. Siguiendo el esquema rotatorio habitual, Théodoro Obiang Nguema ha sido elegido presidente de África, y por ello, deberá hablar en nombre del continente, y representarlo en la medida que lo necesite. “¿No han encontrado otro mejor?”, es la pregunta que no paran de hacerse espontáneamente todos aquellos que no tienen una buena imagen del nuevo presidente de África. «La ley es dura, pero es la ley» y no se puede hacer nada con respecto al principio de rotación de la presidencia en ejercicio. Fue en nombre de este principio, por ejemplo, que el líder libio fue el elegido presidente de la UA en 2009. En esa época, mucha gente no dejó de expresar su desaprobación debido a su personalidad, conocida por sus escandalosas declaraciones y su aversión a la democracia.
Lo mismo ocurre hoy en día con Théodoro Obiang Nguema, que lo es todo menos un demócrata. Se parece tanto a Gadafi que incluso es el líder de un estado petrolero que dirige con mano de hierro. Como Khadafi, lleva siendo el líder de su país desde hace mucho tiempo (hará treinta y dos años el próximo mes de agosto).

La única diferencia entre el presidente de Libia y el presidente de Guinea Ecuatorial es que, oficialmente, éste último no es rey, aunque sus artimañas no le distancien de este estatus con su cómoda presidencia. Así pues, este jefe de estado ha sido el que ha subido a la cima de la política de África cuando más que nunca se aborda la cuestión de la democracia, del respeto escrupuloso por los derechos humanos en todos los países, de buena gobernanza, de alternancia en el poder, etc. Aplicar toda esta enumeración a Guinea Ecuatorial sería como un sueño irrealizable. A Nguema no le gustan las contradicciones. La prueba está en que no tiene una oposición digna de ese nombre en su país. Todos aquellos que han tomado esa vía están exiliados, sobre todo en España, la antigua potencia colonizadora.

Además de la democracia, la buena gobernanza que el presidente en ejercicio de la UA deberá promover y defender, también está la crisis de la Costa de Marfil de la que tendrá que hablar en un panel formado por cinco jefes de estado africanos en esta última cumbre. Por desgracia, el nuevo presidente en ejercicio tiene dos enormes «defectos»: el primero es que es considerado un amigo del presidente de saliente de Costa de Marfil Laurent Gbagbo. Entonces, uno se pregunta si no habrá perdonado a su amigo. A priori, y a la luz de esta proximidad afectiva, no hay que contar con este último para defender la opción de la intervención militar, en caso de que Laurent Gbagbo persistiera en no dejar el poder. La llegada del nuevo presidente de la UA podría suponer una fuente de preocupaciones para los defensores de Ouattara.

El segundo gran defecto del ecuatoguineano es que juega al perro y al gato con la democracia. Si se le llama demócrata, es solamente en teoría. La democracia que él profesa sólo beneficia al consumo exterior, especialmente el de los occidentales, que embriagados por el olor del petróleo, han dejado en el olvido sus discursos sobre la democracia, los derechos humanos, etc. Hasta tal punto que el hombre fuerte de Bata se permite matar a sus oponentes y amordazar a la prensa. Solamente las organizaciones de defensa de los derechos del hombre se atreven a quejarse de vez en cuando de lo que pasa en el país. Para ganarse una respetabilidad internacional, Obiang Nguema, hizo de la UNESCO su caballo de batalla en 2010. Quería conceder un premio que llevara su nombre y destinarlo a recompensar a los investigadores que han destacado en su campo. Pero, en lugar de estos honores, es más bien el deshonor lo que se ha ganado, el rechazo de la UNESCO debido a la instigación de los defensores de los derechos humanos.

Siendo presidente de la UA en ejercicio, Obiang Nguema, de alguna manera, ha tomado la revancha a los occidentales demócratas y a los derechos humanos hasta el punto de declinar su oferta. Debido al principio de rotación, un sepulturero de la democracia acaba de llegar a la presidencia de la UA. Y esto no es hace honor al continente. Hasta tal punto que uno se pregunta si no se debería revocar este principio de rotación y establecer unos criterios de elegibilidad más rigurosos. Por ejemplo, se debería exigir de un jefe de estado que quiera llegar a este puesto que considere en su país la democracia, el buen gobierno y los derechos humanos, etc. Esto debería ser lo mínimo para que los autócratas no se conviertan en los representantes del continente, todo esto empaña la imagen de África en su conjunto.

«Le Pays»

Editorial del 31 de enero de 2011 en el diario de Burkina Faso, Le Pays.

Traducido por Alicia Roca Canales, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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