La política de la “tolerancia cero” en República Democrática del Congo

30/09/2009 | Opinión

La política de la «tolerancia cero», que data de los años 90 en EEUU, es aplicada en varias instituciones, incluso en el ejército, en las escuelas y en las empresas. El objetivo es el de erradicar un comportamiento ilegal como la corrupción, las malversaciones, la discriminación etc.

En RDC, los que defienden la aplicación de la tolerancia cero quieren demostrar la voluntad del gobierno en prevenir la corrupción y los “antivalores”. Cuando Joseph Kabila Kabange, Presidente de la República, ha adoptado repentinamente la política de tolerancia cero tras 8 años en el poder y a 2 años de las elecciones presidenciales de 2011, muchos observadores se han planteado la cuestión de saber la motivación existente tras semejante iniciativa. ¿Se debe a una voluntad firme de cambiar la manera de gestionar el país? ¿Se trata de un replanteamiento político para una vez más engañar al pueblo? ¿Qué oculta, en consecuencia, esta guerra repentina contra los “antivalores” en RDC?

A pesar de esas preguntas, decimos “más vale tarde que nunca”, ya que la amplitud del mal causado por los antivalores no puede ser ignorada. Hemos seguido las ecisiones presidenciales de cesar a magistrados, licenciar a funcionaros corruptos, como un inicio de la campaña de tolerancia cero contra la corrupción.

Los defensores de esta campaña, sostienen que el jefe de Estado “se ha lanzado a una guerra sin cuartel contra los abusos sociales y los antivalores” para “restablecer la moralidad de la gestión pública”. Se lanza a esta guerra porque “está convencido de que no hay Estado de derechos sin moralidad pública”, y el objetivo es “erradicar la corrupción rampante en las estructuras del Estado”. El Presidente la ha iniciado con el cese de funcionarios de los Ministerios de Ordenación del Territorio, de Urbanismo, Salud, Finanzas, Justicia y Minas. Estas actuaciones de revocación han sido interpretadas como “una señal fuerte contra la impunidad en la administración congoleña”.

Nos atrevemos a creer que antes de tomar decisiones serias para erradicar la corrupción rampante se habrá hecho un diagnóstico para establecer la extensión de esos antivalores en cada uno de los sectores de la administración. Sin un diagnóstico sistemático, es difícil, si no imposible, establecer los sectores prioritarios en los que intervenir para sanear la gestión pública. La corrupción no puede ser erradicada si no se va a las raíces del mal. Las actuaciones que atacan los síntomas del mal no tendrán más que efectos efímeros y las causas profundas quedarán intactas.

Por ejemplo, muchos informes, nacionales e internacionales, han ofrecido detallados elementos de análisis en cuanto a firmas multinacionales que financian y alimentan el conflicto en el este del país. Estas multinacionales se sirven de firmas legalmente establecidas en el Congo (Panju) para suministrar armas que encienden y vuelven a encender la guerra en nuestro país. Igualmente se menciona el hecho de que los grupos armados, tanto rebeldes como del ejército nacional, controlan las minas, su venta, y se reparten los beneficios. Estos informes aluden al hecho de que las FDLR y las FARDC, y hasta recientemente el CNDP, aseguran el control de las minas, no para servir los intereses del Congo, sino más bien para los intereses egoístas de sus mandos o de los movimientos respectivos. Estos mismos informes no cesan tampoco de apuntar con el dedo el protagonismo que los países vecinos (Ruanda, Uganda, Burundi) en la perpetuación del conflicto y de la explotación ilegal de los recursos congoleños.

A esos ejemplos habría que aplicar la política de tolerancia cero. Habría que instaurar la tolerancia cero en el seno de las FARDC, algunos de cuyos mandos perpetúan el conflicto por intereses personales. La impunidad existente en el ejército corroe y amenaza la esencia y existencia misma de nuestra nación. La campaña de tolerancia cero debería llevarse a cabo en su interior a fin de que los antiguos elementos del CNDP integrados en el ejército no sean desplegados para luchar contra las FDLR. La política de tolerancia cero no debe sufrir ningún retraso en este terreno.

Debería aplicarse también, y con firmeza, en el otorgamiento de licencias de explotación o compra de nuestros minerales. No se trata de romper contratos o prohibir la explotación y compra de minerales. Se trata de tolerancia cero con las empresas legalmente establecidas en RDC pero que actúan como intermediarias para abastecimiento de armas y financiación de los grupos armados.

La tolerancia cero sería prioritaria igualmente en la protección de nuestras fronteras, para que nuestros recursos no transiten por Ruanda, Uganda y Burundi. ¿Cómo vamos a responder a las necesidades de bienestar de nuestras poblaciones si no podemos controlar nuestras fronteras y por lo tanto nuestros recursos? Somos favorables a una cooperación regional “ganador-ganador”. La huida actual de nuestras potenciales rentas provoca un lucro cesante del Estado congoleño en beneficio de esos países vecinos, a los que viene bien que perdure el conflicto.

La política de tolerancia cero implicaría también entablar un diálogo con las compañías multinacionales europeas, americanas y asiáticas, como Afrimex (Inglaterra), Trademet (Bélgica) o Thaisarco (Asia), para que cesen de financiar a grupos armados. Las firmas como Panju, con la ayuda de ciertos elementos turbios del ejército y de la administración y de algunos países vecinos que envidian nuestras riquezas, contribuyen enormemente al conflicto y a las desgracias del pueblo. Defendemos una cooperación internacional en la que todos ganemos en el respeto de las leyes que la regulan. Mientras las multinacionales logran beneficios financieros enormes en este crimen económico contra los congoleños, nuestro país pierde enormemente rentas que podrían dirigirse hacia una buena gestión de la sociedad congoleña.

Es verdad que debe terminar el recreo en el Congo. No obstante, no terminará con tímidos y desplazados actos. No puede terminar atacando los síntomas, sino las raíces del mal. Es necesaria una fuerte voluntad política que ponga el interés nacional por encima del personal. Las actuaciones puntuales no pueden servir. Hay que aplicar toda una política de sociedad de manera coordinada. Es posible que con el advenimiento de un nuevo liderazgo responsable en 2011, semejante proyecto de sociedad encuentre su verdadero lugar para dar esperanza a un pueblo congoleño deprimido.

No obstante hay cosas que se pueden hacer bajo el control de quienes nos gobiernan para tratar de erradicar la corrupción y los antivalores. Como se suele decir, no hay malas tropas ya que éstas se inspiran en sus jefes, en sus mandos. Es necesario un cambio radical sistemático del mando de nuestras tropas en el este del Congo. Los elementos del CNDP/RCD-Goma integrados en el ejército congoleño deberán ser enviados y desplegados fuera de las provincias del este.

(…)

La campaña “tolerancia cero” que lleva adelante el Presidente Joseph Kabila es loable. Pero su impacto será efímero si no se atacan las raíces del mal de la corrupción. La campaña no tiene en cuenta otros elementos que están a la base del mal congoleño. La corrupción no podrá ser erradicada si no se mejora la política salarial. La política salarial no podrá mejorarse si la gestión de las instituciones financieras no sufren reformas profundas para que los recursos fiscales aumenten y esto no podrán crecer en tanto la mafia económica persista y en tanto el hombre y mujer congoleños rehúsen tomar conciencia del respeto a la cosa pública. La mafia económica y el rechazo del congoleño a cambiar su mentalidad persistirán mientras falte la voluntad política para acabar con la mafia y la impunidad y no se instaure una gestión racional de nuestros recursos. Para “restablecer la moralidad en la gestión pública”, el Congo debe gobernarse como un Estado de derecho. Por ello, deberá aplicarse en poner en funcionamiento una justicia capaz de de ser autónoma e independiente para reforzar la ley y erradicar la impunidad en Congo-Kinshasa. Actuar de otro modo es divertir la galería.

Por Dr. Claver Lumana Pashi

© Congo Vision

Traducción: Ramón Arozarena.

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