La mujer en Kabilya. Argelia

8/11/2011 | Opinión

En la Cabilia contemporánea, ser mujer es vivir la represión de las libertades más fundamentales durante toda la vida e independientemente de la situación conyugal o profesional. La opresión cambia de aspectos eso es todo.

La joven soltera

Nuestra sociedad está literalmente obsesionada por la opresión de la libertad sexual y concreta mente por la cuestión de la virginidad. El no ser virgen al llegar al matrimonio, es severamente reprensible, aunque en realidad, sea prácticamente imposible de afirmar la virginidad de una mujer con certeza. Para una mujer disponer de su cuerpo es peor que matar, robar o mentir. La misión de la mujer, en nuestra sociedad desequilibrada, es llegar a encontrar un hombre que aceptara casarse con ella para siempre sin haberla tocado nunca. Amparándose en la sórdida cuestión de la virginidad, la sociedad y la familia limitan drásticamente la libertad de la joven soltera, la libertad de salir, de vestirse a su gusto, de estudiar, de trabajar; se inmiscuyen en sus amistades, sus frecuentaciones etc. La vida de la joven se identifica a una serie de prohibiciones con las que tendrá que hacer toda clase de malabarismos para aparentar no infringirlos. Para saciar su deseo de vivir, de gozar y de amar, la mentira y la manipulación son a menudo su único refugio. Recurrir a estos métodos complica su vida, la expone a riesgos, la hace vivir con relación a las personas que quiere, problemas de conciencia muy delicados.

La Madre

Pero incluso cuando se casa la joven no encontrara las libertades de las que su familia la priva, al contrario. Ya no son el padre, la madre o los familiares los que impondrán los horarios de vuelta a casa al anochecer, ahora son sus hijos. Ya no es la familia la que limitara la libertad de vestirse con coquetería, de cuidarse físicamente, es el trabajo de la educación de sus hijos lo que la marchitara. La opresión que la mujer sufre en este periodo de su vida está asegurada principalmente por su marido. Ya sea que este no asume la responsabilidad que le incumbe en la educación de los hijos (“yo gano el dinero, ese es mi papel, en la familia, ella tiene que hacer algo ¿no? ¿Cómo que va irse al gimnasio mientras yo me ocupo de los niños?”). Ya sea que el marido ejerce una autoridad abusiva e injustificada (“¿cómo es eso, va ir escotada o en mini por qué exactamente, para llamar la atención?”). Aunque las mentalidades empiezan a cambiar un poco, muchos hombres de Cabilia se reconocerán en los discursos que, cargan injustamente la responsabilidad de la educación de los hijos a la madre. Así ser madre se transforma en un sacrificio muy penoso, en una opresión injusta. La mayor parte de las madres describen así su vida…

La mujer divorciada

…Y cuando una mujer de Cabilia se da cuenta de que su relación conyugal es destructora, puede, en principio, divorciarse. Entonces otras opresiones aparecerán. En primer lugar, esta oprimida jurídicamente, las leyes del país estipulan la inferioridad de la mujer respecto al hombre. La mujer no puede divorciarse más que presentando un motivo admitido por la ley. Aunque la reforma del código de familia de 2006 hace posible divorciarse sin ningún motivo, la “Khol´a”, no puede conseguirse más que pagando una cantidad de dinero al marido.

Sin embargo, la ley por muy injusta que sea, no lo es si se la compara a la represión socio-económica que encontrará la mujer separada. Si ella se libera de la opresión del matrimonio, la sociedad y la familia harán cuanto puedan para compensar esta liberación y hacer pagar esta decisión a la divorciada. Si decide volver a vivir con su familia, ella y sus hijos serán tratados como una carga, se la culpabilizara y se la reprochara su divorcio incluso cuando no es ella la que tomo la iniciativa de divorciar. Si decide vivir sola, en primer lugar tiene que tener mucho dinero. El alquiler de un apartamento en Tizi Ouzou es a menudo superior al salario mínimo y se paga con un año de antelación. Eventualmente hay que añadir una fianza y un mes de alquiler que se debe de pagar a la agencia inmobiliaria. Además, hay que vagabundear mucho antes de encontrar un propietario que acepte alquilar a una mujer sola. Finalmente, una vez obtenido y pagado el alojamiento, la mujer tendrá que soportar los comentarios indiscretos y desagradables de familiares y amigos. Pero después de todo, la mujer de Cabilia no está demasiado desfavorecida, puesto que la sociedad, al menos la urbana, es relativamente permisiva. Vivir en esta sociedad como mujer sola en un apartamento es muy posible, con tal que se eviten los barrios muy islamistas.

Finalmente un factor psicológico hará vulnerable a la mujer divorciada. Tiene que funcionar en una sociedad en la que no se concibe a la mujer sin la tutela de un hombre. Se encontrara en situaciones delicadas, para afrontarlas, tendrá necesidad de una auto-estima muy superior a la de la mayor parte de nuestras mujeres, en virtud de su educación. La mujer no tendrá en general la fuerza de afrontar los inconvenientes de su vida liberada del dominio de los hombres. A menudo escogerá aceptar los inconvenientes de la vida y las ordenes de un hombre, ordenes que al menos tiene la ventaja de reconocer.

La “solterona”

La opresión que sufre la mujer célibe y mayor consiste en el sentimiento de exclusión de la sociedad ya que la nuestra funciona esencialmente alrededor del matrimonio y de los hijos. Además, la mujer que no se ha casado nunca, que ha tenido tiempo para ocuparse de ella, hacer carrera, tener amores y amantes, atrae inconscientemente los celos de las mujeres que han vivido para sus hijos y la sociedad y que han soportado tantas injusticias en su matrimonio. La soltera será poco popular entre sus familiares y amigos.

La familia cercana de una mujer que no se ha casado será también virulenta. De manera repetitiva, la culpabilizara de “no haber sido capaz de encontrar un marido” de haber perdido las ocasiones rechazando las peticiones de mano, de “haber malgastado el tiempo haciendo carrera” etc. Ella se sentirá culpable de haber representado una carga, a menudo económica y ser un símbolo de malestar para la familia cercana con respecto a toda la familia y a la sociedad. Además la mujer será culpabilizada por las relaciones que ha tenido y que no han acabado en matrimonio; estas “trampas” en las que la mujer cayó y en las que se dejó engañar por hombres que se han aprovechado de ella.

¿Conclusión?

La atestación es amarga y la realidad muy dura. Pero como en todos los casos, nuestro deber es hacer historia. Las mujeres de Cabilia son las hijas de Dihya y es imposible imaginar que ella hubiera podido ser oprimida en ninguna de las categorías aquí detalladas. Nuestra “kabilidad”, las “tradiciones”, un argumento que muchos invocan para justificar la opresión que sufrimos, pero esto no es un argumento, al contrario que los que los invocan sepan que la historia les contradice, que se den cuenta que es, al contrario su arabo-islamo fanatismo el que los hace tratar a las mujeres como objetos. Lo que no saben es que se le puede aplicar el dicho “el alguacil alguacilado”: la opresión de la mujer termina siempre por significar la opresión del hombre. La llave de la liberación de la sociedad entera es la liberación de la mujer.

Por Samia Ait Tahar

Tizi Ouzou, Argelia.

Nota: Las descripciones pueden parecer generalizaciones, pero no pretenden ser, “verdades” validas para TODOS los casos individuales. Los hemos presentado para una mayor claridad y con el fin de suscitar un debate. Existen, claro está, mujeres que son tratadas como iguales por sus maridos, y mujeres mayores célibes apoyadas por su familia, ¡somos bien consciente de ello!

Publicado en septiembre de 2011 en kabyles.net.

Traducido para Fundación Sur por Inmaculada Estremera.

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