La impunidad de los crímenes nos hace a todos cómplices.

1/04/2019 | Editorial

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La Liga Árabe se reúne en Túnez, para su 30ª cumbre anual.

“Human Rights Watch” ha pedido a Túnez que prohíba la entrada del presidente sudanés Omer al-Bashir en su territorio o que lo arreste, porque es buscado por el tribunal de crímenes de guerra en la Haya, para ser juzgado como responsable de crímenes de lesa humanidad.

“Túnez debe demostrar su compromiso con la justicia internacional al excluir al presidente al-Bashir o arrestarlo si él pone un pie en el país», declaró Elise Keppler, directora adjunta de justicia internacional de Human Rights Watch.

Algunos jefes de estado, acusados de crímenes de guerra y hasta de genocidio, acuden tranquilamente a reuniones internacionales, representan naciones enteras, e incluso pronuncian discursos sobre Derechos humanos.

Numerosos gobernantes condenan a sociedades enteras a la pobreza extrema y a la esclavitud, mientras ellos acaparan fortunas inmensas, y luego se atreven a dirigirse a la nación, para hablarles de sus planes para el futuro.

La mayoría de los políticos partidistas, sobre todo en tiempos de campañas electorales, prometen lo que ni quieren ni pueden dar a la sociedad. Hablan del bien común, del bienestar social, de la dignidad y equidad de las personas.

Pero en realidad, lo que luego hacen, cuando están en el poder y controlan el presupuesto, es totalmente distinto y hasta contrario, a lo prometido. Persiguen el poder y el beneficio económico, a costa de la sociedad.

El abuso de poder, la corrupción y el abuso de los Derechos Humanos, tienen muchas formas, y además se realiza con gran impunidad y hasta se intenta justificarlo.

Todos gritan “democracia” y “legalidad” para intentar justificar todos sus abusos y corrupción, olvidando que la última referencia de nuestras acciones y comportamiento humano, no es ni la democracia ni la legalidad, sino la ética.

Existen leyes humanas, que se aprueban, como la pena de muerte de un ser humano, pero que son injustas y van contra la dignidad de la persona y del bien común.

Regenerar una ética humana y social, a través de una educación más integral, de unos medios de comunicación más responsables y de unos gobernantes más íntegros, es fundamental en nuestra sociedad global si de verdad queremos comportamientos más profesionales y responsables, para el bien de todos.

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