La impunidad crea frustración

18/03/2009 | Opinión

Con el incidente que costó la vida al comisario Daniel Sama, en República Centroafricana, el público espera ver cómo reaccionarán las autoridades.

En el comunicado de prensa del Ministro de Defensa nacional de la República Centroafricana, los Excombatientes, las Víctimas de la Guerra, del Desarme y de la Reestructuración de la Armada, el día 5 de marzo de 2009, el Departamento aseguró que se hará la luz en las circunstancias de este acontecimiento con el objetivo de establecer las responsabilidades y tomar de forma inmediata las medidas que se necesiten. El Ministro de Estado centroafricano, Cyrianique Gonda, que está a cargo de la Comunicación y el Diálogo, ha demostrado su firmeza en su declaración en nombre del gobierno.

Esta declaración de intenciones, en comunicados de prensa, ¿no son simplemente elementos para deslumbrar? ¿Cuántos incidentes desafortunados como el del 5 de marzo se han producido en este país sin que ninguna autoridad levante un solo dedo? No se cuentan por centenas, sino por miles; desde que una serie de ciudadanos, en nombre del príncipe santo de una liberación, decidió concederse una firma en blanco que les resguarde de cualquier persecución, incluso en infracciones graves de la ley. ¿No se dice acaso que nadie está por encima de la ley y que todos los ciudadanos son iguales ante ella? Estos principios son fáciles de declarar, pero en la práctica hay ciudadanos por encima de la ley o que la hacen ellos mismos. Estas personas pueden mofarse de las instituciones, incluso de la justicia, rechazar el atender a una convocatoria de la policía o negarse a una orden del tribunal; estas personas nunca se pondrán nerviosas. Esta categoría de súper-ciudadanos se pueden apropiar de los bienes de los demás, cometer fechorías, declararse culpables ante violencias y vías de recursos; su estatus les garantiza la impunidad. El estado de derecho está tan maltratado por algunos individuos poco escrupulosos, que manchan el nombre del Jefe de Estado y del régimen sin que las autoridades se den cuenta. O se dan cuenta pero cierran los ojos porque han decidido erigir la impunidad como sistema de gestión en el Estado. A menudo, en vez de ser discretos, los verdugos “conquistadores” se mofan de las víctimas torturándoles la moral. Resignados y consternados, las víctimas no se atreven a llevar sus casos a los tribunales y prefieren rumiar su cólera. No pueden hacer otra cosa, ya que los magistrados muchas veces no pueden resolver las infamias de estos campeones de la violencia y se comportan como pistoleros dignos del far west americano de la época. ¿Cuántas quejas se han depositado ya ante los tribunales?

¿Cuántos casos han sido juzgados por los magistrados para condenar a los culpables? Si por ventura algunos magistrados intentan solucionar estas violencias inéditas, serían objeto de amenazas contra su integridad física. ¿Por qué toda la sociedad es impotente ante estos acontecimientos de los que se creen por encima de la ley? La reacción espontánea de la población de Miskine tras el incidente del 5 de marzo de 2009 es un signo que anuncia una frustración llevada al extremo que debería dar qué pensar a las autoridades. Sin embargo, justamente estas mismas autoridades, en las mismas circunstancias, se niegan a reflexionar y se contentan con declarar que es una manipulación. Una manipulación significa que la manipulación será urdida desde el principio y los elementos condicionados por lo que estaba por llegar. Pero en este caso, nadie podía prever el acontecimiento desafortunado que se ha producido. En su comunicado del 5 de marzo de 2009, el Ministerio de Defensa centroafricano reconocía la espontaneidad de las reacciones de los habitantes de Miskine. Es el reflejo de una población que sólo aspira a vivir en paz y en tranquilidad. Las reacciones desproporcionadas, como las menciona el Ministerio de Defensa Nacional en su comunicado, son consecutivas a la impunidad institucionalizada que engendra sentimientos de frustración y son sólo la punta del iceberg. Es una señal grande que debe permitir a las autoridades decir a los profesionales de la violencia: “Parad la matanza, la población está ya exasperada”. Esta exasperación se ha reflejado en la Asociación de Jóvenes Líderes, que, predicando la paz, se subleva ya que, según ella “no se puede escribir la historia de nuestro país con sangre”.

Madimba-Nimba

Publicado en L’independant, República Centroafricana, el 13 de marzo de 2009.

Traducido por Arantza Cortázar, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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