La Iglesia Católica de RDC dice no a la violencia

25/01/2012 | Opinión

Conclusiones de la Asamblea plenaria extraordinaria de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO)

“El pueblo congoleño tiene hambre y sed de justicia y de paz”.

Reunidos en el centro Caritas de Kinshasa (9 – 11 de enero de 2012) para una Asamblea plenaria extraordinaria, los obispos de la República Democrática del Congo (RDC) han departido sobre el proceso electoral del 28 de noviembre de 2011 y sacado conclusiones ad hoc. Declararon que “La paz que deseamos es la que halla sus fuentes en la justicia y en el amor a la verdad”.

La valentía de la verdad (cf. 2 Cor 7, 14).

INTRODUCCIÓN.

1.- ¡En este comienzo del año 2012, que Dios bendiga el pueblo congoleño y que lo salvaguarde! ¡Que le muestre una cara benevolente y llena de gracia! ¡Que Dios le manifieste su bondad y le conceda la paz! (cf. Nb 6, 24-26)

2.- Reunidos en Asamblea plenaria extraordinaria en Kinshasa del 9 al 11 de enero de 2012, Nosotros, Cardenal, Arzobispos y Obispos, miembros de la CENCO, hemos analizado en un trabajo concertado el informe de observación electoral llevado a cabo por nuestra Iglesia. En la oración y en la fe de un porvenir feliz para nuestro país, enviamos este mensaje a nuestros fieles y al conjunto del pueblo congoleño para sacar fruto del proceso electoral en curso.

EXPERIENCIA DEL PROCESO ELECTORAL.

3.- Saludamos la determinación de nuestro pueblo que, el 28 de noviembre de 2012, hizo gala de madurez y civismo al acudir mayoritariamente a las urnas, a veces en condiciones penosas, para designar soberanamente a sus gobernantes.

Felicitamos a nuestro Gobierno que en gran medida consiguió financiar estas elecciones. Eso demuestra que podemos lograr construir nuestro país si utilizamos los medios adecuados y buena voluntad. No sabríamos callarnos el esfuerzo realizado por la CENI (Comisión Electoral Nacional Independiente) para conseguir, desde un punto de vista logístico, el despliegue del material electoral solventando numerosos retos en nuestro vasto país plagado de defectuosas infraestructuras de comunicaciones.

Felicitamos del mismo modo a todos los observadores y testigos electorales que han hecho numerosos sacrificios para cumplir su tarea.

FALLOS.

4.- Sin embargo, el trato dado al fruto de este trabajo ha decepcionado a más de un congoleño. En nuestro mensaje del 25 de febrero de 2011, titulado: “Año electoral, ¿Qué debemos hacer? (Ac 2, 37)”, deseábamos fervientemente que las elecciones se desarrollasen con transparencia, veracidad y en paz con la finalidad de inscribir nuestro país en el registro de las naciones respetables y dignas [1].

En la proclama del 3 de diciembre de 2011, la CENCO aclaraba que no tenía como objetivo publicar resultados, lo cual por otra parte no es una competencia de su misión de observación electoral, e invitaba al pueblo congoleño, a los políticos y a la CENI a atenerse imperativamente a la verdad de las urnas.

En la puesta a punto de su Secretariado general, el 8 de diciembre de 2011, la CENCO destacó elementos positivos del proceso electoral pero también recalcó irregularidades y puntos débiles preocupantes. En esa misma línea, el 12 de diciembre de 2011, hablaba la declaración del cardenal arzobispo de Kinshasa que, en vista de tales irregularidades y puntos débiles, denunciaba la no conformidad a la verdad y a la justicia de los resultados provisionales publicados por la CENI.

5.- Hoy, se recoge del informe final de la misión de observación electoral de la CENCO y de testimonios recogidos de diversas diócesis y otras fuentes, que el proceso electoral se desarrolló en muchos lugares en un ambiente caótico.

Se han señalado varios fallos, casos de fraude comprobados y probablemente planificados, numerosos incidentes desgraciados que conllevaron muertes, embrollos, y en ciertos lugares, un ambiente de terror mantenido y explotado con el propósito de atiborrar las urnas. Y eso no es todo. Lo que está actualmente ocurriendo con la compilación de los resultados de las elecciones legislativas es inaceptable. Es una vergüenza para nuestro país.

6.- Teniendo en cuenta lo anterior, consideramos que el proceso electoral ha sido empañado por graves irregularidades que ponen en entredicho la credibilidad de los resultados publicados. Pedimos a los organizadores que tengan el valor y la honradez de sacar las conclusiones pertinentes. Ya que reconocer sus errores es una prueba de grandeza. Pero si se arriesgan a seguir gobernando el país testarudamente, las tensiones interiores, más o menos controladas a corto plazo, culminarán tarde o temprano en una grave crisis difícil de desenredar. Está por lo tanto indicado, desde un enfoque integrador, favorecer la vía del diálogo en el mejor interés de la nación congoleña. Este es el momento de la valentía de la verdad.

NUESTRA PROFÉTICA MISIÓN.

7.- Fieles a nuestra misión de centinelas para el pueblo de Dios (cf. Ez 3, 17), sacamos de este proceso varios desafíos para el futuro en vista del advenimiento de un Estado de derecho en la República Democrática del Congo y para el bienestar de su población. Dicho esto, no pensamos tomar parte en una batalla política para construir una sociedad lo más justa posible. Ni tampoco hablar a favor de ningún partido político.

Tal como recomienda el Papa Benedicto XVI, “La Iglesias no puede ni debe ponerse en el lugar del Estado, pero tampoco puede ni debe mantenerse al margen de la lucha por la justicia” [2]. Es por eso que, “En su papel profético, cada vez que el pueblo le grita: “Centinelas, ¿cuánto le queda a la noche?” (Is 21, 11), la Iglesia desea estar dispuesta a justificar la esperanza que lleva dentro (cf. 1P 3, 15) porque un nuevo amanecer despunta en el horizonte (Ap 22, 5)” [3].

Y hacemos nuestra esta proclama del Papa Benedicto XVI, “Debido a Cristo y por fidelidad a su lección de vida, nuestra Iglesia se siente empujada a estar presente allí donde la Humanidad conozca el sufrimiento y hacerse eco del grito silencioso de los inocentes perseguidos, o de los pueblos cuyos gobiernos hipotecan el presente y el futuro en nombre de intereses personales” [4].

8.- Con este fin, no nos cansaremos de denunciar todo lo que ponga en peligro la edificación de un Estado democrático. No se construye un Estado de derecho con una cultura del fraude, mentiras y terror, militarización y ofensa flagrante a la libertad de expresión. Si la democracia es un poder del pueblo por el pueblo y para el pueblo, se debe respetar ese pueblo. En el actual contexto, el pueblo maltratado y frustrado, asiste impotente a un proceso que no siempre refleja su voluntad y que a veces se parece a un amaño entre políticos.

LA PAZ EN LA VERDAD.

9.- “La Iglesia tiene una misión de Verdad por cumplir, una misión imperativa, es un favor hecho a la Verdad que libera” [5]. El proceso electoral debería permitir la consolidación de la cultura democrática y la pacificación del país. Queremos la Paz. Pero ésta conlleva exigencias que no podemos derogar, particularmente la verdad, la justicia y el respeto al pueblo. Es en nombre de la paz que la Iglesia no para de invitar los dirigentes congoleños a la justicia y al amor a la verdad. Efectivamente, ¿Con qué valores será amasada nuestra juventud, si día tras día sólo se le ofrece el espectáculo de los antivalores?

OFENSA A LA INTEGRIDAD Y A LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS.

10.- En este contexto, condenamos la campaña orquestada públicamente contra el cardenal. Esta oleada de insultos escandalizó tanto a los fieles católicos como a otras personas. Atestigua el surgimiento de un pensamiento único que tiene tendencia a abozalar cualquier opinión contraria. Igualmente condenamos los insultos y amenazas dirigidos al presidente de la CENCO. Recordamos que el debate de ideas en democracia no autoriza los ataques personales.

11.- No nos podemos callar ante estas derivas y otras tantas que desaprobamos: amenazas físicas, atentados contra los derechos humanos, secuestros e intimidaciones, confiscación de los medios de comunicación públicos por una familia política. Debido a sus opiniones, obispos, eclesiásticos y apacibles ciudadanos han sido y todavía siguen siendo víctimas de estas amenazas.

12.- Invitamos a nuestros fieles católicos y al conjunto del pueblo congoleño a la no-violencia ya que la violencia llama a la violencia. Engendra la destrucción y la miseria. En este sentido, pedimos a nuestros compatriotas que residen en el extranjero, con los que compartimos la preocupación por un nuevo Congo y cuyos sacrificios reconocemos, que resistan para venir en ayuda de los que permanecen en el país, de no recurrir a la violencia y que encuentren las vías pacíficas para aportar su contribución a la construcción de un Congo realmente democrático. Como el ejemplo de nuestro divino Maestro, debemos responder a la violencia con amor (cf. Mt 5, 43-44).

RECOMENDACIONES.

13.- Recomendamos:

– Al pueblo congoleño entero, no ceder al pesimismo ni a la desesperanza, al tribalismo ni a la xenofobia, pero sí de unirse alrededor de los valores cristianos y democráticos de justicia y verdad, de crecer en la conciencia de su unidad nacional y de su poder de soberanía primaria con el fin de ejercerla con vigilancia y dentro de la legalidad.

– A los políticos, hacer prueba de madurez política, tener capacidad de organización para asumir plenamente su responsabilidad, subir el nivel del debate político poniendo fin a los insultos y las mentiras y preocuparse de la educación cívica y del bienestar de la población.

– Al actual equipo de la CENI, tener el valor de volver a cuestionarse, corregir imperativamente los graves errores que han hecho mella en la confianza de la población en esta institución, y si no, dimitir.

– Al Parlamento, revisar urgentemente la composición da la CENI que ya no goza de la confianza de la población e incluir en ella la representación de la Sociedad civil para una mayor independencia. Además, que se den cuenta de que el pueblo no admitirá ningún intento de modificar los artículos blindados de la Constitución.

– Al Gobierno, aprender alguna lección de esta debacle electoral, tener previstos los medios para las próximas elecciones y convocarlas con suficiente antelación para un mejor desarrollo. Detener el espolio del Tesoro Público por intereses personales y tomar conciencia de que el pueblo quiere el cambio.

– A la Policía Nacional y al Ejército, hacer prueba de profesionalidad, proteger la población y sobre todo no obedecer órdenes injustas.

– Al Tribunal Supremo, ejercer el derecho en conciencia y con total independencia en el trato de los contenciosos electorales. En ello le va la credibilidad del poder judicial en nuestro país.

– A la comunidad internacional, privilegiar el interés del pueblo congoleño, no ser complaciente, apoyar al pueblo congoleño en su búsqueda de la justicia y la paz y respetarlo en su autodeterminación.

CONCLUSIONES.

14.- En el momento actual, nuestro país atraviesa una época de incertidumbre y angustia. Nuestra fe en Dios y nuestra confianza en el hombre, creado a imagen de Dios, nos convencen de que esta incertidumbre y esta angustia pueden ser superadas mediante un cambio de corazón, mentalidad y costumbres. Hacen falta el amor al país y la voluntad de renunciar a intereses egoístas para buscar en el diálogo las vías para edificar la paz en la RDC. Pero la paz que queremos es la que halla sus fuentes en la justicia y el amor de la verdad. Ya que la paz de los hombres que se obtiene sin justicia es ilusoria y efímera. La justicia de los hombres que no bebe de las fuentes de la reconciliación mediante la verdad permanece inacabada. Es el amor y la valentía de la verdad los que trazan el camino de la justicia y la paz verdaderas, las que queremos para la RDC.

15.- Que la oración de la Santísima Virgen María, Reina de la paz y Nuestra Señora del Congo, cuyo corazón está siempre orientado hacia la voluntad de Dios, apoye cualquier voluntad de conversión, que consolide cualquier iniciativa de reconciliación y diálogo, y fortalezca cualquier esfuerzo en favor de un Congo que tiene hambre y sed de justicia y de paz.


En Kinshasa, a 11 de enero de 2012.

Publicado por “Le Potentiel”, RDC.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

[1] Cf. CENCO, Año electoral: ¿Qué debemos hacer? (Ac 2, 37), nº 23

[2] Benedicto XVI, Carta encíclica Deus Caritas est, nº 28

[3] Benedicto XVI, Exhortación apostólica post-sinodal Africae munus, nº 30

[4] Benedicto XVI, Exhortación apostólica post-sinodal Africae munus, nº 30

[5] Benedicto XVI, Exhortación apostólica post-sinodal Africae munus, nº 22

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