La historia de la moda africana avanza

6/11/2015 | Opinión

Dirigí un panel en el festival de Storymoja. El ambiente tardó poco en tornarse hostil. Un grupo de chicas jóvenes se levantaron y preguntaron por qué no se veían rostros como los suyos, de tez oscura, en las revistas, ni pelo rizado y encrespado o telas africanas.

Pero no fue eso sino lo que dijeron después lo que llamó mi atención. No sabían quiénes eran. Por lo tanto, era el deber de gente como yo, que teníamos el poder, decírselo .

En particular, citaron a nigerianas y sudafricanas como ejemplos de fuerte sentido de la identidad. No encajaban en ningún sitio.

Me chocó por dos motivos. En lo superficial, porque por lo visto yo ignoraba ese peligroso poder, y más en profundidad, porque nadie debe nunca, nunca, nunca, ceder su propio poder de individualidad e identidad a nadie, sin importar cómo de poderosos o benévolos sean.

La semana pasada, fotografiaron a Lupita Nyong’o llevando un kiondo por las calles de Nueva york de camino al teatro. No había nada «trendy» en eso. No era la pieza artística colorida y bonita que gustaba a las mujeres durante el corto periodo de tiempo en que los kiondos estuvieron de moda. Esto era algo que no llamaba la atención, funcional y muy keniano.

El shuka maasai es étnico y bastante inconfundible. Gracias, Louis Vuitton por recordárnoslo. Las khangas son algo dinámico. Lalesso las hizo famosas a nivel internacional. Son sudafricanas. Al menos aún tenemos el kikoy, ¿verdad? El diseñador de moda Karl Lagerfeld, de Chanel, presentó su colección Resort 2016. Está inspirada por el hanbok, la vestimenta tradicional coreana.

Esta creación es mucho más desconocida como exportación asiática que el kimono o el cheongsam. Tiene 5 000 años de historia. Se daba por hecho que era algo desfasado, pero ahora está de moda porque lo han devuelto a la vida estudiantes universitarios.

La tela del hanbok es una especie de pergamino único que en la casa de Chanel no pudieron replicar. Tenía que fabricarse en su país de origen.

Una gran campaña

La industria de la música está llevando a cabo ahora mismo una gran campaña sobre apropiación cultural. De qué manera la música negra ganas más dinero de los artistas blancos que «toman prestado» sin contexto.

En el mundo de la moda, somos nosotros los culpables de apropiarnos, ¿no? De tomar prestado de occidente. En realidad nunca perdimos nuestra identidad ni nuestra historia. Simplemente nos olvidamos de recordarla. Y por algún motivo, vivimos teniéndole un miedo mortal.

Pensemos que la moda no existiría si no fuese por la fusión. Es todo intercambio cultural. Uno puede pensar que contar con tantas tribus distintas en Kenia propicia la diversidad.

Los países que tanto admiramos también se han tenido que enfrentar a desafíos. Lo que tienen en común Sudáfrica y Nigeria que han dado importancia a su pasado. La industria textil de Nigeria tiene su origen hace más de 1 000 años. Técnicas de tinte, bordar, tejer y tratar telas son ejemplos de habilidades, de un legado que ha pasado de generación en generación.

Aunque no fue hasta su primer pase de modelos en el año 2000 que promovieron esa industria hasta llegar a lo que hoy conocemos. En Sudáfrica la historia es compleja y tiene muchas etapas.

Su industria de la moda creció en gran medida con la búsqueda de la juventud de una identidad propia e independiente, más allá de la raza. Querían ser diferentes. Fue en 2001 cuando Stoned Cherrie salió a las pasarelas y el país se dio cuenta de la magia del talento local.

Sin duda, en Sudáfrica se están esforzando en su trabajo con el mundo de la moda: asociaciones de diseñadores, el grupo de jóvenes diseñadores, y tiendas de ropa en centros comerciales exclusivos, joyerías y zapaterías incluidas, obtienen sus productos de diseñadores locales. Los nigerianos y sudafricanos tienen ese afán por consumir y apoyar todo aquello de procedencia local. Mientras tanto, los keniatas tratan los productos locales como si fuesen a intoxicarles.

Es imprescindible que graduados de instituciones prestigiosas como la Universidad técnica de Kenia o la Universidad de Moi se reúnan con Rivatex para convertirse en la próxima generación de artistas textiles, ingenieros y genios con conciencia del pasado de Kenia; también que más diseñadores se interesen por nuestra historia más allá de la pasada década, que a maquilladores y peluqueros les fascine el modo en que nos pintábamos la cara y peinábamos, y que fotógrafos y estilistas se pongan también en contexto. Así más keniatas apreciarán lo que significa serlo.

África es algo más que belleza oscura e indómita, musa para una temporada. Debería importarnos saber quiénes somos, de dónde venimos y por qué estamos aquí. El contexto, la historia y la investigación son importantes. Imagina una boda inspirada por la abuela de la abuela de tu abuela.

¿Qué llevábamos puesto en los funerales (pista, nada negro), o en los bailes de la aldea si éramos mayores, o estábamos o no casados? Esto aporta orgullo. ¿No sería interesante pensar en la moda como en una especie de jeroglíficos vivientes?

Carol Odero

Daily Nation

Traducción, Andrea López

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