La grada de Malabo, por Rafael Muñoz Abad, Centro de Estudios Africanos de la ULL

19/11/2013 | Bitácora africana

Lo mejor del sainete que la Selección española de fútbol se marcó en
la capital de la ex colonia española fue lo que acontecía en la grada.
Miles de guineanos que animosamente jaleaban a los suyos y que con
móviles de nueva generación y vestidos con primeras marcas se lo
pasaron en grande ¿Pero, tiene Guinea ecuatorial una clase media tan
lustrosa? No lo sé; ojalá, es un país hermano y como tal, le deseo lo
mejor. Lo visto en el estadio y aprovechando lo mediático del momento,

parece obedecer a una cuidada planificación institucional que muestre
una acuarela social moderna, pudiente y que [desgraciadamente] poco
tiene que ver con la dura realidad del país. El desorbitado precio de
las entradas solo las ha hecho asequibles para la infantería social
fiel al régimen del tito Obiang; quizás funcionarios; quizás amigos de
fulano y mengano; quizás los piojos de la cleptocracia; pero ni por
asomo, al caminar diario de la calle guineana a la que ni de cerca
llegan las rentas del petróleo con las que la rancia dictadura, a la
par que escenifica otro capítulo más del autoritario surrealismo pos
colonial, dilapida el incierto futuro de Guinea y sus gentes.

De la calmada Malabo a la cosmopolita Johannesburgo y allí con otra
grada nos vamos a topar. El estrato multirracial que se dará cita en
el Soccer city de Jo´burg sí que se puede ajustar al complejo crisol
sudafricano. Retrato donde europeos, negros e hindúes, representan a
la más dinámica y poderosa economía del continente y, todo eso sin un
barril de crudo bajo su rojiza tierra.

Guinea ecuatorial es el regreso al futuro del África de los
megalómanos y los tiranos apuntalados por el miedo y el tribalismo.
Sudáfrica simboliza la del I + D y la educación como base del
desarrollo nacional. Sociedades [ambas] cierto es, trufadas de
problemas; estribando la diferencia en que la primera ejemplariza
fielmente a cada uno de los males africanos y la segunda, tras su
durísimo pasado, apuesta por unos pilares sociales amparados en la
democracia. Dos caminos distintos en un mismo continente; dos gradas
divergentes; Malabo y Johannesburgo.

cuadernosdeafrica@gmail.com

@Springbok1973

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

Más artículos de Muñoz Abad, Rafael