La gente bushmen, por Rafael Muñoz Abad

8/09/2017 | Bitácora africana

…La gente bushmen lleva vagabundeando en la dermis del Kalahari desde que alguien se dejó allí olvidada la arena…ajenos al valor del dinero, la posesión y el tiempo, fueron los últimos hombres libres de esta piedra en la que estamos todos prisioneros bajo un incierto destino. Los bosquimanos son los primos vivos de nuestros antepasados…corrompidos por el hombre blanco y el alcohol, fueron cazados a tiros como alimañas…hoy viven en el borde del Kalahari bailando y posando [cual animales] para turistas preñados en ignorancia; vendiéndoles baratijas para poder comer y comprar un móvil…en 1989 el gobierno de Namibia les prohibió cazar para comer y eso fue su fin…

…Queda un pequeño grupo aislado en el alma más celosa e íntima del Kalahari; el gran cuarto vacío de la arena cuyo suelo escupe sal y donde sólo ellos pueden sobrevivir. Si sigues leyendo, te aviso que esto puede sonarte fantástico pues [yo] no te conozco y no sé de qué cosas se podrían hablar contigo y de cuales no…los bushmen son gente pura en su esencia humana pues ya nacen viejos y vienen a morir a la orilla de la juventud de la sabiduría con una piel lisa, pero curtida en las arrugas de la conciencia que sólo otorga la paciencia del desierto y el deambular con el sol y la luna como ciclo vital…matan para comer bajo el mayor respeto por sus hermanos los animales con los que viven en paz y armonía; silenciosos y esquivos como un gato de cementerio, caminan en fila para ocultar su número y reducir su olor en las batidas de caza…y en narras de hoguera, se dice que en trance escapan de su jaula carnal para ver más allá del borde del horizonte y saber si hay caza…para el gobierno de Namibia son meros animales al borde de la ruta; no tienen documentación y más allá de un precario censo, paradójicamente en los gobiernos del apartheid estaban más protegidos que hoy…el hombre no perdona.

…Pequeños y de aspecto frágil, sobreviven en un entorno en el que tú y yo no duraríamos dos tardes lo cual realza su fortaleza; hablan y se ríen con un idioma a base de clicks y chasquidos que alguna vez deberíais oír y no entienden por qué el hombre blanco hace planes si el sol igualmente saldrá… Bushmen, los últimos hombres de esta locura que acabará matándonos a todos…

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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