La economía solidaria, colaborativa y del bien común, crece imparable.

7/03/2017 | Opinión

Siguen surgiendo diversas y complementarias iniciativas que promueven una economía más justa, humana, solidaria, que buscan el bien común, y que por tanto son radicalmente opuestas a la economía capitalista, que solo persigue el lucro.

Estas nuevas propuestas por un nuevo tipo de política y economía más humana y ética, aunque nacen con diversos nombres (colaborativa, social, solidaria, compartida…) y utilizan sus propias conexiones digitales, en realidad, su objetivo final es el mismo y los valores de referencia son los mismos valores humanos universales.

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De hecho estas iniciativas, potenciadas por la rapidez de las redes sociales, son globales y muy semejantes a los Movimientos sociales que son ya fuertes en África subsahariana y a los Movimientos populares de América latina. Todos buscan una democracia real y un mundo nuevo con un desarrollo más justo y soldiario.

Durante la última década, estas nuevas economías: solidaria, colaborativa y del bien común, se han consolidado con una alternativa sólida y estable. Han crecido en número de empresas de comercio justo, en volumen de facturación y van creando más puestos de trabajo. Además de trabajar en ámbitos de agricultura, alimentación, textil, bancos, salud, gestión, etc. han irrumpido en nuevos sectores como la energía o las telecomunicaciones.

Miles de plataformas electrónicas de intercambio de productos y servicios se expanden a toda velocidad en abierto desafío a las empresas tradicionales. Así se visibilizan las redes y movimientos sociales por una economía justa, ecología, social y solidaria.

Entre las más fuertes y conocidas actualmente, podríamos mencionar las tres siguientes:

1. El portal web: www.economiasolidaria.org, es el portal más importante de economía solidaria en el mundo hispanohablante. Se ofrecerá el servicio de mercados sociales territoriales para satisfacer las necesidades cotidianas desde un consumo responsable. Promueve la cooperación y la autogestión de la producción, intercambio y consumo.

2. Otra plataforma potente que ha venido para quedarse es la llamada “economía colaborativa”, con miles de blocks por todo el globo, para facilitar el intercambio de bienes y servicios, con un potencial del consumo colaborativo increíble. En España solamente este consumo colaborativo obtuvo unos ingresos brutos estimados de 28.000 millones de euros en 2015.

3. Otra iniciativa, denominada: “La economía del Bien Común”, es presentada por Christian Felber como una alternativa tanto al capitalismo de mercado como a la economía planificada. El proyecto parte de unos criterios generales pero debe ser un modelo abierto que debe construirse entre todos sus miembros.

Toda actividad económica debe servir al bien común. La economía del bien común se debe regir por una serie de principios básicos que representan valores humanos: confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros, frente a los valores del lucro y competencia que rigen la economía capitalista. El bien común mide como una empresa vive: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia con todos sus proveedores y clientes. Esta iniciativa exige un límite a la propiedad privada y a la herencia.

Debido a su enorme relevancia e impacto social, conviene recordar también, a los Movimientos sociales que están muy comprometidos y activos en 23 países de África subsahariana, y a los Movimientos populares de gran actividad y potencial de América latina que recientemente se encontraron en Roma con el papa Francisco.

Somos conscientes de que existen otros fuertes movimientos ecológicos y de derechos humanos, además de muchas asociaciones de mujeres, jóvenes, artistas, etc. que también luchan desde sus plataformas por un mundo más justo y solidario.

Todas estas nuevas plataformas éticas, globales y electrónicas de: producción, intercambio y consumo responsable de productos y servicios, se expanden a toda velocidad en un abierto desafío a las empresas tradicionales.

Trabajan por un mundo más justo y solidario, considerando siempre las personas como el centro de atención, promoviendo unas relaciones sociales de equidad, democracia real y fraternidad, para potenciar un desarrollo sostenible, con todos los medios tecnológicos y digitales a su disposición.

El consumo solidario o colaborativo es una respuesta a la inequidad y la ineficiencia del mundo. Sabemos que un 40% de los alimentos del planeta se desperdicia, los coches particulares pasan el 95% de su tiempo parados, un motorista malgasta 2.549 horas de su vida circulando por las calles en busca de aparcamiento…

¿Podemos consentir ese desperdicio? ¿Hacen falta tantos coches? La Tierra alcanzará los 9.000 millones de habitantes en 2050.

El capitalismo ha dejado millones de personas al margen de la sociedad y muchas más desilusionadas. La industria digital se multiplica a tal velocidad que ya hay 5.000 empresas compitiendo con las tradicionales y en todas las actividades: ropa (ThredUP), coches compartidos (Zipcar, SideCar, Lyft, Bluemove, Getaround), prestamos económicos (LeendingClub, alojamiento de viajeros (Hipmunk), trueque de comida (Compartoplato), crowdfunding (KickStarter, Verkami).

El consumo colaborativo representa la complementación ventajosa desde el punto de vista innovador, económico y ecológico de la economía de la producción por la economía del consumo. Encuestas confirman que el 53% de los españoles estarían dispuestos a compartir o alquilar bienes en un contexto de consumo colaborativo.

Se trata de una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir, se propone como una alternativa viable y sostenible para la satisfacción de las necesidades individuales y globales.

En el fondo estos modelos de éxito digitales, en la producción, distribución y consumo más solidarios y responsables, tienen el problema de chocar contra el statu quo económico. Pero poco pueden hacer, pues la tecnología es imparable. De cualquier forma, compartir, colaborar, prestar, alquilar son verbos que se expanden con una fuerza nunca vista por la economía mundial.

El sector financiero será asediado como lo han sido los medios de comunicación o la música. Surgen miles de plataformas electrónicas que los emplean. La sociedad quiere cambiar la manera de consumir, la manera en que vive y favorecer los servicios compartidos.

La economía solidaria y colaborativa busca integrar en la gestión de la actividad económica, los valores universales que deben regir la sociedad y las relaciones sociales: equidad, justica, fraternidad económica, solidaridad social y democracia directa.

Los principios de base en estas economías solidarias, colaborativas, y del bien común:

? Dignidad Humana, Equidad y Bien Común: Es un valor que reconoce a todas las personas de igual dignidad y derechos. Esta es la base para una igualdad de oportunidades, participación, recursos y servicios. La dignidad humana y el bien común deben ser el fundamento y referencia en toda actividad política y economía.

? Trabajo digno: Es fundamental para la dignidad y calidad de vida de las personas. Recuperar las dimensiones humanas, sociales, culturales, económicas del trabajo. Trabajo digno para las mujeres. Las personas son protagonistas. Relaciones de cooperación y no de competitividad. Funcionamiento transparente y participativo en los ámbitos del trabajo. Capacitación profesional en los diversos oficios y relaciones.

? Sostenibilidad ambiental: Toda actividad humana está relacionada con la naturaleza. La salud de la naturaleza es salud para todos. Consumo responsable como actitud coherente. Cuidar la soberanía alimentaria y la conservación de las especies. Uso racional de los recursos: agua, energía, materiales…y reciclaje de residuos, energía limpia y turismo responsable. La economía debe estar basada en la ecología para ser sostenible. Compromiso con el entorno: desarrollo sostenible y comunitario del territorio.

? Cooperación: Se favorece la cooperación en lugar de la competencia, dentro y fuera y las organizaciones. Las relaciones comerciales deben ser justas, en igualdad, confianza, colaboración, corresponsabilidad, transparencia y respeto.

Nuestra ética es colaborativa, participativa y democrática, compartiendo las responsabilidades y deberes. Favorecer siempre el trabajo cooperativo entre personas y organizaciones, en todos los ámbitos. Se fomenta la cultura de la cooperación, las relaciones en red y los valores de cooperación y de compartir recursos y esfuerzos. La confianza se gana con los hechos. Las redes son espacios de desarrollo crecimiento mutuo y de colaboración.

? Solidaridad por encima del lucro: el objetivo es el desarrollo integral, colectivo e indiviudal de las personas y como medio, la gestión eficiente de proyectos económicamente viables y sostenibles. Se desea y busca con los beneficios la mejora o ampliación del objetivo social de los proyectos para construir un modelo social más humano, equitativo, integrador y solidario. Se favorece la reinversión de los beneficios, la redistribución, la transparencia y la economía ética.

Potenciar con la participación de la población satisfacer las necesidades de la comunidad. La tolerancia y aprecio de la diversidad es fundamental para integrar todas las energías disponibles y la colaboración.

Junto a estas iniciativas y valores, en favor de una forma de política y economía más humana, democrática, justa y solidaria, existen además otros muchos compromisos por una economía del bien común, mercado justo, protección del medio ambiente, bancos éticos y numeroso movimientos sociales, que están muy activos, en todos los continentes, para promover un nuevo orden social más democrático, ético y solidario.

La gran ventaja de todos estos nuevos compromisos por una gestión más ética y solidaria de los recursos y servicios sociales, es que disponen de todos los medios digitales para colaborar solidariamente, sin ninguna necesidad de las empresas tradicionales.

Además esta colaboración es global y consigue una difusión y potencial sin precedentes, al margen de las grandes multinacionales tradicionales.

Esta puede ser la gran oportunidad para crear un estilo de producción, distribución y consumo de recursos y servicios, más equitativo y solidario, así como un nuevo ritmo de vida donde las personas sean en centro de atención en la sociedad, buscando siempre una vida digna para todos, integrando la diversidad y el bien común.

Lázaro Bustince. AFS. 7 marzo 2017

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