La e-basura de Europa en África

25/05/2009 | Opinión

A pesar de las regulaciones internacionales para evitar que la basura electrónica se vierta en los países en desarrollo, las montañas de e-basura occidental crecen cada día más en África. Ghana y Nigeria han surgido de manera especial como nuevos países destino de electrodomésticos usados. Las implicaciones de esta industria de la basura son impresionantes, tanto para el medioambiente como para la salud humana.

La recesión global no ha podido amansar nuestra hambre de nuevos aparatos electrónicos: anualmente se compran más de mil millones de teléfonos móviles, las ventas de televisores de LCD han crecido más de un 50 %, y los negocios de libros en la red se han disparado. Las ventas de aparatos electrónicos siguen aumentando al mismo ritmo que su vida útil sigue disminuyendo. En unos pocos meses el último teléfono móvil ya se ha quedado antiguo, el ordenador de marca nuevo se queda demasiado lento y el home cinema necesita serias actualizaciones.

Este desecho regular y rápido de viejas máquinas ha dado como resultado un creciente excedente de basura electrónica. Según el Programa de Medioambiente de Naciones Unidas, UNEP, al año se producen entre 20 y 50 millones de toneladas de basura electrónica. Europa sola, se calcula que produce 9 millones de toneladas de e-basura al año. En muchos países la e-basura ya se ha convertido en la clase de basura que más rápidamente aumenta. Según una moderada estimación, la cantidad anual de la e-basura en los Estados Unidos aumentará hasta casi los 12 millones de toneladas en los próximos 10 años.

La creciente demanda de África de tecnologías de la información, combinada con sus limitadas posibilidades de manufacturar estos aparatos, la ha convertido en un destino famoso para los electrodomésticos de segunda mano. Según BAN, un grupo medioambiental, con sede en Seattle, hasta 50 barcos contenedores cargados con equipos electrónicos de segunda mano, llegan cada mes a Nigeria. Esta cantidad de contenedores puede ser equiparable a alrededor de 100.000 ordenadores o 44.000 televisores.

Además de los comerciantes de aparatos electrónicos, que compran máquinas utlizables o antiguas en masa y las envían a África, también varios grupos de ayuda y organizaciones están pidiendo a la gente que done sus antiguos aparatos electrónicos a las escuelas y hospitales africanos. Aunque la idea es noble, y la donación se hace normalmente de buena fe, existe con esto un efecto negativo. Según fuentes locales de Ghana y Nigeria, sólo cerca del 25 % de las importaciones de occidente son, a la hora de la verdad, utilizables, el resto de ellas son trastos electrónicos que ni se puede usar n se puede reparar. La e basura que no puede utilizarse termina en vertederos no oficiales, donde son separados por trabajadores sin protección (muchos de ellos niños), en busca de metales vendibles. Después de que todo el metal ha sido retirado, el plástico sobrante, los cables y las carcasas normalmente se queman. Estos métodos de extracción son extremadamente peligrosos para la salud: la mayoría de la e-basura contiene tóxicos como plomo, mercurio, dioxinas policloradas, por no mencionar los humos nocivos y los químicos que se liberan al quemar la basura electrónica. Según Greenpeace, las muestras recogidas en un vertedero de basura electrónica de la capital de Ghana, Accra, los metales tóxicos contenidos eran hasta cien veces superiores a los niveles normales.

Tirar la basura electrónica es ilegal desde 1992, cuando la Convención Basel entró en vigor. Según este tratado internacional, la exportación de cualquier desecho tóxico, incluida la basura electrónica, de los países de la OECD, está estrictamente prohibida. Sin embargo, en la legislación europea el término “reutilización” ofrece una laguna jurídica que debe cerrarse. La Unión Europea tiene que poner en marcha legislaciones y mecanismos que aseguren que sólo los electrodomésticos utilizables, que han sido probados y certificados, pueden ser enviados a los países en desarrollo.

Aunque el tirar la basura electrónica está considerado, generalmente, como un serio problema, también hay argumentos que aseguran que la exportación de la basura electrónica tiene aspectos positivos. Por ejemplo, en China, el anterior principal destinatario de basura electrónica occidental, hay una próspera industria alrededor de la recuperación de electrodomésticos, que abastecen a las manufacturas con materias primas. En una moda similar, en Lagos, Nigeria, existe un fuerte mercado y capacidad para reparar y restaurar equipos electrónicos viejos. La industria de la recuperación puede, en verdad, suponer un nuevo impulso económico en África. Sin embargo, no podemos olvidar el peligro de los métodos de extracción de los materiales de la e-basura, y la explotación laboral infantil que todavía es el centro de esta industria. Para ese fin, HP, una de los mayores manufactureros de ordenadores ha lanzado recientemente un proyecto para asegurar el desarrollo de una manera segura de manejar la e-basura y crear empleo para las comunidades locales en África.

Aunque la basura y la industria de su recuperación pueda tener algunos efectos positivos, no evita el principal problema: producimos demasiada basura. Para luchar contra el aumento de la e-basura, es importante mejorar el nivel de reciclaje de electrodomésticos. Actualmente, sólo el 25 % de los 9 millones de toneladas de basura electrónica producida en la Unión Europea son reciclados de manera apropiada. Tiene que convertirse en una responsabilidad de los manufactureros el ofrecer el reciclaje gratuito y sin inconvenientes de sus productos a los clientes. Si es necesario, esta posibilidad de reciclar tiene que estar asegurada por la ley. En Japón, este tipo de legislación ya existe y, por ejemplo, Sony ha informado recientemente de que está reciclando el 53 % de sus productos en Japón. Según un estudio de la UNU, solicitado por la Comisión Europea, el nivel de reciclado a largo plazo podría y debería estar en torno al 70 %.

Sin embargo, cada intento de reducir la e-basura, al final vuelve directamente a los consumidores. ¿Realmente necesitamos todos los aparatos electrónicos que tenemos? ¿Es absolutamente necesario tener el último modelo de teléfono móvil, el ordenador más rápido y la pantalla más plana y ancha? Los menos que podríamos hacer, cuanto compramos un nuevo equipo electrónico, es averiguar cómo son los programas de reciclado de los manufactureros y sus planes para eliminar los químicos tóxicos de sus productos. Y lo que es más importante, cuando nos deshacemos del viejo ordenador o televisión, deberíamos intentar por todos los medios que no terminase en un vertedero, de algún lugar de África.

Marko Kananen

Ghana Business News

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