LA DIGNIDAD HUMANA FRENTE A LOS RADICALISMOS VIOLENTOS

8/07/2013 | Editorial

Todos los dias, podemos observar, tanto en África como en el resto del mundo, el enfrentamiento entre las personas que defienden y promueven el respeto a la dignidad humana y las minorías radicales que pisotean y ensangrientan esa misma dignidad.

Entre las personas que promueven la dignidad humana y el diálogo, yo resaltaría el Papa Francisco durante su visita a Lampedusa.

Todas sus palabras y actuaciones van en la misma dirección: salir a las periferias de la vida, al encuentro con los más pobres y marginados. Su primer viaje fuera de Roma ha sido para los inmigrantes africanos que se hacinan sin derechos en la isla de Lampedusa.

Los CIES españoles, de Ceuta, Melilla y Madrid, son lugares sucios, sin espacios comunes, donde las personas están hacinadas y tiradas en el suelo sobre mantas o sacos de dormir. Muchas personas, como buenos samaritanos, llevan consuelo, denuncia y esperanza a tantas personas marginadas por todos nosotros.

Debemos recordar a los miles de hermanas y hermanos africanos que hemos dejado ahogarse en las travesías, por pateras y por tierra, por tan solo esperar y buscar una vida más digna.

Un ramo de flores lanzado al agua por el Papa, en recuerdo de tantas víctimas de nuestra política y economía deshumanizadas, es tan solo un gesto para denunciar y promover políticas más justas y solidarias, entre los gobiernos y pueblos.

Al mismo tiempo, durante estos días, estamos observando docenas de vidas sacrificadas por radicalismos de diferentes grupos: del Boko Haram en Nigeria, grupos radicales, en Egipto etc.

Estos son procesos complejos. Por un lado, personas y grupos radicales tienden a multiplicarse en el caldo de cultivo que supone la miseria, pobreza extrema y políticas dictatoriales. Algunos jóvenes afirman haber entrado con los Boka Haram, al-Qaeda etc. no tanto por ideología, sino por la promesa de un trabajo y por beneficios económicos.

La revolución política, económica, cultural y religiosa continúa en Egipto, con frecuencia, de forma sangrienta por desgracia. El pueblo egipcio en general destaca por su nivel de educación, responsabilidad social y compromiso por un futuro más justo y digno para todos.

En esta situación, existen también grupos radicalizados, incapaces de un diálogo constructivo, que arrastran a los demás hacia la confrontación violenta.

Varios países árabes siguen siendo un ejemplo de reformas sociales profundas, y creo que caminan en la buena dirección.

Los sistemas opresores, de cualquier tipo que sean, no se pueden superar de forma rápida o fácil. Por lo que si apostamos es por la reforma no-violenta, estilo Ghandi o Mandela.

En otras sociedades, parecemos tener miedo todavía a esas transformaciones profundas para liberarnos de sistemas politico-economicos opresores.

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