LA CRISIS DE LAS MIL CARAS

30/01/2012 | Editorial

Seguimos escribiendo, leyendo y hablando todos los días sobre la crisis. El ver un millón y medio de familias en España, en las que todos los miembros están en paro, es escalofriante.

Más terribles todavía son los tres aspectos siguientes: primero, esta crisis es obra de manos humanas; segundo, si en España la crisis es aguda, en África la crisis sigue siendo mortal; y tercero, no parece importarnos demasiado lo que les ocurre en África o en otros continentes.

El suprimir mil millones de euros de ayuda a la cooperación internacional al desarrollo indica que incluso el ser solidarios con los más empobrecidos ya no es tan importante para nosotros. Esto parece indicar que solo damos de lo que nos sobra. Como ahora nos sobra menos damos menos.

Esta visión viciada y borrosa de que todo lo que acumulamos es nuestro, es inhumana e injusta. El bien común marca las fronteras de la propiedad privada justa. No podemos gastar o acumular sin medida, cuando vemos miembros de la familia humana dormir en la calle y morirse de malaria o de hambre.

Muchas personas parecen pensar que siendo solidarios a través de UNICEF o Cruz Roja, como lo hacen a veces deportistas y lideres, ya hemos cumplido con nuestra responsabilidad humana y social. Ya no es cuestión de solidaridad o caridad solamente, sino de justicia.

Lo que necesitamos es reformar o reformatear nuestra mente o disco duro para mirar y tratar a los demás, sobre todo a los mas empobrecidos, como miembros de la misma familia humana.
Necesitamos también líderes más íntegros, aquí y en África, y necesitamos además sanear nuestras estructuras injustas.
Estas estructuras opresoras se notan en casi todos los ámbitos de la vida social: político, económico, cultural y hasta religioso.

La presente campaña de Manos Unidas: “La salud, derecho de todos: actúa” me parece muy oportuna. Las tres enfermedades más mortíferas en África: Sida, paludismo y tuberculosis tienen su terapia hoy día, y sobre todo se pueden prevenir en gran parte, con una educación y desarrollo integral. Pero a las grandes multinacionales farmacéuticas les resulta más lucrativo que estas enfermedades sean crónicas. Esto lo afirma Richard Roberts, el premio nobel de medicina. Y esto es lo más grave.

Esta crisis financiara, de millones de personas sin trabajo, sin alimentos, sin medicina, sin educación y sin dignidad, aquí y mucho más aun en África, es sobre todo obra de manos humanas. Así pues, en nuestras manos está la solución.

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