La coronación de los verdugos

3/03/2011 | Opinión

África es el único lugar del mundo donde el oprimido cultiva de manera inconsciente el amor por el opresor. Un gran número de sus intelectuales se sienten obligados a parafrasear a los pensadores griegos y alemanes, a menudo negrófobos, para adornar su elocuencia, convencidos de que toda legitimidad pasa por palabras de Platón o Hegel. Las citas en latín abundan en los simposios, ya que esta banda de epígonos tiene el descaro de resucitar una lengua muerta. Durante la pausa para comer, se comenta sobre Heráclito de Éfeso para parecer “civilizado” y la obra de Helvecio sirve de evangelio. Cada uno compite por sentirse extranjero en su propia cultura y cómodo con la ajena. Tierno Bokar, Wa Kamissoko, Rujindiri, le maitre de l’inanga, y otros cerebros africanos ya no tendrán cabida.

Desafortunadamente, esta es la élite que está al mando de África, un barco ebrio al borde del naufragio. La visita oficial del Jefe de Estado de la antigua metrópoli da lugar a un ritual de higiene. La población se moviliza para despejar las calles de sus escombros; se pintan los troncos de los árboles de prisa y corriendo al igual que algunas fachadas de edificios derrumbados. Una vez el mandamás se marcha, la insalubridad se impone de nuevo. La foto oficial del Presidente se hace delante de una hilera de enciclopedias que jamás leerá. Si tuviera que indagar el contenido, las avenidas serían inmediatamente desbautizadas y Voltaire, Surcouf, Faidherbe, Bismarck, Stanley, Victoria, Chamberlain, Salazar, Van Rebee, perderían todo su honor. Pero en África, y en los países de población negra en general, el amor por el verdugo sustituye al amor propio.

Y por si quiere usted algún ejemplo…

El 28 de enero de 1987, Edward Johnson, un joven afroamericano condenado a muerte fue ejecutado en una cárcel de Mississippi por el asesinato de un policía. Edward Johnson era inocente. Su madre le daría dos besos al Shérif que le envió a la silla eléctrica una semana después del juicio. ¿Qué puede justificar tal aturdimiento?

En 1991, la Conferencia Nacional conocida como Soberana del Congo Brazzaville rescató a los colonos a través de los nombres de la ciudad y edificios oficiales, todavía desbautizados desde la revolución marxista (1968-1990). Así la ciudad de Loubomo se convirtió en Dolisie; el instituto “Lycée drapeau rouge” en Chaminade. El general Denis Sassou-Nguesso, antiguo marxista, al menos en apariencia, se inspiró así en 2004 para inaugurar el espléndido memorial dedicado a Pierre Savorgnan De Brazza. Una secuencia exclusiva de griots congoleses dio voz a un videoclip para acompañar el evento. El conquistador franco-italiano que despojó al Rey Makoko de su tierra y sus súbditos no fue nunca tan honorado. ¿Quién podría autentificar el famoso “tratado” que ambos firmaron? Al erigir este memorial, Denis Sassou-Nguesso, infligió la humillación suprema al pueblo congolés y a toda África. Para eliminar este sacrilegio ese lugar tendría que ser dinamitado.

En julio de 2007 los senegaleses aplaudieron energéticamente en la UCAD (Universidad de Cheikh Anta Diop) al Presidente francés Nicolas Sarkozy, quien descargó en ellos todo su desprecio en directo. Su discurso fascista incluso tocó la literatura africana del siglo XXI. No sería sorprendente que éste figurara algún día en el programa escolar de África.

El 14 de Julio, 15 subprefectos africanos desembarcaron en Paris con neo-fusileros para celebrar el 50 aniversario del neocolonialismo. Estos regimientos se agruparon y la flota echó a andar marcando el paso hacia los Campos Elíseos, confirmando así que el África llamada francófona todavía es sumisa a los dictados. Sólo les faltaba la capa a los subprefectos para hacer de esta celebración la festividad del tomismo.

El 24 de octubre de 2010, durante la Feria del cómic en Kinshasa, la Ministra de Cultura y de Artes Jeannette Kavira Mapera hizo apología del colonialismo belga defendiendo “Tintin en el Congo” que calificó como “obra maestra”. Entre tanto, su compatriota Bienvenu Mbutu Mondondo había denunciado a la editorial Hergé para intentar prohibirlo. En Irán o Pakistán, un acto así sería equivalente a una enorme traición y habría valido treinta latigazos a la señora ministra como en tiempos de Leopoldo II. Esta tendría un buen sitio en asilo, pero no sin duda en el gobierno.

El 1 de diciembre de 2010, responsables políticos centroafricanos recordaron al ex emperador Bokassa I, principal sepulturero del país (como testifican su coronación y sus numerosos castillos en Francia), a falta de haberlo hecho mejor.

El 16 de junio de 2011, el antiguo dictador haitiano Jean-Claude «Baby doc» Duvalier, de vuelta al hogar, fue acogido como el salvador por los haitianos exasperados por su condición. El mismo que fue perseguido en la calle 25 años antes. ¿Será este el preludio del retorno de sus seguidores los Tonton Macoutes?

Sin embargo, Foday Sankoh y Charles Taylor no serán aplaudidos jamás por los mancos de Sierra Leona o Liberia. Tampoco es seguro que Macias Nguema, Ian Smith, Mobutu, Peter Botha, Sani Abacha, Pierre Mesmer, Idi Amin Dada, Paul Aussaresses, Mengistu, Lothar Von Trotha y sus consortes sean beatificados algún día. Los tunecinos lograron cazar a su dictador pero los gaboneses aún no. Un Ben Ali puede esconder otro (Ben Ali Bongo). El deber de la memoria es lo que le falta a África. Un pueblo que perdona fácilmente está condenado a desaparecer.

Todos los dictadores africanos derrocados han visto sus bienes congelados en Occidente. A pesar de todo, los sucesores se obstinan en ir a los paraísos fiscales para guardar lingotes de oro. Y sin Embargo Suiza, Luxemburgo, Liechtenstein, los principados de Mónaco y Andorra no son conocidos por dar asilo a los africanos. ¿Es el poder el que embrutece a los hombres o el afán de lucro?

La peor desventaja de África es tener las élites políticas e intelectuales más dementes del mundo. Una purga se está haciendo cada vez más imprescindible.

Ngombulu Ya Sangui Ya Mina Bantu LASCONY

Escritor, documentalista e historiógrafo.

Institut Cercle-Congo

Publicado en Mwinda Journal, de Congo Brazzaville, el 25 enero 2011.

Traducido por Marina Javierre Limón.

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