La ciénaga del desarrollo político en Sudán (parte 4)

25/06/2018 | Opinión

sudan_map-3.jpgLa esfera pública como dominio para expresiones organizadas e interés de la sociedad ha pasado de una que estaba estrictamente anclada en torno a las instituciones nacionales a un espacio de comunicación multimodal que se constituye en torno al sistema de medios de comunicación, que incluye además de la radio, la TV y la prensa escrita, una variedad de multimedia y sistemas de comunicación. El Foro de Políticas de Sudán (SPF) debería proporcionar la plataforma sobre la que la sociedad civil podría pasar al primer plano del debate político. Si fracasa en dirigir el poder de la opinión pública a través de sus redes por falta de creatividad o falta de capacidad, todo el canal de comunicación se detendrá, afectando así al ciclo de formulación de políticas que identifiquen a la sociedad civil y a la comunidad de investigación como un importante lugar de conocimiento y apoyo en el diseño de una estrategia nacional de desarrollo para Sudán.

Como una agencia que posee un rico patrimonio institucional y cultural, la sociedad civil de Sudán es igualmente capaz de rejuvenecer su alma diseñando políticas basadas en la opinión de los ciudadanos sobre educación, salud, medio ambiente, la prosperidad, etc. Contribuyendo así a la paz e integración regional y eliminando cualquier impacto negativo que el régimen pueda haber tenido recientemente en Sudán como sociedad y estado. Para lograr un orden regional y mundial sostenible mediante el surgimiento de un sistema de gobernanza consensuado, el foro debe tener como objetivo fomentar el diálogo entre las diferentes comunidades y sus culturas con la esperanza de compartir el significado y la comprensión, no imponiendo una ideología; comunicando, no convenciendo; reflejando sentido y finalidad, no sólo compartiendo interés y poder.

Este documento prevé que dicho programa, que incluye formación, campañas y visión de futuro (V2050), ayudará a los agentes de la sociedad civil a comprender las implicaciones prácticas de los temas importantes de gobernanza y democratización en lugar de tratar sin fin de dar sentido a una lista de requisitos de «buena gobernanza». Además, anticipa que dicho programa ampliará el campo de visión de los participantes sobre políticas para incluir la comunicación y el papel de los medios, los medios de vida, la gestión energética y de recursos, la interdependencia ecológica, la reforma constitucional, los asuntos familiares y el desarrollo institucional.

Infundiendo valores de «racionalidad comunicativa», los activistas tienen la oportunidad de movilizar una rica herencia que durante mucho tiempo se ha estancado, liberando así al individuo, hombre o mujer, que durante siglos ha estado encarcelado detrás de muros de autoritarismo y «gruesas capas de interpretación». Por último, pero no menos importante, la desmilitarización de una cultura precede al intento de desarmar a una población. Por lo tanto, proporcionando a los grupos paramilitares una estrategia de salida complementa el programa creativo que algunas agencias proponen y suplanta la campaña perversa que el gobierno está llevando a cabo en la periferia. Ganar el apoyo de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) puede no ser un objetivo estratégico viable en este momento, pero definitivamente es uno que vale la pena perseguir si queremos pensar en evitar una guerra civil prolongada y reducir la cantidad de bajas.

Mientras que los árabes (grupos de pastores que viven junto a tribus indígenas en Darfur, Kordofan, etc.) permanezcan desintegrados en el ciclo económico, excluidos de foros políticos o debates culturales, corren el riesgo de enfrentar una mayor marginalización, algo que abrirá paso a rencores de grupo y agravios personales y que tendrá efectos adversos sobre su bienestar y, en consecuencia, puede poner en peligro el futuro de cualquier acuerdo de paz. Para asegurar la posición de los árabes como parte integral del proceso consultivo, que tiene como objetivo lograr la paz global en Sudán, el SPF tiene como objetivo eludir a corredores de ideas y trabajar directamente con los nómadas a través de sus representantes en los municipios.

En este contexto, el Foro de Políticas de Sudán (FPS) es requerido para alentar la movilización más amplia de la sociedad civil en Sudán y, al hacerlo, superar las diferencias étnicas, tribales y regionales en aras de garantizar una paz duradera. El Foro debe ser representativo, no selectivo; debe involucrar a académicos prominentes, activistas diligentes, políticos genuinos, oficiales profesionales y líderes comunitarios que son conocidos por su voluntad de servir a los intereses públicos y no a los privados. En resumen, los sudaneses deben volver a la mesa de deliberación para poder formular recomendaciones que articulen un camino a seguir, introduciendo y fomentando una comprensión y apoyo para los roles de los socios regionales e internacionales. Deben reconocer puntos en común a través de todas las fronteras, apelando así a una comprensión más amplia de la comunidad y la esfera cívica. El Foro debería trabajar para construir la confianza de la sociedad civil, generar confianza entre los participantes y movilizar a las personas para que vean la vida más allá de sus diferencias, como parte de un proceso para avanzar hacia un diálogo abierto y constructivo. Debe proporcionar al pueblo sudanés una ventana a través de la cual pueda ver la vida de manera diferente.

A pesar de grandes sacrificios y esfuerzos genuinos, la construcción de la nación puede convertirse en un ejercicio inútil o un fracaso en el peor de los casos, si no hay coordinación. El Foro, tanto como sea posible, debería evitar recurrir a la retórica que ha obstaculizado la capacidad de los grupos sudaneses preocupados por la democracia y la estabilidad para trabajar conjuntamente, algo que llevó a los cepos de dictadores despiadados, prolongando así la miseria del pueblo sudanés. Algunos de los lemas de grupos «modernistas» y «tradicionalistas» incluían eliminar identidades tribales y religiosas que llevaron a un mayor atrincheramiento y alejaron a estos grupos de asociaciones de estilo «vinculante» a «cegador», para usar los términos de Goran Hyden; promoviendo la concienciación negra o árabe que asistió a empresarios étnicos y ayudó a una mayor ampliación de las diferencias; abogando por un modelo económico liberal que combina formas de gobernanza iliberales con demasiado énfasis en la reforma orientada al crecimiento, causando así pobreza, desempleo y desigualdad.

Antes de que pudiéramos recuperarnos de cualquiera de estas cláusulas delirantes, nos encontramos frente a reclamaciones sobre wasateya o Islam moderado. La marcha atrás de Rageya, disfrazado de Islam moderado, es una ocasión mediante la cual los empresarios religiosos intentan restablecer su autoridad llevando la religión a la esfera pública, aunque esta vez por la puerta de atrás. Llevado a su lógica conclusión, el llamado de algunas Riverian elites para unirse al régimen en su versión 2020 de elecciones fraudulentas, es un intento, aunque secular en comparación con el intento anterior, de confinar el poder a manos de jugadores históricos y tradicionales, principalmente élites centristas que ahora sienten que han perdido la hegemonía que los ayudó a explotar y manipular recursos materiales y espirituales de la periferia. Contender las elecciones de 2020 es equivalente a legitimar el régimen y dar a luz a su tercera versión, es decir, Ingaz 3. Las élites centristas temen sobre todo el caos porque, a pesar del derramamiento de sangre, cambiará estructuralmente las reglas del juego y les negará el derecho sagrado a continuar su monopolio sobre el poder. Aunque dicen que esta es la última oportunidad para salvar a la nación de caer en la desesperación. Pero, ¿no está sucediendo ya eso, salvo Jartum y sus alrededores?

Waleed Adam Mousa

*El autor doctor en Gobernanza y Desarrollo Internacional y fundador y presidente de Sudán Policy Forum

Fuente: Sudan Tribune

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]


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