La amistad: China – Tanzania

17/02/2009 | Editorial

La amistad entre China y Tanzania se remonta al periodo inmediatamente posterior a la independencia de ésta última, en la década de los 60. El modo de vestir de Julius Nyerere era todo un símbolo de la amistad entre los dos países. Pero esta amistad no era solo simbólica, sino una realidad. China, en efecto, ejerció un papel fundamental, en la década de los 70, en la construcción del ferrocarril Tanzania-Zambia (Tazara), en las grandes compañías “Urafiki Textil Mills” y “Ubungo Farm Implements”, además de ofrecer una significativa colaboración militar. China fue un aliado de los países africanos emergentes en su lucha por la liberación del yugo colonial.

Los Chinos impresionaron fuertemente a la población tanzana, sobre todo durante la construcción de “Tazara”, a través de terrenos accidentados, por su entrega al deber, su disciplina, su espíritu de sacrificio, su sencillez y su austero modo de vivir. En los años 60 y 70, la política de China en África – en Tanzania en particular – era: dar ejemplo, con su estilo de vida, para atraer a las nacientes naciones africanas a su manera de vivir y a su ideología. China parecía no tener otro interés que el de apoyar proyectos de desarrollo africanos para promover el comunismo de corte chino. Una misión altruista, con el fin de implantar unos valores tan apreciados por ellos.

Pero, la época de las ideologías ha terminado y se ha producido un cambio estratégico evidente en la forma que China tiene de acercarse a los gobiernos africanos. Lo que realmente interesa ahora es la extracción de materias primas y los beneficios que puede sacar de los países africanos. Las implicaciones políticas, tan importantes al principio, han sido abandonadas, como material irrelevante. China busca, ahora, impulsar su economía mediante el comercio internacional, y en África lo está consiguiendo, especialmente gracias a la amplia inyección de productos chinos, a las numerosas empresas de construcción, y a la presencia de profesionales en varios ámbitos, en especial, la medicina.

El impacto de China en África es evidente, y a menudo más eficaz que lo ha sido la cooperación occidental. China ofrece más ventajas y mejores condiciones que Occidente. En esta época de crisis, calma los miedos africanos que ven como la ayuda de Occidente disminuye. China, no solo mantiene sus promesas de cooperación a África, sino que las incrementa según las necesidades. No es, pues, de extrañar que África esté mirando ahora más hacia China.

A China se le critica por su pésimo compromiso con los derechos humanos en su propio territorio y porque no considera el impacto que tienen sus inversiones, tanto en la política como sobre los derechos humanos. Se le critica porque negocia con gobiernos corruptos y poco respetuosos de los derechos humanos, como Sudán – donde China tiene intereses petroleros – y Zimbabue, donde se interesa al de oro y a los minerales.

Cierto, no se pueden excusar los delitos contra los derechos humanos; hay que denunciarlos. A pesar de todo, África ve en China un camino para salir de la pobreza en estos tiempos de crisis, cuando Occidente está más preocupado en protegerse a sí mismo que en ayudar a los demás. Pero, Occidente no puede abandonar a África, expoliar sus recursos energéticos, e impedir que comercie con otros países.

Esperemos que Occidente aprenda algo de la situación aquí descrita, y que sea menos ideológico y más práctico. Occidente defiende el libre mercado, pues bien, ¡ahora tiene la oportunidad de competir con China por los productos africanos! A ver quien ofrece más. Y… ciertamente, Occidente no tiene el peso ético suficiente para criticar a China por su comercio con gobiernos corruptos… Alguien dijo: “El que esté libre de pecado, tire la primera piedra”.

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