La amarga cosecha de África

24/09/2007 | Opinión

El 1 de octubre de 2007, Nigeria, la nación más poblada de África, cumplirá 37 años. Como Sudán y Ghana antes que ella, la independencia de Nigeria de la gobernación colonial fue una consecuencia de la lucha para despojarse de los obstáculos políticos, sociales y económicos creados durante la era colonial.

Ahora que todo el continente está liberado, es incumbencia de cada africano reflexionar sobre si el continente ha avanzado de verdad en la trayectoria que sus liberadores y los ciudadanos pretendían que lo hiciese. Cualquier agricultor que siembra una semilla, solamente lo hace como anticipación a una cosecha, esto hace que nos preguntemos por la naturaleza y el contenido de la cosecha africana.

La lucha nacionalista estuvo espoleada por el deseo de imponer los derechos de la mayoría a determinar su destino político y económico, entendido en un orden democrático constitucional. El carácter de la Democracia Universal es que los que ejercen la autoridad política en la sociedad deben hacerlo con el consentimiento explícito y el mandato genuino expresado en intervalos regulares por los gobernados, en un proceso electoral abierto, libre y justo.

El estado colonial fue fundado sobre las premisas de que los nativos eran seres incivilizados y, por tanto, necesitarían ser civilizados antes de que pudieran tomar sus propias decisiones independientes y soberanas.
Los arquitectos de la revolución democrática nacional pueden compararse con los agricultores que tienen la tarea de transformar la semilla en cultivo para cosechar. El éxito o fracaso de cualquier agricultor se refleja no en cuánto ha sudado para lograrlo sino en la calidad de la cosecha recogida.

El movimiento de derechos civiles se hacía eco de las frustraciones experimentadas por los agricultores africanos a los que se les enajenaba de sus tierras y los graduados o productos del sistema colonial, es decir los intelectuales africanos a los que se negaba el acceso a privilegios por motivos raciales. La Democracia era una llamada a la lucha de los nacionalistas, aunque todavía 50 años después muchos africanos se preguntan si la cosecha recogida merece todo el esfuerzo que se hizo.
El colonialismo era en el fondo un proyecto económico menos motivado por un interés en dar poder a los nativos para que tomen sus propias decisiones que por difundir la civilización eurocentrista y su modo de vida. Los arquitectos coloniales querían hacer de África una pequeña Europa, y lo lograron.

Estaba claro desde el principio que la democracia tal y como la he descrito antes era incompatible con el colonialismo y de hecho se argumentaba que los nativos no tenían interés en formar parte de un sistema cuyos valores y normas fueran extrajeras. Muchos colonos observaron que los nativos no tenían la estructura institucional sobre el que formar un orden democrático, haciendo muy caro el instaurar un gobierno en el que tenga voz un pueblo sin unos intereses creados sobre una sociedad progresiva.

Se discutía si era contra productivo dar voz a alguien que no tenía nada que decir, ya que no ejercería su supuesto derecho. Por consiguiente, el proyecto de descolonización estaba inspirado por los revolucionarios que decían que la democracia debía sostener cualquier orden democrático progresivo y los ciudadanos están dotados de derechos inalienables que nunca pueden ponerse en duda por su estatus social o económico. En otras palabras, una persona rica tiene el mismo voto que una pobre.

Con esta construcción, la independencia trajo consigo esperanza para los negros y miedo para los blancos. Los negros esperaban una cosecha extraordinaria y los blancos esperaban una amarga cosecha.

Sin embargo, el estatus de blancos y negros en África, tras 50 años de uhuru (libertad en suahili), confirma que las esperanzas de los negros no se han hecho realidad así como tampoco se han hecho realidad los temores de los blancos, haciendo que cualquier africano racional empiece a preguntarse qué intereses conformaron el proyecto de descolonización. ¿era el derecho al voto? ¿era un juego de las sillas, es decir, reemplazar al opresor blanco por un opresor negro aún más letal? ¿era mejorar el nivel de vida de la mayoría? ¿Para qué se luchó?
Si la lucha fue para imponer el derecho de la mayoría a determinar su destino a través de un sistema democrático, entonces nadie puede discutir que en 2007 la mayoría de los africanos presume de dicho derecho. Igualmente si la lucha fue para democratizar el espacio económico, entonces es evidente que seguramente se ha logrado menos en este frente de lo que se esperaba. El sistema colonial fue bueno para sus promotores y patrocinadores y el sistema postcolonial parece haber sido un buen proyecto para uno pocos y no para la mayoría que se esperaba.

La amargura recuerda a una emoción similar al resentimiento. Muchos africanos guardan rencor y con razón, porque fueron engañados por unos pocos que decían que la revolución democrática nacional era por el interés colectivo pero en realidad fueron utilizados como peones de ajedrez para legitimar su tiranía.

En muchos estados africanos, existen instituciones para regular las competencias, muchas conocidas como comisiones de competencia, pero todavía en la esfera política se monopoliza el proceso por unos cuantos, sin que se realicen inspecciones ni revisiones, para asegurar que a cualquier ciudadano que quiera ser Presidente se le brinda la oportunidad de hacerlo sin ser intimidado o que se le pida un certificado escolar o un titulo de propiedad, como se exigía en un estado colonial.

Si, tenemos derecho a votar, pero aún así el ejercicio de ese derecho tiene sus propios riesgos es África. Muchos africanos han perdido la esperanza en el poder del voto para cambiar los gobiernos que no les gustan. Las administraciones coloniales mantenían que sólo los gobiernos responsables harían progresos en el interés de África y nosotros pensábamos lo contrario, ingenuamente esperábamos algo mejor de la experiencia postcolonial.

Los recursos naturales africanos aún están siendo cosechados por no africanos. Las decisiones africanas, allí donde importan, es decir, en la economía, todavía se toman fuera de África y aún así nosotros no parecemos tener planes para cultivar nuestras propias semillas para que den frutos que cosechar.

En conclusión, necesitamos un nuevo paradigma conformado por las estrategias y tácticas de un buen agricultor. Una amarga cosecha ha sido posible gracias a que los liberadores de África carecían de la madurez y de la mente de un buen agricultor. Nunca puedes esperar tener unos resultados en los que no has invertido antes.

¿Cuántos de nosotros hemos invertido en una África funcional y que funcione? Cualquier cosecha está en función del esfuerzo, los recursos y la gestión. Los colonialistas no eran muchos pero se comportaban como buenos agricultores y lograron hacer de África un hogar lejos de su hogar con legados duraderos. Ahora nosotros sabemos más y podemos hacerlo mejor.

Mutumwa D. Mawere

La columna semanal de Mutumwa Mawere aparece cada lunes en New Zimbabwe.com.

Se puede contactar con él en mmawere@global.co.za Esta es la del día 10 de septiembre de 2007

Traducido por Rosa Moro del Departamento África de la Fundación Sur.

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