Kivu Sur: cada vez más campesinos sin tierra

18/05/2010 | Crónicas y reportajes

(Syfia Grandes Lagos/R.D. Congo) Las tierras montañosas de Kivu Sur son actualmente muy codiciadas por los ciudadanos, cada vez más numerosos en comprar sus campos a los aldeanos, sin siempre ponerlos en cultivo. Los agricultores por su parte, vienen a agrandar los barrios de chabolas de Bukavu donde se convierten en asalariados de sus propias parcelas.

“La operación de compra y venta de tierras ha aumentado el número de campesinos sin tierras en la región montañosa de Kivu Sur” según el sociólogo Basheka Chiringa. Al este de la R. D. Congo, desde 2006 las carreteras construidas por los chinos unen de nuevo las ciudades con los pueblos, incitando a los ciudadanos a invertir en el campo. Por su parte, los agricultores, cansados de sus condiciones de vida difíciles, están dispuestos a vender sus tierras. En los últimos tiempos, no dudan en liquidar sus campos “para hacer estudiar a los niños y relanzarse en la vida”, como explica Déo Muzirigerha, qua ha vendido sus parcelas de Cirunga (Kabare) y vive a partir de ahora en Bukavu. “Otros campesinos lo hacen para huir de los conflictos de vecindad en el pueblo” Las tierras heredadas de los padres no se libran de estas ventas que dividen las familias. Todos se instalan en los barrios de chabolas de Bukavu donde construyen una pequeña casa. El resto del dinero es invertido en pequeños comercios.

Una región de grandes propietarios

En la llanura de Ruzizi y sobre las colinas de Kivu Sur, vemos grandes concesiones, reservadas a la cría de prestigio de ganado mayor, que permanecen en baldío o son únicamente plantadas con árboles. La crisis territorial es profunda en la región, causada por la comercialización de la tierra, el crecimiento demográfico rápido y la fuerte demanda de tierras campestres por los no campesinos. Incluso la sociedad alemana Pharmakina, que fabrica quinina, ha vendido algunas de sus plantaciones a privados que las dejan en barbecho. Los grandes terratenientes se cuentan por decenas- comerciantes, políticos, Iglesias cristianas y los jefes tradicionales disponen de grandes concesiones como los plantadores de quinina y té- mientras que el número de campesinos sin tierra aumenta.

Desde 1980 la ley estipula que “el suelo es la propiedad exclusiva, inalienable e imprescriptible del Estado”. Al mismo tiempo este texto ha subordinado la reglamentación de derechos de disfrute adquiridos sobre las tierras a una ordenanza presidencial esperada hasta este día, lo que sitúa a los campesinos en una gran precariedad jurídica.

En el Bushi, en Kivi Sur, cuatro tipos de contratos rigen tradicionalmente el disfrute territorial. Solamente uno de ellos (el kalinzi) “otorga un derecho irrevocable de propiedad territorial adquirida tras el pago en natura (vacas, cabras, cerveza) o en especias al jefe tradicional. Este permanece privativo, perenne y hereditario” explica el sociólogo Kinghombe wa Kinghombe. Los otros contratos son pactados por una o dos estaciones de cultivo solamente con la obligación de plantar cultivos de ciclo vegetativo corto.

La tierra se ha convertido en una fuente de conflicto en el pueblo y la ciudad porque se puede vender para enriquecerse. La ley nacionalizó las tierras rurales en 1980 y la gente no ha tomado conciencia de que hay poco tiempo. Es ese cambio el que ha hecho de las tierras una mercancía monetizable suprimiendo las prácticas consuetudinarias como fuente de derechos territoriales. Algunos jefes tradicionales espolian y venden a menudo campos de campesinos a burgueses urbanos, únicos capaces de iniciar el registro de tierras en los entresijos de la administración. “Paradójicamente, -constata el abogado Séverin Mugangu, especialista en derecho territorial shi-, numerosos campesinos se han convertido en mano de obra de las explotaciones que ellos mismos han venido” Ganan ocasionalmente 1000 FC (1,11 dólares) por día de trabajo a destajo.

“Las tierras arables de Kivu montañoso ocupan el 13% de la superficie, pero reagrupan alrededor del 70% de la población de la provincia”, recuerda el Padre Didier de Failly, instalado en la región desde hace tiempo, analizando la situación territorial de Kivu. “Las comarcas de Kabare, Walungu, la isla de Idjwi y Kalehe cuentan con más de 400 habitantes por kilómetro cuadrado”- añade. En Burhale (Walungu) la densidad alcanza los 540 hab/km2. Las familias, que tienen una media de seis personas, no tienen más que 0,17 hectáreas para vivir.

La Acción social y de organización campesina (ASOP), una asociación de Bukavu, trabaja sobre el dossier de un alegato social. Ya ha propuesto enmiendas a la ley territorial para una distribución equitativa de la tierra. Propone la reafectación de las tierras teniendo en cuenta las necesidades agrícolas y de los espacios adaptados a los cultivos de subsistencia. La ASOP insiste también en que la próxima ley territorial tenga en cuenta la opinión de los jefes tradicionales en la desafectación de las tierras.

Una necesidad en el momento en que la compra o el alquiler de tierras durante un largo periodo por extranjeros cobra cada vez más importancia en RDC. China ha obtenido ya 2,8 millones de hectáreas en las que pretende, entre otras cosas, construir la mayor plantación de aceite de palma del mundo. Un sindicato de granjeros surafricanos podría atribuirse 10 millones de hectáreas…

ENCUADRE

Isla de Idjwi

Los Pigmeos, privados de la selva, vagan por los pueblos.

En Idwji, la isla en medio del lago Kivu, los Pigmeos vagan hoy por los pueblos. En 2008, fueron echados de la selva de Nyamusisi donde habitaban desde tiempos inmemorables. Esta ha sido parcelada y vendida a comerciantes y políticos por los jefes tradicionales con la gran consternación de la población.

Desde entonces se esfuerzan por encontrar un lugar donde construir una casa y cultivar. Denuncian la marginalización de la que son objeto. “No pudiendo cazar ni vivir más de la cosecha o de la venta de brasas, exigimos tener campos para trabajar como los otros campesinos.” Declara Zafarindi Barhakengera, el jefe de los Pigmeos de Idjwi.

Por solidaridad, compatriotas han alojado a algunos en sus pueblos concediéndoles parcelas de tierra. En Kisiza, en el agrupamiento Mpene, los pigmeos son los más numerosos y sus hijos están escolarizados “con el fin de hacer escuchar nuestra voz en el futuro” afirma este mismo jefe. “y a la larga poder construir casas de más de una planta para abandonar estas pequeñas chozas”- añade Kavuganyi Kahimano, un alumno pigmeo de la escuela primaria Kashofu.

Thaddée Hyawe-Hinyi

Fuente: http://www.syfia-grands-lacs.info 06 de mayo de 2010.

Traducido por Ana Dols, para Fundación Sur.

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