Kagame nombra a un coronel ruandés para coordinar las operaciones militares del CNDP de Laurent Nkunda

30/10/2008 | Opinión

Paul Kagame habría nombrado a un tal coronel Mupenzi para coordinar las operaciones militares del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) de Laurent Nkunda en tierras congoleñas. “Mentid, mentid, siempre quedará algo de la verdad”, dice un refrán. Este dicho se verifica cada día que pasa en la Ruanda que negaba su implicación en la llamada guerra de Nkunda. Además de las pruebas presentadas en las cadenas de la televisión nacional, otra prueba, y no una cualquiera, estalló a la luz del día: la presencia de Kigali en la agresión de la que es víctima la República Democrática del Congo (RDC).

Desde hace un tiempo, los datos que prueban la presencia ruandesa al Este de la RDC son abrumadores. Hace poco, la televisión nacional mostró numerosas prendas, armas y documentos de identidad que no dejaban lugar a dudas sobre la implicación del régimen de Kigali en la guerra inocentemente llamada de Nkunda (no llamada insurrección) y cuyos límites no están muy claros. Recientemente, distintas fuentes han coincidido en un dato extremadamente importante “que demuestra la implicación del régimen de Ruanda en la zona Este de la RDC”.

Un coronel ruandés para coordinar las operaciones militares del CNDP

Según estas fuentes, el régimen de Kigali habría nombrado a un tal coronel Mupenzi para coordinar las operaciones militares del CNDP en tierras congoleñas. Ruanda, que siempre ha utilizado la sempiterna presencia de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) para justificar sus distintas agresiones, ha caído en su propia trampa. Según numerosos observadores, por esto es por lo que el pretexto ruandés esconde cada vez peor sus verdaderos motivos del régimen de Kigali, a saber: echar mano a todas las riquezas del Este de la RDC levantando una especie de zona sin ley en el territorio congoleño. Además, cada vez son más los analistas que creen que el régimen ruandés y las distintas rebeliones de los Tutsi no tienen, en ningún momento, a los combatientes de las FDLR en el punto de mira.

Estos analistas añaden que esta situación ya se vio con el plan de Nairobi. Tras la aplicación de ese plan, desde el momento en el que el gobierno congoleño inició la repatriación de los rebeldes Hutus, Kigali multiplicó los obstáculos publicando, por ejemplo, una lista de 7.000 genocidas incluyendo a numerosos niños nacidos mucho después del genocidio. Por cierto, más que una amenaza, la mayoría de los observadores están de acuerdo en que las FDLR son más bien una fuente de comercio para Ruanda. Esto último lleva a los observadores a validar la tesis de que hay una complicidad evidente entre Kigali y los ex -rebeldes Hutus de las FDRL.

Las FDLR, la excusa de Kigali quien nunca se había preocupado por expulsarlas.

Durante la rebelión en la RDC (de 1998 a 2003), siguen los observadores, Ruanda y sus aliados controlaron toda la zona del Kivu (Norte, Kivu Sur y Maniema) sin expulsar –nada más lejos de la realidad – a las FDRL y, además, Ruanda nunca ha dado una sola prueba de un solo disparo de las FDRL en su territorio. Según los observadores, es más bien lo contrario: en realidad es la RDC la que sufre la presencia de las FDRL en su territorio y es la RDC el escenario de todas las atrocidades mientras que Ruanda es más o menos un santuario. Paradójicamente, se ha demostrado que todos los recursos minerales saqueados por las FDRL se envían a Ruanda, para esa tarea a los Hutus no se les considera genocidas. Además, todos los especialistas de la región creen que las FDRL no están situadas en ningún punto de la frontera con Ruanda: en los nueve puestos fronterizos entre Ruanda y la RDC no hay ningún rastro de los combatientes de las FDRL.

En definitiva, el régimen de Kigali se opone al hecho de ver volver a su territorio a los Hutus como ciudadanos libres e iguales al resto porque su regreso masivo al país pondría en apuros al régimen monolítico ruandés. Según los observadores internacionales, esto provocaría una apertura política a la que el régimen ruandés se niega. Por lo demás, las recientes elecciones legislativas en Ruanda se desarrollaron siguiendo el viejo y conocido modelo del monolitismo. Además, el poder ruandés, cuyos monjes se quedaron con los bienes de los Hutus, se vería en un gran apuro si los propietarios volverían y reclamaran sus derechos. Por consiguiente, se entiende que, desde el punto de vista de Kigali, todo Hutu es un genocida en potencia.

¿Hasta dónde llegará el régimen ruandés?

En vista de todos estos elementos, la pregunta que algunos se plantean es la de saber hasta cuándo seguirá pagando la RDC la factura de un conflicto del que no es responsable. El asunto Tutsi-Hutu, es sobre todo y ante todo un asunto ruandés que se desarrolla en territorio congoleño. Los observadores están de acuerdo: ahora le toca a Kinshasa doblar sus esfuerzos para encontrar, al fin, una solución a esta aventura ruandesa que ya dura demasiado.

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Traducción: Amaia Casero Perpiñá

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